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Adaptar el entorno a la dependencia

Adaptar el entorno a la dependencia

Cuando sobreviene una situación de dependencia, lo mejor, en principio y en la medida de lo posible, es mantener al afectado en el entorno que conoce, en su propia casa.

Una persona mayor será menos autónoma cuanto más insegura se sienta y más miedo tenga. En el mercado existe un sinfín de objetos y aparatos diseñados específicamente para simplificar la vida de quienes no pueden realizar solos o con facilidad las actividades cotidianas más elementales. Recurrir a ellos facilitará también la labor a quienes se encargan del cuidado del enfermo.

Reformar la vivienda

Para que una persona dependiente pueda seguir viviendo en su casa, es preciso revisar y, en su caso, modificar las condiciones de habitabilidad de la misma, con el fin de convertirla en un lugar más cómodo y libre de peligros para su ocupante.

Pequeñas y grandes obras

El proyecto de reforma depende de las características de la vivienda; también del grado de pérdida de autonomía, y del tipo de incapacidad de quien la habita. En ocasiones, será suficiente instalar elementos de ayuda y de seguridad -barras de apoyo, mandos a distancia, etc.-, mientras que, en otras, será necesario rediseñar algunos elementos de la vivienda.

Antes de embarcarse en grandes obras, conviene pensar lo que uno mismo puede hacer (siempre hay algún habilidoso en la familia) sin necesidad de recurrir a un profesional de la construcción: instalar una barandilla, colocar asideros en el baño o fijar las alfombras al suelo con adhesivos para que no se deslicen son operaciones muy simples. También resulta fácil apartar obstáculos y redondear esquinas. En las tiendas especializadas, podremos encontrar infinidad de accesorios que nos serán útiles. Existe también la posibilidad de alquilar material especial, como camas articuladas o andadores. Hay que dejarse guiar por el sentido común, que es el mejor aliado de la prudencia. Y el sentido común indica, por ejemplo que, para una persona con dificultades de movimiento, siempre serán mejores un sillón o una butaca rígidos que un mullido sofá en el que se hundirá al sentarse y del que se levantará con mayor dificultad.

Establecer el diagnóstico

El primer paso es siempre establecer un diagnóstico lo más preciso posible de la situación y de la evolución previsible de la persona afectada. Esto nos permitirá determinar los efectos que su dependencia va a tener en el desarrollo de las actividades cotidianas -desplazamientos, aseo personal, etc.- y concretar qué aspectos son susceptibles de mejora. No podemos hacer solos este diagnóstico; necesitaremos recurrir al consejo de fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales. Algunos establecimientos especializados disponen de técnicos en esta materia, a los que podemos acudir. Existen también consultorías de proyectos dedicadas a adaptar las viviendas a las necesidades de personas dependientes. Por su parte, los servicios sociales de algunas comunidades autónomas están haciendo en los últimos años un gran esfuerzo para atender este tipo de necesidades, pero la ayuda que prestan es muy diversa, dependiendo de cada caso.

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