Audición

¿No escuchas bien? Tu memoria podría estar en peligro desde los 65


Publicado por Patricia Fernández, periodista
Creado: 17 de noviembre de 2025 11:52 | Modificado: 17 de noviembre de 2025 12:04


¿No escuchas bien? Tu memoria podría estar en peligro desde los 65

Escuchar no es solo “oír”; es mantener encendido al cerebro. La relación entre cerebro y audición es tan estrecha que la pérdida auditiva en mayores de 65 años se asocia a más riesgo de deterioro cognitivo y demencia. La buena noticia: detectarla y tratarla a tiempo puede cambiar el rumbo.

El puente invisible entre oído y mente

Imagínate al cerebro como un gran centro de traducción. Cada conversación, cada risa de los nietos, cada noticia en la radio le llega como un paquete de señales que debe decodificar, ordenar y memorizar. Cuando la audición empieza a fallar, aunque sea "un poco", el cerebro trabaja a contrarreloj: dedica más recursos a descifrar sonidos pobres y le quedan menos para otras tareas finas (atención, memoria, velocidad de procesamiento). Ese sobreesfuerzo sostenido desgasta. Por eso hoy ya no hablamos de "oídos" por un lado y "cabeza" por otro, sino de una relación entre cerebro y audición que conviene proteger, especialmente en mayores de 65 años.

Los datos acompañan esta intuición clínica. El riesgo de demencia aumenta de forma proporcional a la severidad de la pérdida de audición: en un estudio clásico, frente a personas con audición normal, el riesgo fue aproximadamente 1,9 veces mayor con pérdida leve, 3 veces con moderada y casi 5 veces con pérdida severa, siguiendo una relación "cuanto más pérdida, más riesgo".

Un factor de riesgo que sí se puede modificar

La relación entre cerebro y audición ha pasado de hipótesis a prioridad de salud pública. La Comisión Lancet sobre prevención de la demencia identificó la pérdida auditiva en la mediana edad como el mayor factor de riesgo potencialmente modificable, responsable de alrededor del 8% de los casos de demencia a nivel global (dentro de un conjunto de factores que, en total, rondan el 40% de prevención teórica). Traducido: si cuidamos la audición, estamos cuidando cerebro.

Y, no se queda en teoría. El ensayo clínico ACHIEVE, uno de los más esperados, mostró que, en adultos mayores con alto riesgo de deterioro cognitivo, una intervención auditiva completa (evaluación + adaptación de audífonos + apoyo) redujo en un 48% el ritmo de declive cognitivo durante tres años, frente a un grupo de educación en salud. No es magia: es prevención aplicada.

¿Por qué la pérdida auditiva empuja hacia la demencia?

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Hay dos caminos que, probablemente, se cruzan:

  1. Vía biológica. Cuando la audición cae, el lóbulo temporal (clave en audición, lenguaje y memoria) recibe menos estímulo y puede "adelgazar" con los años. Ese menor input sensorial deja menos energía libre para codificar y consolidar recuerdos.
  2. Vía social. Oír peor aísla: cuesta seguir conversaciones en bares, reuniones familiares o videollamadas. Ese retraimiento social es, por sí mismo, otro factor que suma riesgo de demencia. De nuevo, la relación entre cerebro y audición se hace visible: menos vida social, menos reto cognitivo.

La dimensión de la falta de audición y por qué actuar ya

La OMS recuerda que más de una de cada cuatro personas mayores de 60 años vive con pérdida auditiva discapacitante. Es mucha gente, y cada década de vida aumenta la prevalencia. En términos de carga de enfermedad, no estamos ante una rareza: es un gigante silencioso.

¿Y en España? Distintas estimaciones sitúan en torno a 1 de cada 5 a los mayores de 65 años con presbiacusia (pérdida auditiva asociada a la edad), una cifra que crecerá con el envejecimiento demográfico. Detectar antes es ganar tiempo: cuanto antes se interviene, mejor se preserva el circuito cerebro-oído.

