Y tú, ¿cuántas pulsaciones por minuto tenías?

Y tú, ¿cuántas pulsaciones por minuto tenías?

Cuando ya empezábamos a rozar la juventud, resultaba obligado, especialmente si eras chica, hacer un curso de mecanografía. Y es que entonces, más que ninguna otra cosa, se consideraba imprescindible teclear con soltura una máquina de escribir, si el día de mañana se quería tener una vida laboral digna. Así que, con tan convincente razonamiento, en esa "ardua" tarea nos entregamos muchos y muchas, que no estaba de más saber algo más para completar nuestra "formación integral".

Lo habitual para ello era apuntarse a una academia, de esas que proliferaban como setas y en las que se podía aprender casi de todo. Aunque, como siempre ha sucedido también, los había, como fue mi caso, que se arriesgaban a ser autodidactas y, por tanto, a aprender a escribir en casa siguiendo las precisas indicaciones de algún libro especialmente indicado para ello.

No recuerdo muy bien con cuál aprendí yo, pero si tengo fresca en la memoria la pertinaz tortura a la que me sometía mi padre cada tarde frente a una Olivetti o una Olympia, que eran entonces las máquinas de escribir más cotizadas. Tampoco me acuerdo del método utilizado para aquel aprendizaje casero, pero lo que está claro es que, aunque mi optimismo en la materia no parecía al principio muy desarrollado, acabé manejando la máquina con bastante soltura, de lo cual, debo decir, me alegre y mucho el resto de mi vida.

Claro que lo de saber utilizar aquel dispositivo mecánico "a nivel de usuario" no bastaba. La siguiente meta estaba en lograr batir el récord personal de pulsaciones por minuto, algo en lo que las pruebas de acceso a algún trabajo eran bastante exigentes. En mi caso, creo que llegué a superar las 300, lo que no estaba nada mal, aunque había auténticos Usain Bolt de las máquinas de escribir que eran capaces de superar las 400. Según tengo entendido, por ir terminando con esta cuestión, que el récord mundial de pulsaciones por minuto lo ostenta aún la señorita Stella Pajunas Garnand, una experta mecanógrafa estadounidense que, en 1946, logró escribir 216 palabras en un minuto, o sea, ¡1000 pulsaciones por minutos! ¡Uf, menos mal que mi padre no se enteró de semejante hazaña!

[José Molina]

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