QUERIDOS RECUERDOS

Atasco en la Nacional IV

Atasco en la Nacional IV

El hecho de que la mayoría de las carreteras españolas -ya fueran nacionales, regionales, provinciales, comarcales o rurales- fueran de doble sentido, o sea, de un carril de ida y otro de vuelta, como quizás no sea necesario detallar, hacía que raro fuera el viaje en el que no se produjera aquello de «disfrutar del paisaje». En realidad, no de disfrutar en sentido literal. Podría decirse mejor que era «obligado» disfrutar porque, por «h» o por «b», siempre había una razón por la que el atasco se producía, lo que necesariamente provocaba la contemplación del paisaje a cámara lenta, palmo a palmo, que tiempo de sobra había para ello.

El problema no era exactamente el número de vehículos que entonces circulaban por nuestras carreteras, que si bien empezaba a crecer a ritmo acelerado aún no era como para tirarse de los pelos, como sucede hoy día, sino que lo del «doble sentido» hacía que el adelantamiento en ocasiones se convirtiera en misión imposible. Y qué casualidad que el atasco siempre se produjera en cuanto la carretera empezaba a empinarse. Y es que, justo en ese momento, como por arte de magia, de la nada surgía un camión, una camioneta o un Seat 600 ya en estado de «shock», a los que les costaba Dios y ayuda poder subir a más de 20 por hora y, como consecuencia de ello, la cola de vehículos comenzaba a crecer de forma imparable.

No es de extrañar, así, que casi en cualquier viaje uno supiera cuándo salía, pero nunca cuándo llegaría, porque la aventura Madrid-Badajoz, por poner un ejemplo, podía fácilmente durar entre 5 y 10 horas, sin mayores precisiones. Pero qué le íbamos a hacer. Con ello ya contábamos cada vez que emprendíamos un viaje, y solo quedaba encomendarse a san Cristóbal, patrono de los conductores, y rogarle encarecidamente que esa vez no aparecieran como caídos del cielo camiones, camionetas o Seat 600.

Aunque hay cierta disparidad de criterios en cuanto a las fechas exactas en que empezaron a inaugurarse en España las primeras autovías y autopistas, sí parece haber coincidencia en que que la primera autopista fue la de Levante, la A-3, cuyo primer enlace, de apenas 11 km, se puso en funcionamiento en 1964. También en la década de los 60 se hacen realidad las «autopistas de peaje».

«La fórmula -según la web especializada Wikivia- solo se aplica a las carreteras con una intensidad de tráfico suficiente como para ser rentables a la empresa privada concesionaria, que tenía que pagar la construcción y el mantenimiento a cambio de cobrar el peaje. De todos los tramos que cumplían estos requisitos, solo uno llegó a realizarse en esta década, el túnel de Guadarrama, cuya concesión se otorga en 1960. La concesión comprendía el túnel y sus accesos desde el kilómetro 51 hasta el 60 de la N-VI (Madrid-La Coruña). El 5 de diciembre de 1963 se abre al servicio público. Los turismos pagaban 30 pesetas. Los camiones de dos ejes, 125; y los de tres ejes, 200 pesetas. A la vez que se construyen autopistas de peaje, algunas nacionales se desdoblan y se convierten en autovías a la salida de las grandes ciudades».

José Molina

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