Señales de alarma que solemos normalizar

  • "Te oigo, pero no te entiendo", sobre todo con ruido ambiente.
  • Subir el volumen de la tele "un punto más" cada mes.
  • Pedir que repitan con frecuencia o evitar reuniones por pura fatiga auditiva.
  • Menos ganas de planes sociales (no por timidez, sino por esfuerzo).

Si te reconoces, la relación entre cerebro y audición ya está pidiendo atención. No esperes a "cuando me jubile del todo": el deterioro auditivo raramente mejora solo.

Qué hacer: un plan en tres movimientos

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1) Revisión periódica.
El neurólogo Ronald Petersen aconseja revisar la audición cada 2-3 años -antes si ya notas señales-. A veces la solución es tan sencilla como retirar un tapón de cera; otras, habrá que valorar adaptación de audífonos o derivación a otorrinolaringología. Lo importante es mirarlo.

2) Tratar para seguir conectado.
La adaptación de audífonos ya no es lo que era: hay modelos discretos, cómodos y con conectividad que facilitan llamadas y videollamadas. En pérdidas severas o profundas, los implantes cocleares han cambiado vidas a cualquier edad. El objetivo no es solo "oír el timbre": es volver a participar y, con ello, proteger funciones cognitivas.

3) Entrenar el cerebro que oye.
La audición no termina en el oído. Programas de rehabilitación auditiva (entrenamiento en discriminación del habla, lectura labial, estrategias de comunicación) y hábitos de higiene sonora (elegir mesas silenciosas, reducir reverberación en casa) descargan al cerebro y mejoran la comprensión. Sumado a ejercicio físico, buena calidad de sueño y vida social activa, el impacto se multiplica.

Mitos que conviene desterrar sobre la pérdida de audición

  • "Los audífonos me hacen mayor." Peor te lo hace un cerebro aislado. Ponértelos es un gesto de autonomía, no de resignación.
  • "Oigo bien... cuando me hablan alto." Entender en ruido es la prueba del algodón. Si ahí fallas, toca evaluar.
  • "Ya me acostumbraré." El cerebro se acostumbra a trabajar de más. Mejor que se acostumbre a oír mejor.

Mensajes claros para familias y cuidadores

Si notas que tu padre, tu madre o tu pareja "se queda fuera" de las conversaciones, no lo achaques solo a la edad. La relación entre cerebro y audición implica que ayudarle a oír es también ayudarle a pensar, recordar y orientarse. Acompaña en la evaluación, anima a probar opciones y, sobre todo, adapta el entorno: habla mirándole, reduce ruido de fondo, articula sin gritar (gritar distorsiona).

¿De verdad cambia algo tratar la audición?

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Las asociaciones estadísticas son robustas: pérdida auditiva ? más demencia. Pero lo que inclina la balanza son los ensayos de intervención: cuando se corrige la pérdida, el declive cognitivo se frena de forma significativa en grupos de riesgo. Incluso estudios observacionales recientes muestran que quienes usan audífonos tienen menos prevalencia de demencia que quienes no los usan con pérdidas similares. La pendiente no desaparece del todo, la edad y otros factores pesan, pero se hace más suave.

No normalices el silencio. La pérdida auditiva no es un peaje inevitable de la edad: es un factor de riesgo modificable para el deterioro cognitivo. La relación entre cerebro y audición nos da una palanca poderosa: revisar, tratar y mantenernos conectados. Si tienes más de 65 años, coloca la audición en tu lista de chequeos imprescindibles, junto a la tensión y la glucosa. Puede que un audífono, una limpieza de oídos o un cambio en el entorno sonoro valgan tanto como mil sudokus. Ganarás conversaciones... y, con ellas, cerebro.

Bibliografía

  • OMS - Hipoacusia y sordera: prevalencia y definición de pérdida auditiva discapacitante.
  • Comisión Lancet (2020/actualizaciones): pérdida auditiva como principal factor de riesgo modificable (?8%) dentro de un conjunto que rondaría el 40% de casos potencialmente evitables o retrasables.
  • ACHIEVE trial: intervención auditiva que redujo un 48% el declive cognitivo en mayores con alto riesgo.
  • España: estimación de 1 de cada 5 mayores de 65 con presbiacusia.

 

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