Blog de José Luis Sampedro. Plusesmas.com

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Experto en genealogía

LA ORDEN DEL TOISÓN DE ORO (II)

martes, 8 de febrero de 2011

Una vez señalado, a grandes rasgos, lo que se entiende por una Orden, entraremos a considerar detenidamente una de ellas, la Insigne Orden del Toisón de Oro, de gran vinculación a la Corona de España, pero muy desconocida en sus elementos verdaderos.

En primer lugar se debe resaltar que la Orden del Toisón de Oro no es española por su origen: fue creada por Felipe III, Duque Soberano de Borgoña, el 10 de enero de 1430, para solemnizar su boda, en terceras nupcias, con la Infanta Isabel de Portugal. Su fundador la puso bajo el patronato celestial de Nuestra Señora y de San Andrés, cuyas aspas borgoñonas tanto enraizaron en España a lo largo de la Historia. El Duque Felipe, inspirándose en la Orden inglesa de La Jarretera, creó la suya tomando como emblemas los de la leyenda de los argonautas: a bordo del Argos, Jasón y sus compañeros (Castor y Pólux, Hércules, Orfeo...) emprendieron una expedición a la Cólquida para rescatar la piel de carnero (el vellocino o "toisón") trenzada de oro y consagrada a Zeus, con la que los hijos del Rey Atamante de Orcómeno, Frixo y Hele, fueron enviados por su madrastra, la Reina Ino, al Rey Eetes, en Eea (hoy Kutais, en el Cáucaso). El vellocino de oro fue colgado de un ciprés en honor de Prometeo, inventor del fuego y antepasado de Eetes, con motivo de la boda de su hija Calcíope, con el exiliado Frixo. Un monstruo, dragón o serpiente, lo custodiaría durante años. Tras múltiples aventuras, Jasón consiguió apoderarse del vellocino sagrado y devolverlo a Zeus, restituyendo a los hijos de Frixo su herencia, el reino de Orcómeno.

Los collares que sirven de insignia a los caballeros de la Orden, numerados y que deben restituirse a su fallecimiento, se componen de eslabones que alternan la "B" de Borgoña con el pedernal y las llamas, recuerdo de Prometeo y divisa del Duque de Borgoña, cuyo lema era: Ante ferit quam flama micet (golpea antes de que surja la llama). De la cadena pende el vellocino de oro. Otras insignias, para ocasiones en principio menos solemnes, pueden añadir todo tipo de fantasías, y son propiedad privada de los caballeros.

En puertas del Renacimiento, el Duque Felipe quería con estos elementos simbolizar la riqueza lanar de su ducado, representada con la piel del carnero sagrado, y el espíritu aventurero de los compatriotas de su tercera esposa, los portugueses, encarnados por los argonautas. Más tarde trató de cristianizarse la Orden, identificando su simbología con la historia de Gedeón, que siendo un pasaje bíblico la alejaba del paganismo, pero este intento del clero borgoñón no tuvo gran éxito.

La riqueza y el valor, junto al ingenio de los caballeros (no más de 24 en sus orígenes), debían ponerse al servicio de la Religión y la Caballería, y ello encontraría cauce en la aún pretendida recuperación para el cristianismo de los Santos Lugares (fracasadas las Cruzadas hasta ese momento) y, más adelante, en 1454, en los proyectos de recuperación de Constantinopla, caída en manos del infiel turco con el consiguiente daño para la verdadera Fe y, ¿por qué no reconocerlo?, del comercio occidental cuyas rutas principales para comunicarse con Oriente sufrían una gravísima alteración con este cambio.

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