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Engánchate al voluntariado

Engánchate al voluntariado

Tu vida puede ser diferente. Tu tiempo es oro y puedes compartirlo con aquellos que más lo necesitan. Hacerse voluntario hará que te sientas mucho mejor contigo mismo y además, conseguirás ayudar de verdad a los demás.

Ser voluntario es una forma altruista de dedicar parte del tiempo que a uno le sobra a actividades que benefician a la sociedad de una u otra manera sin recibir ninguna contraprestación económica. Es sorprendente el auge de las ONG que se observa desde el comienzo del nuevo siglo en todo el mundo. Y España, según nos comenta Toni Bruel, coordinador general de Cruz Roja, es un país especialmente solidario.

Sobre el terreno

Acompañar enfermos, acudir a domicilios, contar cuentos, realizar actividades con minusválidos, deficientes, drogodependientes, acudir a centros penitenciarios, enseñar museos, bailar en residencias, llevar regalos por Navidad a los niños enfermos... son algunas de las opciones que puedes elegir.

En el Hospital Clínico «San Carlos» de Madrid, todo un «pueblo» para el que no lo conozca. La ONG Desarrollo y Asistencia tiene desplegado su pequeño ejército de voluntarios. Según el coordinador del programa de voluntariado en este centro, Carlos Navarro Revuelta, vicealmirante, marino de guerra, de 77 años de edad, con una planta y un porte inmejorables, las tareas son muchas y los voluntarios siempre son pocos y necesarios. «Aquí ayudamos a los pacientes que vienen a consultas externas y no saben hacia dónde ir porque esto es enorme. Vienen despistados y temerosos de tener enfermedades importantes. Los hay que vienen de pueblos pequeños y se asustan ante un edificio tan grande. Los acompañamos a realizar las pruebas, a veces los llevamos en silla de ruedas, les damos aliento y cariño. Otra actividad que realizamos es el acompañamiento de enfermos, ya sea porque no tienen familia o porque la que tienen no puede venir. Procuramos dar asistencia todos los días, mañana y tarde, pero cada voluntario acude un día a la semana y dos horas como máximo, porque la experiencia nos dice que no es conveniente que el voluntario se implique demasiado en los problemas que ve, sobre todo ahora en Navidades, que estamos un poquito más sensibles al sufrimiento, porque, francamente, hay auténticas desgracias».

Carlos Navarro es voluntario desde hace nueve años. «Empecé a través de un amigo y ya no he parado. Y es que ser voluntario engancha. Decidí serlo porque, tras jubilarme, un hombre como yo, activo y con mucho arranque, y ganas de vivir y hacer, no podía quedarme parado ni lamentarme ante el sentimiento de soledad que suele invadir a un recién jubilado.

Carmen Fernández Rivera es voluntaria desde hace ocho años y su labor es charlar con los enfermos y amenizarles su estancia en el hospital. Tiene 71 años, su aspecto no puede ser mejor, es guapa y va que da gusto mirarla. Es la nota de colorido en la planta sexta del Clínico. «Yo ya soy mayor, mi marido está jubilado, mis hijos están casados y no me necesitan, como tampoco mis nietos. Y la vida es muy larga y te da muchas horas libres que hay que llenar de alguna manera. Además en Navidades uno se siente aún más obligado moralmente a dar afecto y compañía a los que están solos y enfermos. Por otro lado, existe tanta gente con falta de atención y cariño que pensé que desarrollar algún tipo de voluntariado sería el mejor modo de sentirme útil y bien conmigo misma. Aquí hay mucha soledad e incluso abandono».

Así encontramos a Carmen con un enfermo, José Luis, que lleva unas semanas y aún deberá quedarse un tiempo más porque está de pruebas. «Yo estoy encantado con Carmen, es maravillosa, me habla, le cuento y, aunque mi mujer, la pobrecita, viene todos los días desde Alcorcón, quiero que se vaya pronto para que no la pille la noche. Tengo 82 años (aunque yo siempre digo 28) y mi estancia aquí es casi como en un hotel, con estas señoras que son tan atentas con nosotros y tan cariñosas».

«En realidad esto es un toma y daca -comenta Carmen-, dado que yo aprendo mucho de los enfermos porque te trasmiten valores como conformidad con la vida, aceptación de la enfermedad y sobre todo tranquilidad. Yo me he enfrentado a situaciones difíciles porque atendemos a enfermos físicos y mentales. No hay que olvidar que un voluntario está para servir, sin prejuicios ni remilgos».

Sara Guzmán siente que sirve a la sociedad a través del baile. Y es que cada miércoles acude junto a su hija de 22 años a una madrileña residencia de ancianos a bailar sevillanas, y montan un verdadero espectáculo para los mayores. La alegría y el calor humano se mascan en el ambiente. Los recuerdos afloran en unos y otros y las adrenalinas se disparan. Marta, una «joven» de 83 años, afirma que los miércoles gana un trocito de vida, que vuelve a sentirse joven y que los voluntarios son las mejores personas del mundo.

Sara es ama de casa y tiene 63 años y cuatro hijos. «Hace años que mi tiempo libre lo dedico a esta actividad que me divierte pero a la vez me reconforta. Salgo feliz sabiendo que he arrancado un poquito de soledad a tantas vidas que a diario conviven en este centro. La risa de un niño es oro, pero la de un anciano no tiene precio».

Juan Manuel Rojas es controlador aéreo del Centro de Control de Madrid. Lleva 33 años en la profesión y una vida dedicada en cuerpo y alma a los pobres. No posee nada y dona casi todo lo que gana. Un sueldo, por otra parte, nada despreciable del que él apenas se aparta 500 euros para vivir. Así ha conseguido crear la Fundación Shakahari Vegetariana, que promueve la ayuda física y psicológica a los necesitados, a los que ha devuelto la ilusión de vivir gracias al fútbol. Actualmente desarrolla su proyecto solidario en India, Uganda y Guinea Ecuatorial. "Mi proyecto -explica- consiste en crear escuelas de fútbol en zonas deprimidas. Recojo a niños pobres, enfermos y huérfanos y los entreno, los escolarizo y los mantengo. La primera surgió en el infierno, Calcuta, donde pensé que esas criaturas tan pobres y marginadas tenían derecho a una oportunidad. Así, desde 1976, junto a Antonio Campaña, profesor del INEF y actual colaborador mío, pudimos hacer realidad este sueño en 1991. A los niños que juegan al fútbol les pago además un sueldo de 25 euros que contribuye al bienestar de la familia. Por otra parte, intento que ellos salgan adelante y se puedan costear gastos, por lo que he comprado minibuses en Uganda, coches tipo taxi en Malabo y rickshaws en India. Espero que cada día se una más gente a este proyecto y que, aunque yo falte, la fundación pueda caminar sola".

Susana Carrizosa

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Comentarios (3)

Salud Gómez
18 octubre 2022 11:06
Me gustaría ser voluntaria,tengo 62 años.
Me pueden informar.Gracias
Mar
27 agosto 2022 20:30
Hola, esto sigue funcionando ? Me pueden enviar info? Gracias
Javier Garcia Garcia
04 julio 2021 22:13
Quisiera tomar parte del voluntariado

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