Diario de un joven en pañales. Segunda temporada. De José Molina
lunes, 1 de diciembre de 2025

Hay edades que solo se entienden en retrospectiva. Eso es, en el fondo, lo que plantea Diario de un joven en pañales. Segunda temporada: el intento de un adulto por asomarse, con humor y algo de pudor, a aquel adolescente torpe, enamoradizo y desbordado que fue en la España de los años setenta.
Se trata de la secuela de Diario de un adolescente en prácticas (Estudio Ediciones, 2004), y retoma al mismo protagonista anónimo en una nueva "temporada" de recuerdos, estructurada como una serie de trece relatos que funcionan casi como episodios de una serie televisiva. Cada capítulo puede leerse de manera independiente, pero juntos encajan como las piezas de un puzle emocional que va componiendo la biografía sentimental del narrador.
Índice
1. Entre la memoria y la ficción2. Un diario nunca escrito
3. El valor del anonimato
4. Humor, vergüenza ajena y ternura
5. Crónica sentimental de la España de los 70
6. Una historia particular con resonancia universal
7. Estructura de "segunda temporada"
8. Datos prácticos
Entre la memoria y la ficción
El libro se mueve en un terreno muy interesante: ese espacio difuso en el que ya no sabemos si lo que recordamos es exactamente lo que pasó o lo que nos contamos a nosotros mismos para poder soportarlo. El autor juega deliberadamente con esa "delgada línea entre la realidad y la ficción", reivindicando la etiqueta de Basado en hechos reales sin renunciar a la libertad literaria.
El protagonista, ya adulto, se sumerge en sus propios recuerdos juveniles para intentar entender quién es hoy. Esa búsqueda convierte la novela en algo más que un simple ejercicio nostálgico: es una reflexión sobre cómo la memoria selecciona, exagera, borra o embellece. El lector se ve abocado a preguntarse hasta qué punto sus propios recuerdos de adolescencia son fiables... o cómodos.
Un diario nunca escrito
Narrada íntegramente en primera persona, la obra se presenta como el "diario nunca escrito" de aquel joven en plena efervescencia vital. No hay fechas ni entradas clásicas de diario, pero sí esa sensación de estar leyendo una confesión íntima, un cuaderno privado que, por algún motivo, el protagonista decide abrir años más tarde.
Esta voz en primera persona es uno de los grandes aciertos del libro: cercana, irónica, algo autocrítica, pero también tierna con ese chaval que todavía no sabía muy bien por dónde le venían los golpes. Se nota que quien escribe lo hace desde una madurez que le permite reírse de sí mismo sin crueldad, aunque bajo el humor asomen heridas, miedos y decisiones que marcaron su vida sentimental.
El valor del anonimato
El protagonista nunca dice cómo se llama. Ese anonimato no es un capricho estilístico: es una decisión coherente con la idea de que lo que cuenta pertenece a un ámbito muy íntimo, casi de autoanálisis. Él escribe, en teoría, para sí mismo, para ordenar lo vivido, no para construir una imagen pública.
Pero ese "sin nombre" tiene otra consecuencia interesante: convierte al narrador en un espejo en el que cada lector puede proyectarse. No importa tanto quién sea él, sino quién fue cada uno en su propia adolescencia. Esa neutralidad identitaria facilita que nos deslicemos dentro de la historia y la leamos como si, en el fondo, hablase un poco de nosotros.
Humor, vergüenza ajena y ternura
Aunque el libro aborda asuntos de fondo bastante serios -identidad, memoria, paso del tiempo, vida sentimental, conflicto interior- el tono dominante es irónico y jocoso. El objetivo declarado es que la lectura sea ágil, entretenida, "para todos los públicos", y eso se consigue a base de situaciones algo disparatadas, malentendidos amorosos, meteduras de pata y escenas de pura vergüenza ajena.
Sin embargo, no se queda en la anécdota graciosa. Buena parte del peso emocional está "entre líneas": tras una situación divertida se intuyen inseguridades profundas, miedo al rechazo, dificultad para encajar en el entorno o para entender las propias emociones. El lector que solo busque pasar un buen rato encontrará humor; quien quiera ir más allá encontrará también grietas y preguntas sin resolver.
Crónica sentimental de la España de los 70
Además de relato íntimo, el libro funciona como una peculiar crónica social de la España de mediados y finales de los años setenta. No se trata de una novela política ni histórica al uso, porque el protagonista está mucho más pendiente de sus líos amorosos y sus dramas personales que de los grandes acontecimientos del momento. Pero, precisamente por eso, el contexto se cuela de forma natural: ambientes, costumbres, formas de relacionarse, referencias culturales, una manera de vivir la juventud muy vinculada a aquella época.
El contraste es llamativo: el narrador habla desde un presente en el que la España de su adolescencia ya no existe, y la mira con una mezcla de extrañeza y familiaridad. Para lectores que vivieron aquellos años, habrá un componente de reconocimiento; para los más jóvenes, la novela ofrece una ventana a un país que ya no se parece demasiado al actual.
Una historia particular con resonancia universal
Aunque está anclada en un contexto muy concreto, una de las virtudes de Diario de un joven en pañales es que las emociones y conflictos que muestra son plenamente vigentes: la búsqueda de identidad, la torpeza afectiva, el despertar sexual, la sensación de no encajar, los primeros enamoramientos que se viven como absolutos... Todo eso es intemporal.
El propio texto lo subraya: la época cambia, pero las dudas esenciales de la adolescencia se repiten generación tras generación. Al terminar el libro, uno tiene la sensación de haber acompañado a un individuo muy concreto en un viaje muy personal, pero también de haber repasado sus propios tropiezos juveniles.
Estructura de "segunda temporada"
Esta entrega se presenta como la "Segunda temporada" de una serie de evocaciones turbulentas que, según indica el autor, queda aquí completada. La estructura en trece relatos-episodios ayuda a dosificar la lectura y refuerza esa idea de serie: cada capítulo tiene su arco, su pequeño conflicto, su tono, pero todos contribuyen a un retrato global del personaje.
La continuidad con Diario de un adolescente en prácticas gustará a quienes leyeron la primera parte, pero la obra también puede disfrutarse de manera autónoma: el retrato que se reconstruye aquí es suficientemente completo como para sostenerse por sí solo.
Diario de un joven en pañales. Segunda temporada es una propuesta híbrida entre autobiografía y ficción, entre memoria y relato inventado, que utiliza el humor para hablar de cosas muy serias sin caer en el dramatismo. Su combinación de diario íntimo, crónica social setentera y reflexión sobre la identidad lo convierte en una lectura cercana, ágil y, al mismo tiempo, más profunda de lo que parece a simple vista.
No es una novela de grandes giros argumentales, sino un viaje interior lleno de pequeñas escenas que, sumadas, dibujan el mapa sentimental de un joven en construcción. Y, de paso, nos invitan a revisar -con algo de ternura y, quizá, con la misma ironía- al adolescente que fuimos.
Datos prácticos
Título: Diario de un joven en pañales. Segunda temporada
Autor: José Molina Melgarej
Editorial: Libros Indie
Año de edición: 2025
Colección / Serie: Secuela de Diario de un adolescente en prácticas (Esstudio Ediciones, 2004)
Género: Ficción autobiográfica / diario novelado de aprendizaje
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