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Con unos cuidados muy sencillos, la espectacular floración de las orquídeas tropicales nos acompaña durante meses. Un hermoso contrapunto a la gris monotonía del invierno.
Exóticas, bellas, duraderas y muy fáciles de cuidar, las orquídeas reunían todos los requisitos para convertirse en las flores de moda. Pero para ganar este puesto han tenido que superar poco a poco una equivocada reputación que las acusaba de ser plantas complicadas y carísimas.
Y es que durante el siglo XIX y gran parte del XX, las orquídeas que se conocían en Europa llegaban de los trópicos, y tanto los horticultores profesionales como algunos aficionados privilegiados pagaban por ellas pequeñas fortunas. Para evitarse sobresaltos las guardaban en lujosos invernaderos, y así surgió la idea de que solo los grandes expertos podían cultivarlas.
Indudablemente las cosas ya no son así. Los nuevos métodos de propagación han permitido una drástica caída de los precios y, aunque sigue habiendo ejemplares raros mucho más caros, por 18 ó 20 euros cualquiera puede iniciarse en este apasionante cultivo. Además, el ambiente caldeado de nuestras casas es muy adecuado para la mayoría de las especies. En particular para las Cymbidium, Phalaenopsis y Paphiopedilum que son las más fáciles de mantener y las habituales en cualquier floristería.
Es la más resistente, pues se trata de una planta casi rústica que soporta bajas temperaturas, por lo que resulta una elección perfecta para una terraza acristalada. Colóquela en un lugar luminoso donde los rayos del sol no incidan directamente. La temperatura óptima para su cultivo oscila entre 10 y 18 ºC, ya que con más calor las flores se marchitan enseguida. Florece en invierno y primavera. Durante el verano se puede tener en la terraza.
Requiere temperatura más alta, entre 18 y 24 ºC, y mucha humedad. Conviene pulverizarla a diario, sin dejar que el agua quede encharcada sobre la planta. Las flores aparecen de forma escalonada sobre largas espigas que se curvan bajo su peso. Cuando se haya marchitado la última, córtela por el pedúnculo, pero deje intacto el tallo, que volverá a florecer. Necesita buena luz sin sol directo.
Se la conoce también como Zapatilla de Venus porque sus pétalos inferiores se curvan formando una especie de babucha. Necesita igualmente entre 18 y 24 ºC durante el día, aunque tolera temperaturas inferiores siempre que la atmósfera no esté enrarecida. Acostrumbrada a la umbría de las selvas tropicales, no requiere tanta luz como las anteriores. Conviene pulverizarla con agua a diario.
Pilar Gómez-Centurión
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