Signos anunciadores de accidente cardiovascular

Por definición, el accidente vascular es repentino: no se anuncia. Pero existe una señal de alarma que hay que tomarse muy en serio: es el accidente isquémico transitorio. Al igual que el accidente vascular, se puede manifestar por la parálisis de una pierna, de un brazo o de los dos a la vez, por una parálisis facial, por picores intensos en una mitad del cuerpo, por vértigos repentinos o por pérdida súbita de la visión de un ojo. El episodio cesa a los pocos minutos u horas sin dejar ninguna secuela, lo que no quiere decir que haya que olvidarse de él como si no hubiera ocurrido, ya que el accidente isquémico transitorio es la señal que nos avisa de un peligro. Durante el tiempo que dura, una arteria queda obstruida, y las células cerebrales sufren asfixia.

Afortunadamente, el obstáculo desaparece por sí mismo y el oxígeno alcanza a las células antes de que la zona cerebral afectada «muera». Pero la vez siguiente es posible que no haya tanta suerte. Por eso, después de un accidente de este tipo, por fugaz que sea, es primordial acudir al hospital para un reconocimiento. En el caso de que, por ejemplo, exista el riesgo de que una placa de ateroma (masa anormal de grasa o lípidos) vuelva a obstruir la arteria carótida, los medicamentos podrían resultar insuficientes y se haría necesaria una intervención quirúrgica.

Prevención de accidentes vasculares

El método más eficaz de prevención es limitar los factores de riesgo con la ayuda del médico de cabecera. La hipertensión, la diabetes, el exceso de colesterol o los problemas cardíacos deben estar controlados y, en su caso, tratados con medicación.

Es necesario abandonar el tabaco, si no se ha dejado antes (¡nunca es demasiado tarde!) y evitar el sobrepeso. El ejercicio físico es fundamental, cualquiera que sea la edad y el estado de las articulaciones. Gimnasia, bicicleta estática, caminatas diarias: cada uno puede encontrar la forma que mejor se adapte a sus circunstancias.