'Fantin-latour (1836-1904)', museo thyssen-bornemisza, Madrid

El Museo Thyssen acoge una exposición con la que pretende hacer justicia a Henri Fantin-Latour (1836-1904). Fue un artista cuya obra osciló entre la figuración y el simbolismo. Si hay una palabra que defina su pintura, ésa es elegancia. Impregnó sus cuadros de silencio, melancolía, intimidad, sentimientos... y con el deseo de encontrar el alma de los objetos y seres que pintó. No comulgó con sus coetáneos impresionistas, por lo que su nombre quedó difuminado tras Monet, Degás o Whistler.

Esta exposición reúne una ambiciosa selección de obras maestras -más de setenta pinturas-, todas ellas consideradas de principal importancia, así como dibujos y grabados.

La muestra se divide en siete capítulos:

Autorretratos.

Fantin-Latour a lo largo de su carrera llegó a producir unos cincuenta autorretratos, entre pinturas, dibujos y grabados, ocho de ellos pueden verse en esta muestra.

En el Louvre.

Una veintena de cuadros realizados por Fantin cuando trabajaba en el Museo del Louvre pintando copias. Entre los artistas reinterpretados por Fantin destacan Tiziano, Veronés y Rubens.

Flores y frutas.

Los cuadros de flores y frutas son sus piezas más exquisitas, verdaderas cimas de virtuosismo. En ellos, la precisión casi científica se combina con un sentido musical de la armonía cromática.

La lectura.

Uno de los temas más característicos de Fantin son las figuras femeninas que leen y escuchan la lectura. Las figuras ensimismadas se envuelven en una atmósfera grave y melancólica, plasmada con impecable sobriedad cromática.

Retratos.

La obra de Fantin como retratista recorre una amplia gama de personajes: desde los familiares y amigos íntimos hasta los retratados por encargo.

Flores tardías.

En los últimos cuadros de flores, pintados por Fantin a partir de 1876 se reduce la paleta y la variedad compositiva de sus naturalezas muertas anteriores. Se trata de obras en las antípodas del aire libre impresionista, pintadas en la penumbra de un interior.

Alegorías musicales y poéticas.

Fantin desarrolla desde el comienzo de su carrera una línea de inspiración imaginaria. Esta tendencia retorna con especial vitalidad en sus últimos años, confluyendo con la estética simbolista de final de siglo. En este ámbito ocupan un lugar singular las ensoñaciones y alegorías musicales dedicadas a Schumann, Brahms, Berlioz y, sobre todo, a las óperas de Wagner.

Imagen: "La lectura", Henri Fantin-Latour, 1877. Musée des Beaux-arts (Lyon).