BAJA POSICIÓN DE LOS SENIORS ESPAÑOLES EN ACCIÓN VOLUNTARIA

En el Eurobarómetro cuya referencia figura al pie de la tabla y según se ve en la misma, las personas españolas de edad avanzada, en comparación con las de los otros veintiséis países encuestados, quedaron muy abajo en cuanto a participación en actividades voluntarias organizadas. Es una mala noticia, porque esa clase de actividades pueden ser de mucho interés, tanto para la colectividad como para quienes las realizan.

Acuerdo o desacuerdo con esta afirmación (para el país de los encuestados): Las personas longevas realizan una contribución importante como voluntarios en organizaciones caritativas y de la comunidad (extracto)

Fuente: European Commission, Intergenerational solidarity. Summary, Flash Eurobarometer 269, The Gallup Organitation, 2009, p. 10

Los indicadores económicos, como el producto interior bruto (PIB), no reflejan las actividades estrictamente voluntarias, es decir, no remuneradas, pero es obvio que una buena parte de ellas son de gran interés social. Digo sólo una buena parte porque, desgraciadamente y según revelan incluso los medios de información general, no faltan casos de utilización de asociaciones y fundaciones para beneficio de sus gestores y titulares. Y también se dan casos de torpeza en la elección de los fines y/o los medios.

En cuanto al interés individual, refiriéndose específicamente a su campo de interés profesional, el doctor Rojas Marcos dictó esta sentencia en el título de un artículo de prensa: "El voluntariado es bueno para la salud" (El País, 5.XII.2001). Naciones Unidas, en su Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento 2002, afirma: "La participación en actividades sociales, económicas, culturales, deportivas, recreativas y de voluntariado contribuye también a aumentar y mantener el bienestar personal..." (nº 21).

Si la actividad de voluntariado es potencialmente buena para la sociedad y conveniente para los individuos, incluso en su etapa de envejecimiento, es conveniente corregir nuestra baja participación de voluntariado en organizaciones -es igualmente positivo ejercer esas acciones de modo individual, pero ello sólo es fácil para una parte de la población-.

La descarga que supone la jubilación laboral y/o la disminución de las obligaciones con los hijos, trae consigo oportunidades de realizar proyectos hasta entonces bloqueados. Pero, especialmente las actividades de participación en organizaciones de acción voluntaria pueden verse dificultadas por inercia, por carencia de información sobre posibilidades y/o por conciencia de inhabilidad. Contra estos males caben diversos remedios.

Conozco muchos casos de personas de edad avanzada que colaboran en/con organizaciones de acción voluntaria continuando lo que venían haciendo desde edades anteriores. Por ello, creo conveniente no esperar a la vejez para enrolarse. La juventud es edad en la que suele abundar el tiempo libre. Y salvo etapas muy cargadas de deberes, en la edad adulta no faltan huecos para la actividad voluntaria.

Para superar el mal de la desinformación deberían publicitarse los cauces de participación voluntaria existentes y que cubren muy diversas clases de campos vocacionales. Sugiero a las organizaciones con cuerpos de voluntarios plurigeneracionales -como Cruz Roja o Cáritas- que amplíen la información propiciadora del enganche de personas de edad avanzada. Sugiero a las organizaciones especializadas en el voluntariado senior -como la Fundación Asistencia y Desarrollo, Hartu-emanak, Nagusilan o la Confederación Española de Aulas para Tercera Edad- que se alíen para potenciar su oferta. Sugiero a entidades comprometidas en la formación en personas longevas -como Acervo Intergeneracional, la Unidad Académica de Relaciones Intergeneracionales y Envejecimiento Activo del Centro Internacional de Gandía (Universidad de Valencia) y las propias universidades para mayores- que aborden/potencien la información de encauzamiento hacia la acción voluntaria.