Enamorados toda la vida

Mantener la llama

Mantener la llama

El éxito de una relación de pareja estriba en buena medida en el equilibrio entre «dar» y «recibir» Cuando hay conflictos, lo mejor es manifestar los desacuerdos, negociar llegar a pactos Huye de la tentación de intentar que el otro actúe, piense y sienta lo más parecido posible a nosotros mismos Los gestos de ternura y sin exigencias tienen el camino abonado para una convivencia plena y grata Demostrar admiración mutua, ser cómplices, hacer balance positivo de la relación, ayudarse a ser independientes, ser sinceros y reír juntos, recetas imprescindibles para una relación larga

¿Cuáles son las claves del éxito para una duradera y feliz unión?
En los tiempos que corren, parece difícil que la convivencia se perpetúe. Sin embargo, cuando descubrimos parejas con éxito en su convivencia, se observa que esencialmente se aman. No hay más secreto que el amor. Pero el amor como diría Erich Fromm: «Es todo un arte que hay que aprender y practicar».

Generalmente, cada miembro de una pareja espera que sea el otro el que pueda satisfacer todas sus necesidades y exigencias. Se proyectan unos sobre otros todo tipo de expectativas que generalmente culminan en frustración y conflicto. Parafraseando a Fromm, la mayoría de la gente espera ser amado en lugar de desarrollar la capacidad de amar al otro.

Existen escuelas psicológicas y filosóficas que se dedican expresamente a la atención de parejas en conflicto. En todas estas escuelas se tratan temas comunes como por ejemplo, mejorar la comunicación, es decir, expresar los sentimientos, tanto positivos como negativos, y aceptar los de nuestro compañero o compañera manteniendo una relación limpia de resentimientos; manifestar constructivamente los desacuerdos, poder negociar y llegar a acuerdos.

Isabel y José María tienen 4 hijos y llevan casados 45 años. El camino recorrido no ha estado exento de problemas: la educación de los hijos, el trabajo de ambos para conseguir un patrimonio que les diera estabilidad, y qué duda cabe, las diferencias personales que llevan a las parejas a pelearse en la batalla cotidiana por disputarse el poder y la razón. Actualmente comparten una agradable vida en común. Parece como si no hubieran discutido nunca, aunque no ha sido siempre así. Ellos son ese tipo de parejas que han sabido expresar sus sentimientos, han compartido todas sus emociones, buenas y malas, han sido sinceros y desde la sinceridad han ido aprendiendo a comprenderse y respetarse mutuamente. Jose Mari decía: «Muchas veces he sentido disgusto contra ella, pero nunca he actuado con rabia, solo se lo he expresado con buenas palabras y casi siempre hemos llegado a un acuerdo».

La antítesis de una buena actitud para la comunicación son: pasividad, indiferencia o el silencio; éstas son refinadas formas de agresividad que hieren en lo más íntimo y que generan heridas difíciles de curar.

Otro aspecto en común de las parejas con éxito está relacionado con el equilibrio entre «dar» y «recibir». Con «dar» nos referimos a dedicarse y entregarse en la relación, como por ejemplo: hacer elogios, regalar y cuidar aquellos detalles que le gustan al otro, apoyar, estar disponible para construir una convivencia en común, entre otras actitudes. «Recibir» significa saber valorar lo que el otro nos da, aceptando que hace lo que puede y sabe, y no desvalorando lo recibido, esperando más o algo diferente.

Establecer bases de confianza mutua, es una actitud de suma importancia. Significa esencialmente crear y aceptar el compromiso de estar en la relación, de entregarse a ella, sin dañarla mezclándose con terceras personas. La fidelidad es un compromiso adulto y consciente, elegido libremente. Pero a lo largo de toda una vida de relación, la sombra de la infidelidad puede estar presente. Parece normal y humano, pero traiciona y destruye un pilar fundamental. Muchas parejas no logran superarlo. Si nos enamoramos de otra persona estando en una relación estable, normalmente hay problemas, o bien personales o bien debido a la dinámica de la pareja. Generalmente la infidelidad está vinculada a crisis de convivencia que no han sido ni expuestas ni superadas.

