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Así cambian los apellidos con las migraciones


Publicado por Patricia Fernández, periodista
Creado: 6 de junio de 2025 10:33 | Modificado: 6 de junio de 2025 12:17


Así cambian los apellidos con las migraciones

¿Sabías que tu apellido podría sonar muy distinto si tus antepasados hubieran migrado a otro país? Las migraciones han transformado miles de apellidos en todo el mundo, modificando su escritura, pronunciación e incluso su significado. Te contamos por qué ocurre, cómo y qué historias se esconden detrás.

Un apellido es más que un nombre

Nuestros apellidos nos conectan con nuestras raíces, con la historia familiar y, en muchos casos, con un lugar de origen. Sin embargo, pocos elementos son tan sensibles al cambio como los apellidos cuando se produce una migración. Desde tiempos antiguos, las personas han cambiado de país, de lengua, de cultura... y con cada movimiento, sus nombres y apellidos han tenido que adaptarse.

La llegada a un nuevo país suele implicar un choque entre sistemas lingüísticos, ortográficos y administrativos. Muchas veces, el apellido original resulta difícil de pronunciar o de escribir en la nueva lengua. Otras veces, son los propios funcionarios quienes lo adaptan según su oído o su costumbre. Así, apellidos que tenían siglos de historia pueden verse transformados en apenas una generación.

Este fenómeno ha afectado a millones de personas en todo el mundo, y sigue ocurriendo hoy. Vamos a ver cómo y por qué cambian los apellidos cuando hay migraciones, con ejemplos reales y anécdotas sorprendentes.

Los apellidos viajan... y se transforman

Cuando una persona o familia emigra, su apellido viaja con ellos. Pero ese apellido no siempre "encaja" en la nueva cultura. Por ejemplo, si un apellido es difícil de pronunciar en el nuevo idioma, es probable que se simplifique o se modifique fonéticamente.

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Esto ocurrió de forma masiva con los migrantes europeos que llegaron a América a finales del siglo XIX y principios del XX. En Estados Unidos, muchos apellidos alemanes, italianos, polacos o irlandeses fueron alterados en los puertos de entrada como Ellis Island. No siempre por error: a veces era una decisión deliberada para integrarse mejor o evitar discriminación.

Errores de transcripción y fonética improvisada

Uno de los cambios más frecuentes se debe a los errores de transcripción por parte de funcionarios que no entendían el idioma original. El apellido polaco Kowalski podía convertirse en Kovalsky, Cowalski o incluso en algo completamente distinto como Coleman si el sonido resultaba demasiado ajeno.

En América Latina, muchos apellidos de origen árabe, como Haddad, Karam o Abud, fueron "españolizados" cuando familias sirias o libanesas llegaron al continente. Así, Jamal pasó a ser Gamal, Jure se convirtió en Yuri o Juri, y otros apellidos se fundieron con fonéticas locales.

Simplificar para sobrevivir, o integrarse

Algunos cambios fueron voluntarios. En ocasiones, los propios migrantes modificaban sus apellidos para evitar rechazo social, para facilitar su inserción laboral o simplemente para pasar desapercibidos. Un ejemplo clásico: Giuseppe Rossi podía convertirse en Joseph Ross al llegar a EE. UU. por sonar más "anglosajón".

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En Alemania, judíos ashkenazíes cuyos apellidos eran muy marcados, como Goldstein o Rosenbaum, los acortaron o modificaron al huir del nazismo. En muchos casos, era una medida de protección.

La influencia del alfabeto

Las diferencias entre alfabetos también provocan cambios drásticos. Los apellidos en ruso, árabe, chino o griego han tenido que adaptarse al alfabeto latino al migrar a Europa o América. Y como no existe una única forma de "transcribir" esos sonidos, se generan múltiples versiones de un mismo apellido.

Por ejemplo, el apellido ruso CmnpHoB puede aparecer como Smirnov, Smirnoff o incluso Esmirnov. Lo mismo ocurre con apellidos coreanos cuyo signo ortográfico, incomprensible para otros paísos, puede verse como Park, Pak o Bak según el país donde se registre.

Apellidos partidos, fusionados o traducidos

En muchos países hispanohablantes, se utilizan dos apellidos: el paterno y el materno. Pero en países como Francia, EE. UU. o Alemania esto no es común. Por eso, cuando una persona con apellidos compuestos migra, a menudo uno de ellos se pierde, se fusiona o se convierte en segundo nombre.

En otros casos, los apellidos se han traducido literalmente. Algunos apellidos alemanes como Schneider (que significa "sastre") fueron traducidos a Taylor. O el apellido Weiss, que significa "blanco", pasó a ser White.

Los apellidos indígenas y su invisibilización

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En América Latina, otro fenómeno llamativo es la desaparición de apellidos indígenas tras procesos de colonización o mestizaje forzado. En muchos registros, los nombres originales fueron reemplazados por apellidos españoles comunes como García, Pérez o Rodríguez, incluso aunque la familia no tuviera ninguna relación con esos linajes.

Actualmente, hay movimientos en países como México, Perú o Bolivia que están recuperando apellidos quechuas, aymaras o náhuatl como parte de una reconstrucción de la identidad cultural. Algunos ejemplos incluyen: Kkallo a Lengua, Wassi a Casas, Willka a Santos, o Punku a Puerta

Lo que revelan los apellidos "mutantes"

Cada apellido que ha cambiado con el tiempo o el lugar es como una cápsula de historia personal y colectiva. No solo nos cuenta de dónde venimos, sino también qué caminos recorrimos, qué temimos, qué quisimos preservar o disimular.

Hay historias de orgullo, como la de familias que mantuvieron un apellido impronunciable durante generaciones para no perder su identidad. Y también las hay de dolor, como quienes cambiaron el suyo para huir de una guerra, una persecución o una frontera hostil.

Hoy, muchas personas que investigan su genealogía se encuentran con "saltos" en los apellidos de sus antepasados: pequeñas pistas de migraciones, matrimonios mixtos o adaptaciones culturales que dejaron marca en el nombre.

¿Qué pasa hoy con los apellidos migrantes?

Aunque hoy las migraciones son diferentes, menos masivas, más controladas, los apellidos siguen cambiando. En muchas familias de segunda generación, los hijos reciben versiones modernizadas o simplificadas del apellido de sus padres, o se les pone un segundo nombre que sirva como "puente cultural".

Además, con la globalización, hay una mayor tolerancia a la diversidad onomástica. Ya no es imprescindible castellanizar un apellido árabe o anglosajonizar un nombre español. Sin embargo, en algunos contextos administrativos, los errores de escritura o pronunciación siguen ocurriendo.

Un apellido es un mapa, no una cárcel

Que un apellido cambie con la migración no es una pérdida: es una transformación. Los apellidos son herramientas vivas, adaptables, que viajan con nosotros y se amoldan al entorno. A veces se deforman, a veces se reinventan... y a veces regresan a sus raíces con nuevas generaciones que los redescubren.

La historia de los apellidos migrantes es también la historia de la humanidad en movimiento. Y cada letra cambiada, cada acento perdido, es una huella más en ese gran relato compartido.

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