Ana Alcolea: “Carmen, ¿dónde has estado escondida hasta ahora?”

martes, 22 de febrero de 2022

Ana Alcolea: “Carmen, ¿dónde has estado escondida hasta ahora?”

Carmen Menéndez, de 73 años, presenta 'Viaje de otoño', una primera novela que asombra a plumas consagradas.

En esa pregunta, "¿dónde has estado escondida hasta ahora?", se resume el asombro que despierta entre escritores consagrados, como Ana Alcolea, (Premio de las Letras de Aragonesas 2019, Premio Cervantes Chico, Premio Anaya...) Viaje de otoño, la primera novela de Carmen Menéndez, una autora novel de 73 años, que acaba de ser publicada por La Discreta. La selección por parte del comité editorial se hizo en todo momento sin conocer la edad de la autora, compitiendo en igualdad de condiciones con el resto de originales recibidos.

Ana Alcolea y Paloma González Rubio (premios José Saramago, Alandar y finalista del Anaya 2021) presentaron recientemente Viaje de otoño en Madrid en una conversación con la escritora, doctora en Pedagogía, Profesora de Educación Secundaria y autora de libros relacionados con su profesión, pero cuya relación con la ficción hasta la fecha se había limitado a cuentos y algunos guiones cinematográficos.

Esa experiencia previa se ajusta con su forma de aproximarse a los relatos, según confiesa: "Yo no invento historias, sino que las veo". De algunas de esas imágenes surgió el argumento de lo que, en principio, iba a ser un nuevo cuento.

Ana Alcolea subraya que Viaje de otoño no parece en ningún momento una primera novela. "Estamos ante una escritora con oficio, que bucea en aguas procelosas, complicadas, íntimas, llenas de silencios y de oquedades, en una novela que habla de los grandes temas universales: la búsqueda del padre, las ausencias, el viaje como símbolo del conocimiento de uno mismo, las sociedades cerradas, la infancia con sus miedos, la madurez con los suyos, los amores imposibles, la educación como ascensor social. Los grandes temas de la literatura y de la vida". Temas dispuestos en "una historia que nos va sorprendiendo en cada capítulo".

Cómo aquel cuento se convirtió en una novela lo explica así: "A medida que los personajes se iban definiendo, adquirían mayor protagonismo hasta que fue necesario llegar con ellos a un acuerdo: ampliaríamos sus respectivos papeles para que se vieran suficientemente reflejados en ellos con la condición de que el argumento no excediera el inicialmente previsto y los nuevos personajes que pudieran surgir sirvieran solo para perfilar a los anteriores".

Un viaje al pasado de una familia

Viaje de otoño, dice Ana Alcolea, es un "viaje al interior de una familia y de una persona". Nos cuenta el recorrido real y biográfico de Pablo, el protagonista, al encuentro de su pasado. Triunfador en lo profesional pero acuciado por un terrible drama personal, se aleja de París para emprender un viaje que cree a ninguna parte.

Pero las carreteras y su propio inconsciente le van llevando hasta un pequeño pueblo del interior de España. Allí se reencontrará con su propia infancia marcada por acontecimientos que quedaron sin cerrar y que iremos descubriendo conforme avance la narración, de sorpresa en sorpresa, acompañados por personajes de una pieza: su padre, su madre, el maestro, todos unidos por un objeto simbólico: una bicicleta.

Marcharse

En esta historia, padre e hijo comparten el hecho de marcharse del pueblo. "La necesidad de marcharse es diferente entre padre e hijo -dice Carmen Menéndez-. El padre es un soñador, un romántico que busca espacios. No se encuentra a disgusto en el pueblo, pero quiere ampliar su mundo y por eso se marcha. El hijo es mucho más racional. Se va de forma organizada y lo hace tan bien que tiene éxito, triunfa y eso le lleva a cortar con lo anterior. Pero le ocurre algo terrible y entonces regresa. Los dos tienen necesidad de salir, lo problemático son sus vueltas".

Pero Viaje de otoño no es una novela solo de hombres. Las mujeres tienen una presencia fundamental. "Hay mujeres calladas -destaca Ana Alcolea-, víctimas de los silencios ajenos y propios, de la necesidad del silencio y víctimas de los gritos ajenos".

Mujeres que, según la autora, quien sorprendentemente se declara poco conocedora del mundo rural, a pesar de la precisión con que lo retrata, "se mueven en un ambiente reducido con unas normas estrictas, con una distribución de papeles que todo el mundo cumple, excepto estos padre e hijo, Andrés y Pablo. Las mujeres cumplen con su papel, con lo que se espera de ellas. Hay quien dice que mis mujeres son menos lanzadas y decididas que yo misma. Yo pienso que son mujeres muy fuertes, que viven en un entorno en el que no todo el mundo puede ser Juana de Arco y que a lo mejor ni siquiera se platean serlo. Viven en ese entorno, salen adelante dentro de él y aunque en un momento dado puedan rebelarse, la rebelión se acalla porque en el ambiente en que están no cuentan con otra opción. Los hombres sí la tienen".

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