Visitar a tu abuela una vez al mes le alarga la vida

 El mundo está cada vez más conectado digitalmente, o al menos es lo que parece, porque paradójicamente, al mismo tiempo nos encontramos más aislados socialmente que nunca. Esta es la razón de que, el simple gesto de visitar a nuestros seres queridos y mayores, aunque sea de vez en cuando, tenga un impacto profundo y significativo en su salud y su longevidad.

Un reciente estudio, basado en una muestra masiva de 400.000 personas, revela que las visitas regulares a los miembros mayores de nuestra familia pueden reducir significativamente el riesgo de mortalidad. Esta observación, que puede resultarnos algo sin importancia, resalta la importancia vital de mantener lazos familiares y sociales fuertes, especialmente en la edad avanzada.

Estudio sobre el impacto de la soledad en las personas mayores

Una investigación sobre el impacto de la soledad en las personas mayores, realizada por un equipo de científicos y publicada en la revista BMC Medicine, analizó los datos de casi medio millón de personas mayores reclutados en el Biobanco del Reino Unido. Lo que descubrieron fue impactante: las personas mayores que reciben visitas regulares de familiares y amigos tienen un 39% menos de probabilidades de morir en comparación con aquellos que experimentan altos niveles de soledad.

Este estudio destaca la diferencia entre la soledad objetiva, que se refiere al aislamiento social, y la soledad subjetiva, que implica una falta de relaciones significativas y profundas. El efecto protector para la salud que las visitas regulares tienen parece ser independiente de la frecuencia exacta de las interacciones sociales. Ya sea una vez al mes, semanalmente o incluso diariamente, el simple acto de mantener conexiones sociales puede marcar la diferencia en la esperanza de vida. Este hallazgo desafía la noción común de que cuanto más mejor, sugiriendo que incluso una visita mensual puede ser suficiente para cosechar los beneficios para la salud.

Porqué las visitas nos alargan la vida

Los mecanismos detrás de este fenómeno son complejos y multifacéticos. Se cree que el apoyo emocional y práctico proporcionado por amigos y familiares puede desempeñar un papel crucial en la salud y el bienestar de las personas mayores. Además, las interacciones sociales pueden fomentar comportamientos saludables y disuadir hábitos perjudiciales, como el sedentarismo o el consumo excesivo de alcohol.

El impacto de la soledad en la salud no se limita solo a los aspectos físicos; también puede tener consecuencias devastadoras para el bienestar emocional y mental. La soledad crónica puede aumentar el riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos psicológicos, lo que a su vez puede exacerbar problemas de salud física preexistentes.

El estudio también destaca la importancia de distinguir entre diferentes tipos de soledad, como la estructural y la funcional. Mientras que la soledad estructural se refiere a la falta de conexiones sociales en general, la soledad funcional se relaciona con la ausencia de relaciones significativas y profundas. Ambos tipos de soledad se asocian con un mayor riesgo de mortalidad, lo que subraya la importancia de abordar este problema de manera integral.

Cómo podemos combatir la soledad de las personas mayores

Entonces, ¿qué podemos hacer para combatir la soledad y promover la salud y el bienestar de nuestros seres queridos mayores? La respuesta puede ser tan simple como hacer una visita regular, compartir una comida o simplemente pasar tiempo juntos. Además, es importante fomentar la participación en actividades sociales y comunitarias, así como mantener líneas abiertas de comunicación y apoyo.

Por último, el estudio nos recuerda que somos seres sociales por naturaleza, y nuestras conexiones con los demás son esenciales para nuestra salud y felicidad. Así que la próxima vez que visites a tu abuela, recuerda que no solo le estás brindando compañía y apoyo, sino que también podrías estar contribuyendo a alargar su vida y mejorar su calidad de vida. En un mundo cada vez más ocupado y desconectado, el simple acto de estar presente para nuestros seres queridos puede tener un impacto poderoso y duradero.