Ejercicios para conocerte mejor y alcanzar la plenitud

Todos conocemos bien la energía del sol, que hace crecer las plantas, o la del viento. Pero no siempre somos conscientes de la formidable energía interior que circula por cada uno de nosotros. Esa fuerza vital es el motor de nuestros pensamientos, de nuestras alegrías, de nuestras ilusiones, de nuestras acciones. Como la estrella Polar, nos guía hacia un proyecto preciso o hacia un objetivo amplio. Es esa energía la que nos proporciona recursos contra la pasividad y nos impide hundirnos en la rutina. Pero para funcionar correctamente, nuestros resortes internos necesitan de un estímulo continuo.

Anota tus emociones

Apunta en una hoja de papel las emociones y los sentimientos que experimentes (enojo, ternura, etc.). ¿Cuántos has anotado? ¿Al menos diez? ¡Estupendo! ¿Menos de diez? Cuidado, no te escuchas lo suficiente y te cuesta reconocer tus diferentes estados de ánimo. ¡Entrénate!

Haz una lista de tus recursos
Elabora una lista de lo que sabes hacer, de lo nuevo que has aprendido. Descubrirás que, sin darte cuenta, has asimilado muchas cosas. Todo hace pensar que esa lista puede seguir aumentando a lo largo de los años. No hay razón para que el proceso se detenga.

Cultiva los pensamientos positivos

Escribe tus pensamientos positivos. Por ejemplo: si quiero, puedo. La vida es bella. Se puede aprender a cualquier edad... Intenta enriquecer esa lista personal de pensamientos positivos para echar mano de ellos cuando los necesites.

Elimina los pensamientos negativos

Anota todas tus actitudes negativas. Por ejemplo: hay que tener mucho dinero para ser feliz. En la pareja, siempre hay uno que se sacrifica. A partir de una determinada edad, ya no te puedes recuperar... Y reflexiona sobre el modo en que estos pensamientos pueden influir en tu existencia y en tus relaciones con los demás.

Analiza tus éxitos y tus fracasos

Cierra los ojos y piensa en un éxito que hayas logrado en los últimos tiempos, grande o pequeño, sentimental o profesional. Luego pregúntate sobre las actitudes positivas que te han permitido alcanzarlo. Repite el ejercicio con un fracaso y pregúntate qué ideas negativas pueden explicarlo.

Hazte tu propia película

Escoge un lugar tranquilo, donde nadie te moleste. Cierra los ojos. Piensa en un proyecto que quieres realizar. Imagina las secuencias del éxito de tu proyecto con todo lujo de detalles, como en el cine. Reconstruye en flash-back las diferentes etapas que llevan a ese éxito. Éste es un método muy utilizado por los deportistas antes de una competición, pero también se puede aplicar en otras situaciones: un viaje, un trabajo, un encuentro amoroso...

Identifica las trampas que debes evitar

Haz una lista de todo lo que podría llevarte al fracaso en una determinada acción. Si consigues identificar correctamente los principales obstáculos con los que podrías tropezar, no hay razón para que caigas en ellos.