5 objetos que no podían faltar en una casa de los años 60

5 objetos que no podían faltar en una casa de los años 60

Con la concepción actual acerca de la decoración, cualquier joven que entrase a día de hoy en alguna de las casas de nuestra infancia pensaría que está entrando en una amalgama decorativa muy hortera o sin ningún tipo de sentido. Daba igual que fuese una casa nueva o antigua, en una ciudad o un pueblo, los hogares de la época se caracterizaban por tener un estilo y propuesta decorativa muy característicos, con objetos comunes a todos ellos, que, generalmente, no podían faltar. En este Queridos Recuerdos viajamos a nuestra infancia para introducirnos en una de esas casas y recordar algunos de los objetos más icónicos de un hogar de los años 60.

Lata de galletas

Las latas de galletas eran un indispensable que no podía faltar en cualquier casa de los 60. Estás icónicas latas azules fueron el principal rompedor de sueños y esperanzas de toda una generación, y es que pongámonos en situación: acababas de llegar a casa del colegio hambriento, con ganas de merendar, cuando de repente vislumbrabas la lata al final de la alacena. Al verla se te iluminaban los ojos, ya soñabas con disfrutar de uno de esos pequeños manjares de mantequilla que contenían, ya te veías saboreándola, pero cuando la abrías volvías a la realidad... Era el costurero improvisado de tu madre o tu abuela. Una desilusión que algunos no hemos sido capaces de superar.

Brasero

Otro indispensable de cualquier casa de los 60, pero en este caso no te hacía llevarte una desilusión. El brasero era un recipiente de metal con aberturas, al que se les ponía un combustible sólido, ardiendo en forma de brasas, que servía para calentarse. Este recipiente era colocado debajo de las mesas y, aunque no fuese lo más seguro tener una llama viva cerca de tus zapatillas de andar por casa, era una forma fácil y barata de calentarse en aquellas frías tardes de invierno de los 60. Este objeto además iba acompañado de otro indispensable de la mesa, la saya, una falda de tela que se colocaba encima de las mesas acristaladas, que, junto al brasero, hacía de la mesa el refugio perfecto para combatir el frio.

Tapetes para mesa

Como ya comentamos en el Queridos Recuerdos "Aquellas casa típicas de los 70", el combo de la mesa perfecta de la época no podía completarse sin el clásico macramé, un tapete de croché o punto, que se utilizaba de base para los jarrones o recipientes decorativos que se colocaban encima de la mesa. Estos tapetes, que estaban hechos normalmente a mano, eran un verdadero engorro, ya que había que quitarlos y volverlos a poner cada vez que se hacía la mesa, haciendo que estuviesen más tiempo fuera de la mesa que sobre ella. Este hecho hizo que su función y situación también fuese cambiando con el paso de los años, pasando a colocarse sobre los sillones y sofás como reposacabezas.

Colección de recuerdos y fotos de comuniones

Aquellos que nacimos y vivimos en la década de los 60 somos una generación agradecida, es un hecho que se sabe, y que además reflejaban nuestros hogares, como así demostraban los baldes repletos de figuritas, recuerdos y fotos de comuniones de todo tipo y procedencia que adornaban nuestras casas. Hay que señalar que estás colecciones distaban muchas unas de otras, estando su espectacularidad ligada al número de hijos, nietos o conocidos. Pero eso sí, había algo que no fallaba: daba igual lo arriesgada que fuera la propuesta, todo tenía cabida para nuestros padres, que veían el tirar o guardar uno de esos recuerdos como una falta de respeto imperdonable.

Teléfono de disco

Por último, no podíamos finalizar este artículo sin señalar uno de los objetos más destacados del inventario decorativo de un hogar de los 60, el teléfono de disco. Este icónico objeto fue el precursor de los actuales teléfonos fijos, aunque, por supuesto no nos otorgaba las mismas comodidades que los actuales, ni tampoco la misma privacidad, y es que generalmente estaban situados en los lugares más concurridos de la casa, haciendo que cada conversación que se tuviese fuera motivo de disfrute para todo aquel que se encontrase en la estancia. A día de hoy, el teléfono de rueda sigue siendo uno de los objetos que más nostalgia nos siguen provocando, y es que quién no recuerda ese icónico ruido que hacía el marcador del teléfono, al girarlo y volver a su posición inicial.

Javier del Valle Amaya

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