De la Vespino a la Bultaco

De la Vespino a la Bultaco

Los jóvenes a los que les gustaban las motos tenían obligatoriamente un protocolo que seguir. O sea, debían iniciarse en el "apasionante" mundo de las dos ruedas con la Vespino, sencilla, ligera y fácil de manejar, que era como la hija pequeña de la familia. A continuación vendría la Vespa, que ya le daba a su dueño un cierto empaque y un innegable punto de madurez. ¡Y no digamos si le añadía un sidecar! Ya era el no va más.

Bueno, no; el no va más estaba en pasar, con la emoción que merecía, de la Vespa a la Bultaco, esa "impresionante" motocicleta catalana, vista a los ojos de entonces, que empezó a construirse en 1958 y que hasta 1983 invadió las calles y carreteras españolas.

Hablo, por supuesto, de aquella fantástica moto deportiva de 50, 125 y 200 cc, que hasta nuestro campeonísimo Ángel Nieto se atrevió a pilotar desde 1976, y que, cuando la venías venir, te quedabas con la boca abierta. Y seguramente no era para tanto. Pero así lo veíamos en los años 60 y 70, quizá también porque, en el fondo, nos sentíamos orgullosos de tener una fantástica moto de construcción nacional, lo que no resultaba fácil en un mundillo en el que en el resto del mundo nos llevaban ampliamente la delantera.

Fuera como fuese, lo cierto es que los amantes de las motocicletas, y los que no lo éramos tanto, pudimos durante un largo tiempo presumir de aquella máquina de dos ruedas de diseño original, rápida y potente, que, dicho sea de paso y para que no quede en el olvido, compartía prestigio con otras marcas de moto españolas, como las legendarias Puch, Montesa y Sanglas, que también hicieron de las

[José Molina]

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