Virología Vs Política. Individuo Vs Grupo

A los equipos de investigación virológica del mundo les queda mucho aún por comprender la COVID-19, pero después de meses in extremis y de los esfuerzos ingentes realizados para probar tratamientos y avanzar en la vacuna, se empiezan a revelar los primeros frutos en forma de conocimiento de este virus que, de golpe, ha logrado paralizar y condicionar el existir ya diezmado de una humanidad que lleva años en crisis permanente. Pocos son los que viven tranquilos.

Un virus es un virus y se comporta como un virus. No atiende a ideologías, ni geografías... Busca contagiar al máximo número de individuos y transmitirse por las más vías posibles. Éstas se están identificando, pero día tras día aparecen nuevas teorías que deben validarse a partir de método científico. A priori, no obstante, permiten a las personas mejorar las barreras de protección. Las sospechas generan hipótesis, pero las hipótesis no llevan a conclusiones, solo a recomendaciones. Únicamente el tiempo y la repetición de los resultados permiten concluir.

Pero si un virus es un virus y lo estudia la virología, la lógica indica que, en los primeros episodios, las autoridades políticas deben ponerse al servicio de los virólogos, de los epidemiólogos, de los expertos en salud pública que se dedican a ello. Las autoridades políticas deben adoptar un pensamiento científico antes que político y no entorpecer con sus dudas de principiante, seguramente lógicas, pero también inoportunas, cuando la emergencia obliga a decidir con rapidez sobre las diferentes estrategias. La carrera contrarreloj inicial necesita de la pericia y experiencia. Las mismas autoridades también deben atender a las peticiones de los profesionales hospitalarios y de los centros de atención primaria: profesionales de la medicina, de la enfermería y del trabajo social sanitario. Este último colectivo, menos tratado por los mass media pero ha resultado esencial para que las personas contagiadas y sus familias pudieran hacer frente a lo inimaginable meses antes, seguir siendo máxime autosuficientes por sí mismas o con las ayudas avaladas por el diagnóstico social sanitario. La persona debe seguir labrando su vida, sola o con ayuda.

¿Y la economía? Sin duda es prioritaria, pero la salud es lo primero. Cuanto antes se controla la enfermedad, antes vuelve la vida a fluir y se restablece la economía. La economía permite financiar los servicios sanitarios y sociales.

Nunca se retornará al punto de partida, después de la enfermedad siempre hay roturas, pero se sigue tejiendo el existir. Los profesionales sanitarios expertos en el modelo biopsicosocial saben que atienden a personas enfermas y no enfermedades. Lo primero es el virus. En el sistema sanitario es la persona infectada, su familia, lo social, entendido ello como la suma de fuerzas vitales e ideológicas de todas las individualidades que conforman un vivir variado en un contexto que también sufre y sed desgarra con las pérdidas.

Pero si un virus es un virus, un individuo común, sin conocimiento de la materia, está condicionado por sus creencias y elucubraciones. De acuerdo con su poder y exposición, sus opiniones influirán más o menos, pero al margen de éstas el virus seguirá infectando, porque es un virus y no se lo puede adiestrar. El cómo se han posicionado los gobernantes y sus gobiernos ante la COVID-19 empieza a mostrar sus resultados y permite a cada ciudadano emitir sus propias conclusiones.