Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com

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Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.

Objetivo: evitar el éxito de los bulos en salud

lunes, 23 de marzo de 2020

¿Por qué tienen tanto éxito los bulos relacionados con la salud? Para ser precisos ¿por qué triunfan tanto los bulos que más la ponen en riesgo? ¿Por qué ante las evidencias de bulo, de consejos falsos y torticeros, en vez de desestimarlos y eliminarlos, una parte importante de la población los reenvía y así les da vida?

Son mensajes a primera vista pergeñados de falsedades, unos van con etiqueta de recetas milagrosas, otros de alertas embusteras, son opiniones sin fundamento de bebidas mágicas que curan graves enfermedades, pócimas para perder peso, cataplasmas rejuvenecedoras, etcétera. A pesar de la evidente falsedad, como si la verdad no importara, se reenvían y reenvían y reenvían. ¿Se ha perdido la capacidad de analizar los contenidos? ¿Dónde queda la ética personal en todo ello? 

Sin embargo, los bulos no surgen solos, los alumbran personajes sin escrúpulos, no hay otra lectura, y los distribuyen gentes de todo tipo, pero la mayoría sin pensarlo y con gran inconsciencia. Cada reenvío sin mala intención, por acto automático que resulte, contribuye a dar vida a estas falsedades y con ello a dar una pseudo credibilidad a lo que contienen. Las ganas de sumar «me gustas» en las redes sociales rompe los mínimos códigos de la ética personal. 

Muchos de estos bulos encuentran abono en personajes, más o menos populares, algunos, antaño cosechadores de éxitos, tan atrapados por el envanecimiento y la arrogancia como por el desconocimiento de los asuntos de los cuales hablan o escriben. Al amparo de la libertad de expresión estos personajes vulneran el derecho fundamental a la información veraz de las personas y con su verborrea contribuyen eficazmente, aún con su torpeza, a perjudicar a quienes sin pensar les toman en cuenta. Son seres que habitan en las pantallas, en las plataformas de redes sociales y, muchas veces, lamentablemente se cuelan en medios de mucha mayor audiencia, con lo que logran así multiplicar su presencia y con ella el bulo. A partir de este momento se cuelan en las vidas de la ciudadanía, la cual se convierte, sin pretenderlo, en correa de transmisión de falacias y pasto abonado para su proliferación. Su mensaje, masajea los oídos, activa las emociones, permite la rápida identificación, pero no tiene base científica y puede incluso ocasionar daño. 

Resulta que a veces pueden acertar en algo, pero acertar no es saber. Uno no sabe el número de lotería que será el afortunado, adquiere uno por corazonada, por impulso, por presentimiento, pero ello no significa que sea el número que le lleve a ganar un premio. Esto no tiene nada que ver con el conocimiento sino con el azar. De igual modo, con una opinión sobre la salud se puede acertar con su contenido, pero no se trata de acertar si no de conocer, de saber que tal o cual acción es beneficiosa para la salud. 

Las gentes charlatanas han existido siempre y mal que pese, seguirán existiendo, sin embargo cada persona está en disposición de creerse o no creerse sus falsedades, de pasar por alto sus mensajes, de cortar su continuidad, o, por el contrario, darle credibilidad y con ello divulgación convirtiendo la mentira en popular. 

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