No es fácil aceptar totalmente a la pareja. Observamos frecuentemente la tendencia a intentar que el otro actúe, piense y sienta lo más parecido posible a nosotros mismos. Esta es una actitud que va minando poco a poco los cimientos de cualquier relación ya que implica necesariamente una descalificación de las características de cada cual, actitud que provoca enfrentamientos y rencores.
Margarita y Julián tienen una experiencia de más de 20 años de convivencia. Al principio Julián se enfadaba cuando su esposa salía a trabajar fuera de casa, ya que provenía de un ambiente donde el «hombre» es quien trae el dinero al hogar. El deseo de mantener este rol familiar estaba creando una disensión grave en la pareja, ya que Margarita sentía desvalorado su trabajo y esfuerzo diarios. Las discusiones pusieron a la pareja en grave riesgo. Julián llegó a darse cuenta de que estaba anteponiendo su concepto de lo que «debe ser una pareja» al amor que sentía por su mujer. Pudo aceptar que ella era diferente de su madre y de las mujeres de su familia, incluso de su entorno familiar y social. Sin duda, hizo un gran esfuerzo, pero supo elegir entre conservar a su amor o sus ideas.

La rutina destruye todo lo que toca en las relaciones de pareja; es un escollo que debe ser evitado a toda costa.

Vicky y Juan son, antes que nada, compañeros. Ambos se conocieron en un club de montañismo. Vicky tuvo la experiencia de sufrir la mala relación de sus padres, quienes además de no soportarse se aburrían en una convivencia pobre y triste. Como consecuencia de esta vivencia, Vicky ha buscado ingeniárselas para pasarlo bien con su pareja. Ambos están pendientes el uno del otro para crear ambientes y actividades que enriquecen sus vidas. Sin duda esto es un esfuerzo que merece la pena.

Lo positivo del paso del tiempo es que nos regala «madurez» para saber aceptar progresivamente las diferentes etapas por las que atraviesa una pareja.
En los primeros momentos de la relación se crea una especie de simbiosis. Algunos autores denominan estos comienzos como la «luna de miel» en la que ambos se funden olvidándose del mundo. Estas primeras etapas, llenas de pasión dan paso, poco a poco, a estados emocionales diferentes y no por ello menos intensos y ricos. Quienes pueden nutrir la pasión con gestos de ternura y sin exigencias tienen el camino abonado para una convivencia plena y grata.

Rafael tiene 75 años, enviudó hace cinco. Para él, lo más destacable de la convivencia con su esposa fue la ternura con la que siempre vivieron. La fogosidad de los primeros años fue calmándose a lo largo del tiempo, pero supieron adaptarse y, en las últimas etapas, nunca faltó el cariño y la ternura con lo que pudieron paliar perfectamente sus necesidades sexuales.

Una placentera sexualidad es imprescindible en una relación a largo plazo, pues es el reflejo de un intercambio profundo e íntimo, y representa que es placentero para ambos. Puede no existir una exuberante manifestación sexual, cada pareja tiene sus necesidades diferentes, pero si por las razones que sean, no hay sexo o éste es escaso, que nunca falte la ternura y el cariño.

Otra asignatura del «arte de amar» es crear una relación basada en la empatía.

Si la pareja se establece sobre el amor, sin duda, ambos compañeros pueden sentirse seguros para poder compartir los puntos débiles, y el compañero mostrará una actitud de protección, respeto, en total ausencia de crítica o mala intencionalidad. Debe ser una danza equilibrada en la que uno puede sentirse inseguro en un momento dado y ser protegido, y en otro momento cambiar el rol y apoyar en su debilidad al compañero. De este modo se crea un ambiente de intimidad que posibilita una profunda y fuerte conexión. Es difícil que una pareja se destruya fácilmente si comparte sus puntos vulnerables.

Demostrar admiración mutua, ser cómplices, hacer balance positivo de la relación, ayudarse a ser independientes, ser sinceros, reír juntos, echar mano del sentido del humor en situaciones difíciles, decir «te quiero», cuidar los espacios para disfrute de la pareja, jugar y disfrutar del sexo, pedir demostraciones de afecto sin exigencia, dar afecto sin chantaje, también son buenos recursos para llegar a ser una pareja longeva. En cualquier caso, conseguir crear y fomentar todas estas actitudes no solo es todo un arte, también es la mejor forma de afirmar que el amor existe, pues de otro modo no será posible.


Victoria Artiach. Psicóloga y psicoterapeuta.

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