El auge de la genealogía

El interés que toman las clases medias de Europa y de toda América por el estudio de sus raíces familiares es un fenómeno evidente. La multiplicación de publicaciones acerca de estas materias, el creciente números de asociaciones que se dedican a estos estudios y sus frecuentes congresos, cursos y conferencias, la demanda de documentos relacionados con la investigación genealógica en bibliotecas y archivos y un largo etcétera de ejemplos demuestran el esfuerzo que dedican muchos ciudadanos para conocer los orígenes de sus familias.

Pero no sólo hay personas dedicadas al estudio de sus propias familias; los historiadores, sociólogos, juristas, médicos, biólogos, zoólogos y otros muchos investigadores y especialistas en muy diferentes ramas científicas deben manejar diariamente datos y estadísticas referentes, más o menos directamente, a la genealogía.

¿Cuál es la explicación de este fenómeno?

Hay muchos motivos concluyentes en esta situación. Han transcurrido ya más de sesenta años desde el final de la II Guerra Mundial y, desde entonces, la situación político económica de Occidentes de estabilidad y moderada prosperidad. Tres generaciones se han sucedido acometiendo estudios humanísticos, sociológicos, históricos y hasta filosóficos en los que cobra interés el estudio de la familia como institución social, estudio al que se dedican centros e individuos de diferente color ideológico.

Tal fenómeno resulta más acusado a partir de la década de los 90 del siglo XX, con la desaparición de los regímenes marxistas de la Unión Soviética y el centro y este de Europa, desencadenándose una pasión por la búsqueda de antepasados, ocultos en las sociedades hasta ese momento colectivistas, a la vez que se buscaban afanosamente líneas genealógicas justificativas de derechos de propiedad sobre bienes incautados que iban a ser devueltos a los herederos de sus antiguos propietarios.

Tampoco son ajenos a este proceso de crecimiento de la genealogía, la incorporación a la investigación de gran cantidad de jubilados, con capacidad de análisis, económica y, sobre todo, con tiempo suficiente para ocuparse de estos asuntos.