Qué pasa con los apellidos al casarse en los diferentes países del mundo
Publicado por Patricia Fernández, periodista
Creado: 6 de junio de 2025 12:25
| Modificado: 6 de junio de 2025 13:02
¿Se pierde el apellido al casarse? ¿Se gana uno nuevo? ¿Se puede elegir? La tradición de cambiar o mantener el apellido tras el matrimonio varía mucho según el país. Hoy hacemos un recorrido por el mundo para descubrir qué ocurre con los apellidos cuando decimos “sí, quiero”.
Índice
1. ¿Por qué importa el apellido en el matrimonio?2. En España mantener los apellidos es la norma
3. En Francia, apellido legal vs. uso social
4. En Alemania hay libertad, pero con condiciones
5. En Reino Unido, la tradición es fuerte, el cambio, opcional
6. Estados Unidos se mueve entre la costumbre y la flexibilidad
7. En Italia, igualdad legal, resistencia cultural
8. En Países nórdicos, los apellidos son compartidos, modernos y paritarios
9. En Japón hay un apellido único para la familia
10. En América Latina, variedad heredada de España, con giros propios
11. ¿Y en el resto del mundo? Curiosidades globales
12. Los apellidos son una tradición, elección y evolución
¿Por qué importa el apellido en el matrimonio?
Lo hemos repetido infinidad de veces, los apellidos revelan mucho más de lo que parece a simple vista. Son una seña de identidad, una herencia familiar y, en muchos casos, una declaración cultural. Por eso, cuando una persona se casa, la cuestión de qué pasa con su apellido no es menor. Hay quien lo cambia por amor, por costumbre o por tradición... y quien se lo queda por convicción, por comodidad o por orgullo.
En algunos países es obligatorio adoptar el apellido del cónyuge. En otros, está prohibido. En algunos lugares se combinan, en otros se eliminan. Hay culturas donde los hijos heredan los apellidos de ambos padres, y otras donde solo se transmite el del padre. Pero debido a la globalización, muchas parejas optan por soluciones creativas o intermedias.
Repasamos las principales costumbres y leyes sobre los apellidos tras el matrimonio en distintas partes del mundo. Un viaje curioso que revela mucho más de lo que imaginamos sobre la identidad, la igualdad y la memoria.
En España mantener los apellidos es la norma
En España, el matrimonio no implica ningún cambio de apellido para ninguna de las partes. Cada persona conserva sus dos apellidos, que en el caso de los hijos se combinan (hasta hace poco, el del padre iba primero por defecto, aunque desde 2017 se permite elegir el orden).
Aunque algunas personas coloquialmente se refieren a la esposa con el apellido del marido ("la señora de García"), esto no tiene ninguna validez legal ni registral. El sistema español es de los más estables en cuanto a apellidos tras el matrimonio, y no permite cambios por razones conyugales.
En Francia, apellido legal vs. uso social
En Francia, al igual que en España, los apellidos legales no cambian tras el matrimonio. Sin embargo, es común que una mujer utilice el apellido de su marido como "nombre de uso". Esto aparece en documentos no oficiales, como tarjetas de fidelización, correos electrónicos o papelería personal. Legalmente, no se pierde el apellido de nacimiento, pero socialmente puede haber esa adaptación.
Desde 2013, también está permitido que los hombres usen el apellido de su mujer si así lo desean como nombre de uso, aunque sigue siendo muy poco frecuente.
En Alemania hay libertad, pero con condiciones
En Alemania, las parejas pueden elegir entre varias opciones al casarse: mantener sus apellidos por separado, adoptar uno común (ya sea el del marido o el de la mujer), o formar un apellido doble. Sin embargo, solo uno de los cónyuges puede llevar el apellido compuesto; el otro debe elegir uno de los dos.
Esto refleja un modelo flexible, pero con ciertas restricciones administrativas, sobre todo de cara a la descendencia: los hijos llevarán el apellido común que se haya acordado.
En Reino Unido, la tradición es fuerte, el cambio, opcional
En Reino Unido, aunque no existe ninguna obligación legal de cambiar el apellido, la tradición es fuerte y muchas mujeres adoptan el del marido al casarse. Esto es especialmente frecuente en contextos conservadores o religiosos.
