Si la pensión es tu único ingreso, reduce gastos

Aprende a adaptarte a ingresos inferiores en la jubilación

Aprende a adaptarte a ingresos inferiores en la jubilación

El paso de la vida activa a la jubilación comporta una reducción notable de los ingresos, puesto que la pensión oscila entre el 70 y el 80% del último sueldo.

Si la pensión es el único ingreso, no hay más remedio que replantear los gastos, especialmente los NO necesarios.

En Plusesmas.com, exploraremos las consideraciones clave para tomar decisiones informadas sobre la adaptación a ingresos inferiores en la jubilación, evitando errores comunes y garantizando que la realidad del cambio de domicilio se ajuste a las necesidades y deseos individuales.

Una casa «nueva» en la jubilación

Cambio de ritmo, cambio de ingresos, cambio de necesidades, cambio de roles...Y, tal vez, cambio de domicilio. Sí, a menudo, la jubilación va acompañada de una mudanza y de una serie de modificaciones.

Las preguntas que surgen

En la etapa de la jubilación, las prioridades ya no son en absoluto las mismas.
¿Qué sentido tiene vivir cerca del lugar de trabajo si no se va a volver a trabajar? ¿Para qué queremos tantos dormitorios si los hijos ya no los ocupan? En una vivienda en la que se va a pasar buena parte del tiempo, ¿no es más importante el confort que la cantidad de metros cuadrados? ¿No sería más cómodo un piso con ascensor ahora que el cansancio se nota antes? ¿No sería preferible vivir en un barrio más animado, con tiendas de fácil acceso y centros sanitarios cercanos? ¿Un lugar más soleado y alegre...? Acercarse al escenario de la infancia y reencontrarse con las raíces es tentador... Inevitablemente, la pregunta surge: ¿quedarse o cambiar?
La respuesta está en función de las necesidades de cada uno, de sus medios, de las oportunidades. En cualquier caso, hay preguntas que debemos hacernos y errores que son preciso evitar. Antes de abordar una mudanza y, sobre todo, un traslado a otra ciudad, hay que considerar tranquilamente todos los inconvenientes, para que la realidad se ajuste a las necesidades.

Estas serían algunas de las consideraciones que es conveniente plantearse:

Con relación a la economía, hay que preguntarse si los nuevos gastos serán superiores a los actuales y si sobrepasarán el límite del 25% considerado normalmente como tope máximo para los gastos dedicados a la vivienda. Este porcentaje, evidentemente, habrá que aplicarlo a los ingresos que se perciban tras la jubilación.

  • ¿El arreglo de la nueva vivienda no necesitará a corto o medio plazo inversiones superiores a las que seremos capaces de soportar?

  • Ofrece condiciones para procurar, primero, el confort deseable en un espacio que va a ser «muy vivido», y las condiciones, después, que con el paso del tiempo se harán imprescindibles? Consideremos el tema de las escaleras y la calefacción.

  • ¿Hay espacio suficiente para acoger a los invitados de paso: hijos, nietos...? ¿Es un lugar seguro para los niños más pequeños?

  • Resulta práctico tener cerca comercios (¿es indispensable el coche para desplazarse?), atención médica (hospitales, centros de salud...), lugares de ocio (gimnasios, piscinas, cines, asociaciones...). Es importante contar con la proximidad de la familia y de los amigos.
  • ¿Cuenta el domicilio con un «rincón» para él y para ella, que facilite la cohabitación?

A estas cuestiones básicas se pueden, y se deben, añadir otras en función de las particularidades de cada uno y de cada lugar.

Evitar espejismos en la jubilación

¡Cuidado con dejarse engañar por los espejismos! Querer pasar la jubilación al sol es muy respetable. Pero nos podemos encontrar al sol sin familia, sin amigos y en un lugar desconocido. El calor de un clima agradable no sustituye al calor de un lugar en el que uno se sienta bien y rodeado de personas queridas.

Algunos jubilados sienten también la tentación de volver a los lugares de origen. ¡Pero se llevan muchas desilusiones! Muchos quieren estar cerca de sus hijos y de sus nietos. Una buena idea, a condición de no olvidar que, en este caso, el deseo debe ser recíproco, y la aceptación de los hijos, indispensable.

Hay que tener en cuenta que actualmente la movilidad geográfica por motivos de trabajo es bastante más frecuente que hace años. Nada nos asegura que nuestros hijos no van a trasladarse a vivir a otra ciudad.

Por tanto, no parece acertado cambiar radicalmente ni de casa ni de entorno. Dejar la ciudad por el campo puede reservarnos sorpresas desagradables. Tantas como dejar el campo por la ciudad...

Cierto que la elección final muchas veces no es más que un término medio. ¡Pero más vale una decisión prudente que un error!

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