APRENDER A OLVIDAR

¿Cómo convivir con los malos recuerdos?

¿Cómo convivir con los malos recuerdos?

Una situación trágica o delicada, en ocasiones, se repite en nuestra memoria sin cesar. Aprende a convivir con los malos recuerdos.

Los malos recuerdos nos persiguen, nos acosan. Para escapar, caemos en la tentación de enterrarlos en lo más profundo, lo que aumenta el riesgo de que resurjan con mayor intensidad, cuando menos lo esperamos. Un ejemplo: una señora estalló de pronto en sollozos durante una sesión de trabajo en grupo sobre la memoria. El tema de la conversación era banal: los grandes inventos, particularmente, el teléfono. Al parecer, el teléfono tenía algún tipo de relación con un problema muy doloroso que había tenido con su padre. Hasta entonces no había hablado de ello con nadie y había sobrellevado el recuerdo como una herida sin cicatrizar. Contar la historia la consoló. Sin la menor duda, la solución pasa en gran medida por ahí: para convivir con los malos recuerdos, hace falta hablar de ellos con alguien de confianza, echarlos fuera uno a uno, tomándonos el tiempo que sea necesario. Así, los hacemos volver al lugar que les corresponde y podremos encontrar energía para disfrutar de las cosas agradables de la vida.

¿Quién puede ayudarnos?

Si nos preocupa nuestra memoria, hay que hablar del tema. Lo más sencillo es recurrir a un médico que conozcamos y, si esa primera consulta no nos tranquiliza, acudir a una consulta especializada e inscribirnos en un grupo de trabajo sobre la memoria. Tal vez sólo necesitemos ejercitar un poco nuestras neuronas. Puede ocurrir también que los problemas de memoria sean la voz de alarma de otros más complejos: entonces habrá que cambiar de forma de vida o intentar resolver viejos conflictos. Si es así, no podremos encontrar solos la solución y habrá que recurrir a un psicólogo o a un psicoterapeuta. Nuestro médico nos orientará para elegir un interlocutor competente que nos ayude a desenredar el hilo de nuestra historia.

¿Es más fácil recordar en compañía de otras personas?

Sí. Por eso son interesantes los grupos de trabajo sobre la memoria: en compañía de otras personas, se recuerdan más cosas. Las asociaciones de ideas se multiplican, la evocación es más ágil y los recuerdos afluyen con más intensidad: «Eso me recuerda que...». Todo se comparte, las alegrías y las penas: «Sí, sé muy bien lo que es eso...». Uno descubre que no es el único que ha pasado por una situación y cuenta cómo logró superarla. Cambiar impresiones, hacer planes: esa es la mejor manera de mantener vivo el interés por la vida y por otras personas, sobre todo cuando se vive solo. Pero como no siempre es fácil llegar hasta los demás, inscribirse en un grupo de terapia de memoria es un magnífico primer paso.

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Comentarios (1)

lola
14 abril 2015 22:06
Que problema puede ser la falta de concentracion,y repetir lo mismo que consejo das .a esto

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