Hay que redistribuir las tareas

Vida en pareja: no trabaja y el otro no

Vida en pareja: no trabaja y el otro no

Uno solo en casa, esperando a la pareja. El otro, estrenando a un compañero/a recién jubilado. ¿Cambian los roles? ¿Cómo evitar los problemas?

Uno de los miembros de la pareja se jubila, pero al otro no le ha llegado el momento. Se plantea una nueva situación y hay que negociar. De lo contrario, lo más probable es surjan discusiones y peleas.

Tradicionalmente se ha considerado que la jubilación afectaba de forma más suave a las mujeres que a los hombres. Hay quien sostiene incluso que en la mujer no se producen -o muy suavemente- los efectos negativos de la jubilación puesto que son amas de casa, sea como actividad principal o como pluriempleo (doble jornada laboral), y del trabajo de ama de casa no se jubila la mujer hasta la incapacidad o la muerte. Sin embargo, en las últimas dos décadas se han ido haciendo públicos los resultados de algunas investigaciones que muestran como las mujeres casadas tienen más problemas para adaptarse a la jubilación que las solteras. Las causas habría que buscarlas seguramente en la pérdida de autonomía, de espacios propios.

Y si es el hombre quien se jubila, los problemas no disminuyen: si se encierra en casa, crea problemas de competitividad con su mujer, encargada de la organización y el orden; pero si no para en casa, la esposa se siente frustrada.

El ama de casa

Cuando toda la actividad de la mujer se ha desarrollado en el hogar, un compañero a punto de jubilarse es también una amenaza. Para muchas, la perspectiva de pasar todo el día juntos en su terreno provoca ansiedad real por diferentes razones: en la mayoría de los casos, la pareja nunca ha convivido durante todo el día, salvo quizá en vacaciones; los intereses y la forma de organizar las actividades individuales, no suelen coincidir; etc. El hombre se instala en casa y su asunción de tareas supone para la mujer la necesidad de reorganizar buena parte de su vida.

Qué hacer

Redistribuir las tareas, modificar los roles que se han desempeñado hasta entonces y construir una nueva forma de convivencia y distribución del tiempo y el poder. Porque en la vida la mejor manera de preparar la jubilación no son los planes de pensiones, sino el cuidado de la pareja, el único capital que no debemos perder nunca.

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