Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com

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Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.

Se cumplen cien años del primer curso de formación en el trabajo social sanitario

viernes, 13 de abril de 2012

Sucedió en 1912 y supuso el segundo gran paso para el trabajo social sanitario, en aquel entonces denominado «trabajo social hospitalario» o «trabajo social médico». Fue en Boston y se creó vinculado al servicio social médico del Massachusetts General Hospital. El primer gran paso fue la puesta en marcha, en 1905, del primer servicio de trabajo social hospitalario en dicho establecimiento.

Hace mucho que me ronda por la cabeza una cuestión: ¿está el valor y la importancia de la formación especializada en peligro? ¿Se banalizan las aportaciones que pueden realizar los profesionales en un campo determinado, por ejemplo el trabajo social sanitario, frente a aportaciones de gentes de buenas intenciones pero carentes de conocimiento y base experimental? ¿Cómo se explica sino que profesionales (hemos de pensar que lo son) ajenos al trabajo social sanitario establezcan pautas sobre estos servicios? Pautas que incluso pueden ser contrarias a los valores y principios del propio ejercicio del trabajo social sanitario. Por ejemplo «la tramitación de una solicitud para el ingreso en residencia asistida», o «la gestión de una ayuda a domicilio», etcétera. Así, sin más, puro trámite, sin que ello esté apoyado por un diagnóstico social sanitario, empeorándolo el hecho de que vamos transformando unos servicios sociales en meras instalaciones.

La formación es el único camino a seguir para alcanzar una buena práctica profesional, la cual, se apoyará siempre en conocimientos ganados. Unos conocimientos que, además, se han generado siguiendo el método científico. ¿Qué significa ello? Que no todo vale. Que cuando se afirma que «la enfermedad rompe las dinámicas familiares y sociales de la persona enferma» se ha tenido que observar a muchas personas enfermas y sus familias y, analizar lo que la enfermedad ha supuesto en sus vidas. El método científico evita poner en riesgo la vida física, psíquica y social, el existir, de las personas enfermas, en el caso que nos ocupa. Los profesionales del trabajo social sanitario (cualquier profesional) cuando actúan tienen la certeza de que los caminos de intervención escogidos son los indicados para aquel caso. No tiene la certeza del éxito porque la persona es parte del tratamiento, pero sí que ha tomado la mejor opción de las disponibles.

Las intervenciones profesionales suelen ser fluidas y eficaces porque antes, los profesionales, ellos y ellas, han dedicado mucho tiempo al estudio y a poner en práctica lo estudiado. A leer artículos de otros profesionales que han investigado sobre circunstancias concretas. No se llega a profesional porque se haya logrado un título, el título solo permite llegar a la puerta de entrada al universo profesional del que se aspira formar parte. Uno se hace profesional en su ejercicio diario, con la aplicación correcta y ética de lo aprendido. Eso es un camino por caminar dentro de los límites que exige «lo profesional». Así la espontaneidad que surge de la nada es solo instinto que puede resultar efectivo o un desastre. La espontaneidad que surge de la experiencia, del know how, ofrece garantías porque detrás hay muchos casos que la avalan. Por ello este centenario del primer curso de formación en el trabajo social médico es motivo de celebración porque fue el primer paso que permitió a los trabajadores sociales hospitalarios, a los trabajadores sociales médicos, atender a las personas con garantías de que sus problemas serían estudiados y, no solo eso, también diagnosticados y se diseñaría un plan de trabajo, un plan de tratamiento psicosocial.
Dentro del trabajo social sanitario la acción espontánea, improvisada, no tiene espacio y sus patitas son bien cortas. No llega muy lejos porque dicha acción es reactiva, puede calmar el susto, pero no lo evitará en lo sucesivo. Por ello es tan importante la formación especializada para que los profesionales, además de ganar conocimientos propios, sientan la seguridad que implica debatir y cuestionar determinadas intervenciones que puestas en una balanza las puede realizar una buena amistad. Los amigos ocupan una dimensión, los profesionales otra.

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