Nací en 1953...

Nací en 1953...

Como dice la canción: «Yo también nací en el 53». Fue en la casa de mis padres, porque no sobraba el dinero, pero sí la amistad de un colega médico de mi padre. Llegaríamos a compartir sin problema el piso, de 70 m2 y un único servicio, 6 personas más los pacientes de turno.
Mi primer recuerdo es, a los 4 años, sentada sobre la alfombra del despacho, rodeada de revistas. En otro me veo, subida sobre las aguaderas de un burro que se llamaba Polín, yendo a por agua a la fuente de un pequeño pueblo de Ávila. No había agua corriente y teníamos que llenar las tinajas a base de cántaros para poder beber, fregar y bañarnos en un barreño, calentando el agua en la cocina de hierro. Tocaba hacerlo los sábados, para ir bien arreglados a la misa del domingo. Con 5 años me quedé hipnotizada al escucharla en latín y con el sacerdote dando la espalda, salvo el momento en que este decía «Dominus vobiscum» y los feligreses contestaban «Et cum spiritu tuo». No hubo forma de sacarme de la parroquia: ni feria del pueblo ni merienda en la dehesa. Nada, yo solo quería volver a contemplar una y otra vez el sagrado momento.
Había una gran diferencia entre la vida de la ciudad y la del campo. En Madrid pude estudiar en un colegio laico, mixto y bilingüe, en inglés, la gran novedad. No era el único. Nos daban clase de religión y se comulgaba los primeros viernes de mes. Poco más, así que se me fue pasando mi fervor religioso en aras de una posterior afición por la historia sagrada y luego por la antigua. El pobre Polín murió, estando su especie hoy en día en un tris. Pero lo que nunca se me ha pasado es mi pasión por la prensa escrita. De hecho, soy periodista y pienso que ahora gozamos de democracia gracias, fundamentalmente, a que hay libertad de prensa.
Ni la oscuridad fue tan total, ni la época de mi infancia y juventud tan obsoleta. Pero lo que no podía imaginarme era, que la generación siguiente a la mía adoptaría en plan chic modas y canciones, que para mí fueron tan «horteras» como, por ejemplo, el pantalón campana y Eva María se fue.
Paradojas de la vida.

Eva F. (1953)

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