PRÓTESIS

Implantación de prótesis de rodilla

Implantación de prótesis de rodilla

Los huesos de la pierna (el fémur, la tibia y el peroné) se unen mediante la articulación de la rodilla. ¿Qué pasa cuando esta articulación falla?

¿Qué es?

Los huesos de la pierna  -el fémur, la tibia y el peronése unen mediante la articulación de la rodilla. Tanto el cartílago que recubre la superficie articular como los meniscos permiten los movimientos propios de la rodilla, cuyos distintos elementos se mantienen unidos mediante los ligamentos y la cápsula articular que la rodea. La causa más frecuente de lesiones de rodilla es la artrosis, enfermedad degenerativa de las articulaciones que produce inflamación y deteriora progresivamente la superficie articular. Le afectan también las lesiones repetidas en la articulación, como ocurre en deportistas o en determinadas actividades laborales que conllevan traumatismos repetidos. Cuando el grado de deterioro de la rodilla y el consiguiente dolor impiden caminar al paciente, está indicada la sustitución de las superficies articulares por una prótesis. Este tipo de implantes son reproducciones de los huesos que forman la rodilla, fabricados con diversos metales y materiales plásticos que favorecen la flexión y la extensión de la rodilla.

¿Cómo es la intervención?

La intervención quirúrgica se realiza bajo anestesia general o epidural. Es necesario efectuar una incisión para cortar y extraer parcialmente la parte de los huesos -fémur, tibia y peronésituada en la zona próxima a la rodilla, para sustituir la articulación por la prótesis. El tipo de implante que se utiliza depende del paciente, su edad y el estado en el que se encuentren los huesos. Esta operación dura alrededor de una hora y, en alguna ocasión, puede precisar una transfusión sanguínea posterior, ya que la sección de los huesos suele producir una pérdida de sangre considerable. No obstante las técnicas actuales y los sistemas de recuperación de sangre disminuyen mucho la necesidad de una transfusión. Tras la intervención se puede mantener colocado un tubo de drenaje para eliminar los restos de sangre acumulados en las superficies de los huesos seccionados, drenaje que debe vigilarse para controlar el grado de hemorragia.

¿Cómo es la recuperación?

El paciente al que se le implanta una prótesis de rodilla puede, por lo general, incorporarse al trabajo de esfuerzo en un plazo de entre 3 y 6 meses. Dependiendo de la movilidad de la rodilla se le permite conducir entre uno y dos mes después de la operación. En cuanto al seguimiento del implante, más del 90% de las prótesis tienen una duración superior a los 10 años. A largo plazo, el principal problema que surge consiste en el despegamiento o aflojamiento de los componentes y el reblandecimiento de los huesos. Transcurrida una década, el 20% de las prótesis puede mostrar en las radiografías signos de aflojamiento, pero sólo un 10% provoca molestias y puede requerir una nueva intervención.

Artículo facilitado por:
Clínica Universidad de Navarra

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