¿Cómo se realiza la prostatectomía?

 La prostatectomía es la intervención quirúrgica para extraer la totalidad o parte de la glándula prostática.

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¿Qué es?

La prostatectomía es la intervención quirúrgica para extraer la totalidad o parte de la glándula prostática. El aumento del tamaño de la próstata es una enfermedad con una incidencia elevada. Se estima que afecta al 25% de los varones mayores de 50 años, proporción que aumenta hasta alcanzar a la mitad de la población masculina de 60 años y al 80% de los hombres de 80 años.

¿Cómo es la intervención?

Para las hiperplasias de próstata de gran tamaño (mayor de 80 centímetros cúbicos) está indicada la cirugía abierta en la mayoría de los casos. La intervención supone un ingreso que varía de 5 a 7 días y un riesgo de precisar transfusión sanguínea situado entre el 13 y el 20% de los casos. Además, la cirugía abierta aplicada a la hiperplasia benigna de próstata puede ocasionar incontinencia a alrededor del 4% de los pacientes e impotencia en un porcentaje del 8 al 15%. Para las hiperplasias menores de 80 centímetros cúbicos, situación que supone entre el 80 y el 85% de los casos, la técnica de elección es la resección transuretral. El procedimiento se practica a través de la uretra, mediante un resector que utiliza energía eléctrica para extirpar el tejido hiperplásico de la glándula.  Se trata de una técnica mucho menos agresiva que la cirugía convencional, pues no supone herida quirúrgica y requiere un ingreso de entre 2 y 4 días. El riesgo de transfusión se presenta entre el 3 y el 7% de los casos, el de incontinencia en el 0,5% y el de impotencia en el 5%. Además, existe un tratamiento novedoso como es la fotovaporización de la próstata con láser KTP o láser verde. Se trata de una técnica endoscópica mínimamente invasiva con distintas ventajas sobre los tratamientos convencionales. El láser KTP es una fibra láser, de color verde (de ahí el sobrenombre), que funciona mediante un haz de luz con una longitud de onda de 532 nanómetros. La aplicación del láser KTP en la próstata consigue, mediante el calor generado, convertir el tejido prostático en vapor de agua que se elimina a través de un sistema de irrigación continua. Al mismo tiempo se cierran los vasos sanguíneos, de forma que se evita el sangrado. La intervención precisa anestesia y un ingreso hospitalario aproximado de 24 a 48 horas. La necesidad de sonda se prolonga sólo durante unas horas. Además, los síntomas irritativos postoperatorios afectan a un 6% de los pacientes y siempre son de corta duración.  Otras ventajas de esta técnica son la ausencia de transfusión sanguínea y el regreso a la actividad normal en pocos días.

Artículo facilitado por:
Clínica Universidad de Navarra

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