La guerra del bikini

La guerra del bikini

En 1970, algunas chicas que íbamos a la piscina quisimos ponernos bikini. Se montó un buen escándalo, porque estaba prohibido. Aunque quizá antes no se habían planteado que algunas pudiéramos presentarnos con aquel atuendo tan «escandaloso» que no tenían más remedio que aceptar cuando se trataba de extranjeras. Cuando las veían a ellas, no podían decirles nada, pero no se ahorraban los comentarios. Con nosotras era distinto.

Sin embargo, no estábamos dispuestas a quedarnos atrás, y espontáneamente el bikini se convirtió en un símbolo de reivindicación, y no para que nos vieran los chicos, ya que mujeres y hombres estaban separados, es decir, que había una piscina para cada sexo. Al principio nos obligaban a ponernos algo de ropa o un pañuelo para taparnos la tripa si queríamos andar por ahí.

Y eso que no eran bikinis como los de ahora, sino mucho más recatados. Pero es que aquello se convirtió en un tour de force entre nosotras y las autoridades. Hubo una manifestación, en la que yo no estuve, en la que se gritó «queremos bikinis» y hasta acudió la policía, pensando que se trataba de una manifestación contra la base norteamericana o algo así. Al vernos, se quedaron totalmente desconcertados. No sabían qué hacer, y al final no hicieron nada.

Elena l. (1953)

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