Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com

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Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.

El trabajo social sanitario en tiempos de crisis

martes, 3 de mayo de 2011

Dentro de la actualidad menguante que cercena el Servicio Nacional de Salud, el trabajo social sanitario es una de las profesiones que más puede contribuir a su optimización. Alguien se dirá: «Pero si es un colectivo insignificante». Cierto. Pero no se trata de significancia, sino de atesorar habilidades para afrontar la precariedad, deshacer las dificultades, ver salidas allá donde, para la mayoría, hay grandes y gruesos muros. Y ello, implicando siempre a las personas, las auténticas protagonistas y para las cuales, este Servicio Nacional de Salud existe y se reinventa día a día. Uno de los principios del trabajo social sanitario es que las personas son el primer recurso. Siempre. Tal como se están desarrollando los acontecimientos parece que las personas han pasado a formar parte de una nube a la que incluso se le prohíbe llover.

Más que nunca se necesitan profesionales habituados a convivir con la escasez, capaces de sortear la provisionalidad y con personalidad suficiente para no desmoralizarse cuando la incertidumbre les pisa los talones. Éste es el espacio natural del trabajo social sanitario. Ello no es cuestión de fe sino de intervenir estratégicamente.

En el trabajo social sanitario, sus profesionales, en gran parte, responden a ese perfil posibilitador. Su experiencia les ha desarrollado actitudes que enfocan y nutren las oportunidades y si bien las dificultades y las pérdidas están ahí, son sólo obstáculos a sortear. El «eso no se puede» no forma parte del lenguaje del trabajo social sanitario cuyos profesionales son capaces de encontrar, incluso crear, soluciones allá donde sólo aparece la desolación. La naturaleza de esta profesión permite transitar con destreza por esos espacios, para una mayoría ingente imposibles, logrando que las personas, se sepan gotas vivas en ese océano del pesimismo.

¿Podemos salvar el Estado del Bienestar? Sí. Mil veces, sí. Un millón de veces, sí. Es más, debemos salvarlo. Por el bien de todos. ¿Podemos salvar el Sistema Nacional de Salud? Sí, también por el bien de todos. Las circunstancias que llevaron a su creación siguen formando parte de nuestras vidas. Están más presentes que nunca. Por ello, la respuesta no puede ser otra que un «Sí» en mayúscula. Aunque parezca estar asistiendo a sus postrimerías, desde el trabajo social sanitario debemos alzar la voz, como la alzaron, en 1929, nuestras antecesoras.

No se trata de voces tejedoras de respuestas osadas y frívolas en busca del aplauso de la claque, desvinculadas de la realidad y de las propias posibilidades, sino de voces que sitúan la solución en las personas. Es su capacidad de analizar y cambiar su actitud individual ante ese Servicio Nacional de Salud. Ello respecto al uso, a veces abuso. Cada uno sabe cual es su papel. Y si bien nadie enferma por gusto, sí que por gusto u otras eventualidades, algunas personas se hacen las enfermas. No se necesitan dedos acusadores sino despertadores de conciencias sobre la gravedad que supone aparentar dificultades para beneficiarse de las ayudas que éstas conllevan. Si se desvincula a la ciudadanía de su responsabilidad en este logro de optimización de los servicios públicos para su continuidad, el reto se hará muy, muy difícil. Día a día, la posibilidad de que este Servicio Nacional de Salud, el que hemos conocido y nos ha dado atención, se derrumbe y quede reducido a una ruina, parece crecer exponencialmente. Pero nadie pide la colaboración ciudadana para evitar gastos innecesarios. Craso error.

La salvación del Servicio Nacional de Salud requiere todos los esfuerzos. Esta una súplica, una llamada de atención desde el convencimiento y el conocimiento de que ello, a pesar del clima de caos imperante, es alcanzable. El trabajo social sanitario, de la mano de sus profesionales, promueve recursos propios de las personas enfermas, de sus familias, busca sobre todo su autonomía y en paralelo aviva la conciencia de la responsabilidad que supone el vivir dentro de un Estado del Bienestar.

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