RELACIONES FAMILIARES

Suegra-nuera. El difícil equilibrio

Suegra-nuera. El difícil equilibrio

Las relaciones entre suegra y nuera no son siempre fáciles. En ellas se mezclan sentimientos encontrados vividos de forma intensa y que, además, giran siempre alrededor de un único personaje, el hijo-marido, que debe actuar como mediador entre ambas.

Pocos personajes hay tan denostados e impopulares como la suegra en el acervo popular. Alrededor de ella se han ideado mil y un chistes en los que el elemento jocoso roza con frecuencia el mal gusto. La mayoría de ellos reserva el papel de protagonista a lasuegra de él, a la que se atribuye el rol de metomentodo: una mujer que opina y dispone sin que nadie se lo pida, una especie de mamá pulpo que pretende trasladar a la familia de su hija las normas y directrices con las que guió a su propia familia. Sobre la madre de él, las chanzas son infinitamente menores en número, y ello sin razón aparente ya que las relaciones entre nuera y suegra son en muchas ocasiones bastante más complejas que las de ésta con su yerno. En ellas se mezclan ingredientes diversos, que van desde el cariño y la complicidad a la rivalidad y los celos.

Compartir al hijo

Son unas relaciones en las que cabe todo tipo de sentimientos, vividos con gran intensidad. La explicación puede encontrarse en el hecho de que, como afirma Alicia Moreno, psicoterapeuta familiar y directora del Master de Terapia Familiar y de Pareja de la Universidad Pontificia de Comillas, «en la familia, quien está emocionalmente más presente con los hijos es la madre». Y a muchas les resulta difícil compartir al hijo al que han cuidado y educado durante más de veinte años. «Entre madre e hijo se da una relación de sobreprotección que no se da con las hijas. Existe un vínculo que excluye a otras personas, sobre todo a mujeres», añade la psicoterapeuta.

Así las cosas, las relaciones entre suegra y nuera se desenvuelven siempre en un difícil equilibrio y alrededor de un único personaje: el hijo-marido. Para él, la primera imagen de la mujer es la de su madre, mientras que su esposa es la primera mujer en su vida. Las dos tienen una importancia capital en su existencia; a las dos le une un vínculo especial que inevitablemente influye en las relaciones entre suegra y nuera.

Inevitable distanciamiento

Se trata de un triángulo en el que cada cual ha de aprender a asumir su rol. Del mismo modo que la nuera no debe ver la relación del marido con su madre como algo amenazante, ésta habrá de renunciar a la familiaridad que tenía con su hijo cuando vivía con ella. «En el momento en que el hijo constituye su propia familia, la madre tendrá que asumir que se inicia una nueva etapa en su relación con él», afirma Alicia Moreno. «El distanciamiento es inevitable porque el hijo no tendrá ni el tiempo ni las energías para dedicar a su madre la atención que antes le dispensaba. Evidentemente -añade la psicoterapeuta-, se trata de una pérdida, que puede tener su lado positivo, porque bien llevada puede suponer ganar una buena relación con su nuera y sus nietos». Es el caso de Pilar, madre de Javier, quien vive en pareja desde hace dos años. Su relación con la compañera de éste es «maravillosa», dice entusiasmada. «No doy consejos si no me los piden ni me meto donde no me llaman -explica-. Yo he hecho mi vida como he querido y creo que los demás tienen derecho a lo mismo. Además, mi nuera tiene la virtud de atemperar el carácter de mi hijo, que es muy nervioso: ella es, por ejemplo, quien media cuando Javier discute con su padre».

Dependencia emocional

A veces la renuncia no es tan fácil. Hay madres posesivas en extremo que han desarrollado con sus hijos una relación que puede llegar incluso a ser agobiante. Es frecuente en aquellas que se han quedado viudas jóvenes y han volcado toda su existencia en la educación y el cuidado de sus hijos. Cuando éstos son mayores, buscan en ellos, más que mero apoyo, un sustituto del marido que les ha faltado. Por eso, en el momento en que los hijos se van de casa no encuentran el modo de llenar el vacío que dejan detrás. Pero no siempre está la viudedad de por medio. A la consulta de Alicia Moreno han llegado casos de parejas en las que las injerencias las protagonizaba una suegra con sus propios problemas conyugales: «Son mujeres que tienen una dependencia emocional de sus hijos debido a sus problemas de pareja; que han buscado aliados en los hijos y, cuando éstos se van, les cuesta muchísimo quedarse solas, sin su complicidad».

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