Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com
Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.
El regreso a las aulas universitarias
martes, 19 de octubre de 2021
A finales de setiembre se iniciaba el curso académico 2021-2022. La novedad era que se recuperaba el modelo presencial. ¡Todos a clase! Aunque en los primeros días se respiraba cierta inquietud porque los interrogantes eran grandes, el regreso al modelo presencial reverdeció emociones y vivencias olvidadas, la mayoría de ellas sepultadas bajo las rutinas.
La vuelta a las aulas después del verano, el reencuentro, ha resultado estimulante, motivadora y ha dejado al descubierto que toda actividad docente, presencial o virtual, debe nutrirse de estímulos para evitar la rutina y la previsión del guion. La repetición esconde el riesgo de la acción inconsciente, del actuar mecánico. Eran muchas las sensaciones que la cotidianeidad en la docencia presencial había diluido, pero que con el regreso han brotado en un auténtico festín del conocimiento y del diálogo. Pero que nadie se equivoque, a la docencia online le ha ocurrido lo mismo. Se ha renovado y ha desarrollado nuevas metodologías, nuevas formas de enseñar y de aprender a través de la experiencia y la comunicación con el otro. Lo que parece obvio es que aquello que se pueda hacer en pantalla no tiene demasiado sentido hacerlo en las aulas.
Este tiempo de pandemia ha puesto de manifiesto que comparar los modelos docentes presenciales con los modelos docentes no presenciales carece de sentido porque cada uno sigue metodologías propias, y el valor de que existan ambos modelos con sus singularidades está en que son los estudiantes y sus circunstancias los que optan por uno u otro según sus intereses, temperamento y posibilidades. Lo interesante es que antes de la pandemia, grosso modo, el debate de lo presencial versus lo no presencial, se planteaba de manera antagónica, y después de estos meses ha revelado que para nada son modelos opuestos. Se habla de una sociedad inclusiva pero constantemente se excluye a lo otros. Y esto es realmente el siglo XXI, la tecnología al servicio de las personas.
La incertidumbre más acezosa ha irrumpido como nunca en el vivir individual pero también en el familiar y el colectivo. De una u otra forma, todo el mundo ha quedado fuera de su costumbre, de sus rutinas, pero las tecnologías de la información han permitido mantener al mundo conectado, crear redes nuevas. En gran medida allá donde prevalecía la presencia física se pasó a la presencia digital, pero al fin y al cabo presencia.
Cuando en febrero de 2020 todo apuntaba a que nada bueno ocurría los profesionales del sistema sanitario se dieron pronto cuenta de que nos adentrábamos en una realidad desbocada, incontrolable y aquellos que, además estaban en primera línea avisaron de que lo que se avecinaba, no se había visto nunca.
Otra primera línea fue la de los docentes, me centraré en los universitarios que tuvieron que sortear de repente unos contenidos estructurados para la presencia de manera no presencial y tuvieron que atender a un alumnado en shock.
El regreso hace un mes a las aulas presenciales o virtuales ha supuesto una renovación en todos los sentidos de la actividad docente, y algo que he podido constatar es que la necesidad de ayuda, la necesidad el otro, la necesitad de compartir un mismo espacio en el mismo o diferente tiempo, es parte de la naturaleza humana.
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