Lago titicaca, «madre de las aguas»

Lago titicaca, «madre de las aguas»

¿quién no se dejaría seducir por este exótico lugar donde viajar al pasado no es fruto de la imaginación? diversas son las leyendas que rodean al lago titicaca y que contribuyen a aumentar su misterio. deslizarse por sus aguas a bordo de una barca de totora o dar un paseo por las islas del sol y de la luna son experiencias que hacen vivir al viajero sensaciones mágicas...

Podría decirse que hay dos tipos de lugares en el mundo. Unos son los que visitas y dices: «Bien, ya lo he pisado y no creo que vuelva». Otros, los que cuanto más conoces, más te apetece volver.

Especialmente, si en ellos encuentras el encanto del pasado y una profunda placidez difícil de experimentar en tu entorno cotidiano. El lago Titicaca es uno de estos últimos.

Perú y Bolivia comparten casi a partes iguales el lago Titicaca, ubicado en el centro de la cordillera de los Andes. Para ambos países significa una excelente vía de comunicación. Desde la ciudad peruana de Puno se puede realizar la travesía longitudinal del lago, hasta alcanzar el puerto de Guaqui (Bolivia), punto terminal del ferrocarril. Pero si elegimos La Paz como punto de partida, tendremos la oportunidad de recorrer buena parte del altiplano boliviano, con sus extensas y verdes praderas, siempre bajo la mirada del punto más prominente del país: el monte Illampu (6700 m). La meseta es una zona de intenso pastoreo donde pace gran número de camélidos, entre los que destacan las típicas llamas. Bien adaptadas estas a las grandes alturas, son muy útiles para el transporte de pequeñas cargas.

En apenas una hora de automóvil se llega a la península de Copacabana, en cuyo puerto se embarca para realizar la travesía de la parte meridional del lago en un moderno catamarán. Pero antes, es obligada una visita al poblado. Lo primero que llama la atención, al igual que en el resto del país, es la indumentaria de sus habitantes, con sus vestidos de abigarrados colores. Los hombres envueltos en ponchos rojos y las mujeres con amplias faldas, adornadas con el tradicional sombrero de bombín (chola) de color claro, que hace resaltar aún más la negrura de sus trenzas. En sus mercadillos, los indígenas preparan las mesas de la Pachamama (Madre Tierra): mirra, incienso, tierra de 12 colores, fetos de llama, dulces, hojas de coca y vino. Las mesas pueden conseguir el favor de la Madre Tierra y atraer hacia el oferente la buena suerte. En estos mercadillos también puede encontrarse una gran variedad de hierbas medicinales que «lo curan todo», además de artesanía, pieles de alpaca, etc.

Regreso al pasado
Tan pronto como el viajero se asoma al lago navegable situado a mayor altitud del mundo (3808 m) y el mayor de América del Sur (8550 km2), le invade la sensación de haberse introducido en el túnel del tiempo. Una sensación que ya no le abandonará hasta que se aleje definitivamente de él. Es como un regreso a la vida lacustre. Un paseo por sus aguas en balsa de totora -madera que se extrae del tallo de la planta que lleva su nombre; es común en zonas pantanosas, su hoja es perenne y mide entre uno y tres metros- ya permite vislumbrar el «pueblo de los juncos», los uros, grupo étnico descendiente, tal vez, del pueblo más antiguo, o herederos de su forma de vida, que habitan las islas «flotantes» construidas con juncos. Según la mitología, el héroe civilizador Manco Cápac surgió de estas aguas para fundar el imperio inca. La importancia histórica de este lago es, por tanto, extraordinaria. Desde él se propagaron las culturas incaicas, como lo atestiguan sus ruinas. Aún hoy, se pueden contemplar los restos de su pasado esplendoroso -civilizaciones inca y de Tiwanaku- en los templos y palacios de las islas del Sol y de la Luna.

La identificación étnica de la zona es bastante compleja. En la actualidad, y desde tiempos remotos, las orillas del lago Titicaca se encuentran ocupadas por los indios aimaras, de baja estatura, introvertidos, y muy trabajadores. Estos indígenas conservan antiguas costumbres, la indumentaria de antaño y los métodos primitivos de cultivo. La población aimara siembra, sin necesidad de riego, hasta las primeras estribaciones de los montes, cereales, legumbres, maíz y coca, estimulante este indispensable para los nativos. Su masticación les permite una perfecta adaptación a las extremas altitudes en las que viven, así como evitar el cansancio de sus duras tareas y conservar una sana y blanquísima dentadura. Los aimaras conocen, desde hace miles de años, la cerámica, las técnicas para trabajar el oro, la plata y el bronce, y el arte de tejer. Tejen sus paños con lana de vicuñas o de alpacas. Esta costumbre se mantiene aún intacta. Los ponchos o mantas, prendas indispensables del indio, están tejidos con franjas o bandas muy vistosas, que atraen siempre la mirada del visitante.

Pero los aimaras no son los únicos habitantes del lago. Aunque carecen de importancia numérica, también tienen un extraordinario interés los uros, que conviven con los aimaras. Representan, posiblemente, el resto de la antiquísima civilización de Tiwanaku, que floreció tres siglos antes de Cristo. Su origen, pero sobre todo su desaparición, son aún un misterio y su simbología pétrea todavía no ha sido descifrada.