También está cada vez más extendido el uso de apellidos compuestos unidos por guion (ejemplo: Taylor-Smith), algo que puede hacer cualquiera de los dos miembros de la pareja. Sin embargo, cambiar el apellido requiere actualizar documentos como el pasaporte, lo que implica trámites voluntarios, no automáticos.
Estados Unidos se mueve entre la costumbre y la flexibilidad
En EE. UU., la costumbre más extendida sigue siendo que la mujer adopte el apellido del marido, aunque esto no es obligatorio. Algunas mujeres lo hacen por tradición, otras por una cuestión práctica (tener el mismo apellido que los hijos, por ejemplo).
No obstante, hay libertad para elegir. Muchas parejas optan por apellidos dobles, combinaciones nuevas o incluso por crear un apellido compartido (por ejemplo, fusionando partes de los dos apellidos originales). En algunos estados, el trámite es sencillo; en otros, requiere un proceso legal formal.
En Italia, igualdad legal, resistencia cultural
En Italia, la ley establece que las mujeres no pierden su apellido tras casarse, y los documentos oficiales deben reflejar siempre el apellido de nacimiento. Sin embargo, en la práctica social aún hay muchas mujeres que se presentan como "señora de..." o utilizan el apellido del esposo informalmente.
Respecto a los hijos, tradicionalmente se les ha asignado solo el apellido del padre, pero desde 2022 una sentencia del Tribunal Constitucional permite que los niños puedan llevar los dos apellidos, si los padres así lo acuerdan.
En Países nórdicos, los apellidos son compartidos, modernos y paritarios
En países como Suecia, Noruega o Dinamarca, las leyes permiten una gran variedad de opciones. Las parejas pueden conservar sus apellidos, compartir uno común (el del esposo o de la esposa), o crear uno nuevo a partir de la combinación o fusión de los suyos.
Lo más interesante es que no existe un modelo dominante: la igualdad y la individualidad priman, y es común ver parejas que alternan incluso en el apellido que heredan sus hijos (uno el del padre, otro el de la madre, o ambos combinados).
En Japón hay un apellido único para la familia
Japón tiene una particularidad legal: al casarse, ambos cónyuges deben tener el mismo apellido, por ley. En más del 95% de los casos, la mujer adopta el del marido, aunque también puede ocurrir lo contrario. El cambio es obligatorio si desean registrar su matrimonio legalmente.
Este sistema tiene raíces en la tradición familiar japonesa, donde el apellido representa la unidad del "ie" o casa familiar. Sin embargo, ha sido criticado por colectivos feministas que reclaman la opción de conservar el apellido de nacimiento.
En América Latina, variedad heredada de España, con giros propios
En países de habla hispana como México, Argentina, Chile o Colombia, se conserva el modelo español de doble apellido, y el matrimonio no implica cambios de apellido. Sin embargo, en contextos informales, algunas mujeres aún usan el apellido del esposo como una fórmula social ("María Gómez de Ramírez").
En algunos países, como Perú o República Dominicana, aún es común esa práctica tradicional, pero no tiene validez legal. Los hijos suelen recibir el primer apellido del padre y luego el de la madre, aunque ya hay casos que permiten invertir ese orden si ambos progenitores lo acuerdan.
¿Y en el resto del mundo? Curiosidades globales
- En China, las mujeres mantienen su apellido tras el matrimonio y los hijos suelen llevar el del padre.
- En Corea del Sur, los apellidos nunca cambian tras el matrimonio, y las mujeres no adoptan el del marido ni por costumbre.
- En Etiopía, no se utilizan apellidos familiares, sino el nombre del padre como identificador generacional. Por tanto, no hay transmisión de apellido tras el matrimonio.
- En Filipinas, muchas mujeres adoptan el apellido del marido, pero con fuerte herencia hispana en las estructuras onomásticas.
Los apellidos son una tradición, elección y evolución
El matrimonio puede ser una unión emocional, legal, y también nominal. Pero el destino del apellido no está escrito. Depende del país, de la cultura y, cada vez más, de la voluntad personal. Hoy muchas parejas deciden con libertad cómo quieren llamarse y qué apellido desean transmitir a sus hijos.
Actualmente la identidad está en constante transformación, pero el apellido sigue siendo un símbolo potente de pertenencia, de historia, o de cambio. Y, como todo símbolo, puede evolucionar con nosotros.
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