Seguir estudiando tras la jubilación

La jubilación permite disponer de tiempo y organizarlo a nuestro antojo. ¿Por qué no aprovecharlo para satisfacer esas inquietudes intelectuales que quedaron truncadas o aparcadas durante décadas?

Estudiar cuando se peinan canas tiene un aliciente definitivo: se aprende por placer y por afán de superación. Más de 45 000 personas que superan el medio siglo de vida ya lo hacen en alguna de las 54 universidades para mayores públicas o privadas que existen en España. Otros muchos siguen cursos para aprender a manejarse en Internet, por ejemplo.

Todos ellos han superado los tópicos sin fundamento que suelen asaltar a los mayores cuando piensan en el estudio: "¿Para qué te vas a poner a estudiar a estas alturas?", "tu no tienes por qué complicarte la vida" o "con la edad se pierden facultades"... Sin embargo, está demostrado que la capacidad para estudiar no tiene edad y que la agilidad mental y la memoria se pierden por falta de hábito.

Cuantos han pasado por cursos de mayores destacan una mejora de su calidad de vida, obtenida mediante el fomento de sus capacidades intelectuales. El acceso al conocimiento, a la educación y a la capacitación son indispensables para llevar una vida activa y plena que favorezca el desarrollo personal. La formación permanente constituye un elemento clave para el envejecimiento activo y la autonomía personal.

Pero estudiar aporta otro plus: la posibilidad de comunicarse con personas de su misma edad e incrementar su relación con los más jóvenes, lo que potencia la tolerancia intergeneracional.