Barcas de totora...¡a diez por hora!
Como en las orillas del lago no crecen los árboles, la carencia de madera ha obligado a los indios a construir sus típicas barcas, desde tiempo inmemorial, tejiendo los juncos de la planta llamada «totora», que crece a orillas del lago. Con estas balsas, ligeras y frágiles, se aventuran a adentrarse en sus aguas, dulces, limpias, transparentes y de notable riqueza piscícola. En su superficie flotan enormes cantidades de hierba especial que sirve de pasto a la variedad de camélidos que habita la meseta: llamas, ovejas, alpacas y vicuñas. Curiosamente, estas aguas ejercen una influencia moderadora en el clima de todo el entorno (15º C). Uno de los destinos de la travesía es, entre otros, la isla del Sol, la principal del lago. Se arriba a un embarcadero cercano a ella y desde este el viajero es trasladado a bordo de una gran barcaza de totora que le conduce hasta la orilla insular. La ilusión de pisar esta isla pronto se torna en entusiasmo cuando descubre que sus habitantes viven, efectivamente, como lo hacían sus antepasados hace cientos de años. El primitivo mundo indígena cobra de nuevo vida y es fácil que uno se sienta un poco intruso entre ellos. ¡Le dan a uno ganas de andar de puntillas para no molestarlos!

Aunque el lago recibe las aguas de numerosos afluentes, su nivel desciende continuamente. Se calcula que, desde la cultura del Tiwanaku hasta la fecha, se ha reducido su profundidad en unos 60 metros. El lago Titicaca es, al parecer, el testigo principal que queda de un gran mar interior que ocupaba toda la elevada meseta de Bolivia y vertía sus aguas en el Amazonas. También se cuenta, entre otras leyendas, que el lago, «madre de las aguas», se formó con las lágrimas que derramó el dios Sol cuando los pumas devoraron a sus hijos. No faltan, pues, las leyendas que rodean a este lago y que contribuyen a aumentar su misterio. Por todo ello, el lago Titicaca es una síntesis cautivante de paisajes, magia y mitos que desafían los sentidos y aguardan escondidos para el que quiera descubrirlos.


Texto y fotos: Francisco Gavilán

Perú y Bolivia comparten casi a partes iguales el lago Titicaca, ubicado en el centro de la cordillera de los Andes
Adentrarse en el lago navegable situado a mayor altitud del mundo (3808 m) y el mayor de América del Sur (8550 km2), es como entrar en el túnel del tiempo
Según la leyenda, el lago es el recuerdo que nos queda de un gran mar interior que ocupaba toda la elevada meseta de Bolivia y vertía sus aguas en el Amazonas.
Un paseo por sus aguas en balsa de totora permite conocer pueblos indígenas que conservan antiguas costumbres y la indumentaria de antaño
La isla del Sol, la principal del lago nos lleva a descubrir un mundo primitivo

Las cifras del lago

- Superfície: alrededor de 8 550 km2.

- Longitud máxima: 195 km.

- Profundidad máxima: alrededor de 300 m.

- Anchura: unos 50 km.

- Situado a una altitud de 3 808 m sobre el nivel del mar.

- Temperatura del agua: de 10º C a 12º C.

- Salinidad: 0,5 %.

- Islas: 72, unas 20 de ellas habitadas.

Lo imperdible

- Copacabana (santuario y mercadillos).

- Islas del Sol y de la Luna.

- Complejo cultural Intiwata.

- Museo Ekako.

- Los Andenes del Inca, escalinata y fuente.

- Navegar a bordo de una balsa de totora y en catamarán (se sirven almuerzos en plena travesía).

Pasaporte a Bolivia

- Clima: Existe una gran variedad de climas según la región (en el Altiplano, la temperatura media es de 15 ºC).

- Precauciones: Debido a la altitud, es recomendable una consulta previa al médico.

- Moneda: Boliviano (7,940 bs.= 1 €).

- Superficie: 1 098 581 km2.

- Población: 8 500 000 habitantes.

- Idioma: Español, quechua, aimara y guaraní (oficiales). Las lenguas autóctonas, al no tener literatura, están en decadencia.

- Religión: Mayoría católica. Los indígenas la practican asociada a fiestas y ceremonias paganas.

Guía práctica
- Requisitos de entrada. Pasaporte en vigor (el español no necesita visado para estancias de hasta 3 meses como turista).
- Cómo llegar. La compañía Varig realiza vuelo directo a La Paz, con escala en Sao Paulo.
- Compras. Resulta muy interesante escudriñar en los mercadillos callejeros (hay de todo). En tiendas especializadas se encuentran excelentes productos de artesanía local, principalmente, arte textil (prendas, jerséis, mantas) y objetos de adorno en oro, plata y peltre.
- Gastronomía. Son muy populares y sabrosas las sopas de maíz y patata, así como el picante de guiso de pollo o lengua. La empanada salteña es otra especialidad imprescindible.
- Información Turística. En España: Embajada de Bolivia (Turismo), c/ Velázquez, 26, 3º. 28001 Madrid.
Tel. 91 578 08 35; embolivia-madrid@rree.gov.bo. En Bolivia. Viceministerio de Turismo, Edificio Palacio de Comunicaciones, Piso 16, La Paz. Tel. 591 23 58 213; mcieiturismo@mpoint.bo).
- Dónde alojarse.
- En La Paz, Gran Hotel Paris, Pl. Murillo, esquina Bolivar, tel. 591 2 203 030; hparis@caobaentelnet.bo.
- En lago Titicaca, Río Selva Resort, tel. 591 2 411 561.

POR QUÉ NOS GUSTA...
Porque es un viaje al pasado

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