Síndrome de post-caída y cómo ayudar desde el entorno familiar

Síndrome de post-caída y cómo ayudar desde el entorno familiar

En las personas de tercera edad existen multitud de miedos y temores. Muchos de ellos los conocemos: el temor a perder autonomía, el miedo a sufrir una enfermedad degenerativa o cognitiva, la soledad, etc. Podríamos hablar de todos ellos y de muchos más. Sin embargo, en esta ocasión nos gustaría enfocarnos en uno que a día de hoy está muy extendido, ya que engloba muchas consecuencias que van a repercutir no solo en el individuo, sino además en su entorno más cercano. Muchos lo conocen y/o lo han experimentado. Es el miedo a la caída.

Las caídas

Desde el punto de vista sanitario, la caída se define como la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipita al paciente al suelo en contra de su voluntad y de manera imprevisible. En la vejez es un hecho frecuente, ya que muchos ancianos tienen un trastorno general o parcial de la marcha que favorece la producción de estas.

Pero no solamente esto. En las caídas también intervienen factores neurológicos, reumatológicos, podológicos y psicológicos que, aislados o asociados, producen una adaptación deficiente del anciano a su entorno que, unida a una causa desencadenante (interna o externa), da lugar a una caída.

Las personas mayores sufren caídas muy a menudo. De hecho, son la forma más frecuente de accidente en los pacientes de tercera edad. Y desafortunadamente, además de que solo se comunica una parte muy pequeña a los profesionales, también representan la principal causa de muerte accidental. Estadísticamente está demostrado que alrededor de un tercio de la población mayor que viven solos en sus casas o que están institucionalizados sufren al menos una caída al año. Y no solamente esto. De entre todos los individuos que la sufren, aproximadamente entre el 5 % y 25 % pueden presentar lesiones graves. E Incluso, la peor de las consecuencias, la muerte.

Consecuencias de las caídas: el síndrome post-caída

Cuando hablamos de las secuelas que se producen tras una caída, la mayoría de las personas piensan en las más evidentes: fracturas, heridas, lesiones cerebrales, etc. Sin embargo, no son las únicas. También existen las consecuencias psicológicas, las cuales, se engloban actualmente bajo el nombre de "síndrome post-caída".

De este síndrome post-caída, pese a tener un impacto muy fuerte tanto en el paciente como en su familia, poco se ha hablado, pues no ha sido hasta hace poco cuando se ha empezado a estudiar con profundidad para así establecer unas pautas de intervención a nivel psicológico y sanitario. Sin embargo, siempre ha estado ahí, y estas son sus características:

  • Miedo a volver a caer. Dicho temor va a provocar que incluso el propio paciente se niegue a realizar desplazamientos en solitario, o incluso demandará una atención máxima en el familiar y/o cuidador que esté con él. Y en el peor de los casos, se negará a volver a caminar, demandando así permanecer sentado o encamado, lo cual supondrá una sobrecarga de trabajo para el familiar y/o cuidador.  
  • Pérdida de la autonomía personal y de la autoestima. Naturalmente, junto con las consecuencias físicas, el síndrome post-caída provocará que la persona que cuidamos pierda capacidad para hacer las cosas por sí misma, lo cual tendrá como consecuencia a largo plazo que se sienta inferior o pensará que es un estorbo para sus familiares. Progresivamente perderá la confianza para volver a realizar las cosas por ella misma.  
  • Modificación de los hábitos de vida previos. Tras una caída, es normal que los hábitos de vida cambien para que se adapten a la circunstancia. El problema reside cuando se convierte en algo que es para siempre, ya que ello conllevará a que cambie no solo los hábitos de vida del paciente, sino también los de su propio entorno familiar o residencial.
  • Actitud sobreprotectora de familiares y cuidadores, que provoca una mayor pérdida de autonomía. Esto es un error bastante frecuente. Muchos familiares y cuidadores, llevados por la pena o la compasión, van a tener la tendencia de querer hacérselo todo a la persona que ha sufrido la caída, sin darse cuenta que con ello solamente consiguen que su deterioro se acelere y que sea peor el remedio que la enfermedad, pues al final solamente conseguirán que el propio paciente se sienta inferior, e incluso que no quiera hacer nada por sí mismo, dando así lugar a las características descritas en los párrafos anteriores.
  • Aparición de episodios de depresión y ansiedad asociadas. Las consecuencias mencionadas anteriormente (la pérdida de autonomía, la disminución de la autoestima, la sobreprotección de los familiares,...) son las que dan lugar a que finalmente el paciente entre en un estado de depresión y ansiedad que a menudo se vuelve un círculo vicioso y el cual es necesario tratar a nivel psicológico.    

Naturalmente, no todas las características ocurren de golpe, pero sí que es cierto que cuando aparece una, normalmente van surgiendo progresivamente todas las demás. Se interrelacionan entre ellas. Y en este sentido, hay que intervenir cuanto antes para que las consecuencias no vayan a más. Podríamos decir que para que estas consecuencias no aparezcan, habría que seguir unas pautas que sean totalmente contrarias a lo expuesto anteriormente, las cuales pasaremos a explicar a continuación.

¿Qué podemos hacer frente a un síndrome post-caída? 

Cuando una persona mayor sufre una caída, lo más probable es que, o bien tenga que cambiar de domicilio (habitualmente al de familiares) o bien tenga que ser institucionalizado ante la imposibilidad de vivir solos. Dependiendo del paciente, esto ya puede ser un factor que pueda dar lugar a un episodio de depresión (causado por la pérdida de autonomía para vivir solo) y/o a una disminución de la autoestima.

Si es así, lo primero que deberemos hacer es hacerle ver lo contrario. ¿Cómo? Pues tratando de que en el nuevo entorno trate de ser lo más independientemente posible. De ahí la importancia a no buscar hacérselo todo. Si el paciente se siente sobreprotegido, una de dos, o el paciente se volverá "cómodo" y por lo tanto, muy demandante, o por el contrario, se deprimirá ante la impotencia de no poder hacer las cosas por mí mismos.

Entonces, hay que evitar hacérselo todo. No hay que sobreprotegerlo. Tan solo deberemos intervenir cuando realmente no pueda hacer las cosas por sí mismos. Y por supuesto, hay que motivarle a que siga todas las pautas establecidas por los profesionales sanitarios y, al mismo tiempo, seguir al pie de la letra todas las indicaciones recomendadas para los familiares y/o cuidadores.

Además de esto, habrá que adoptar una serie de medidas en el hogar que evite que en el futuro se pueda volver a producir una caída, pues siempre la mejor intervención que se puede hacer ante las caídas es prevenirlas. ¿Cómo? Pues adoptando medidas que impida que se produzcan. He aquí algunos ejemplos:

  • Intentar que la disposición del mobiliario no obstaculice la deambulación.
  • Tener una iluminación adecuada sin deslumbramientos o sombras.
  • Quitar las alfombras o fijarlas en el suelo.
  • Tener sillones y sillas con respaldo alto que permitan ponerse en pie sin esfuerzo.
  • Que los muebles que puedan servir de apoyo tengan un anclaje adecuado al suelo.
  • Que las escaleras tengan pasamanos.

?Podríamos dar más ejemplos, pero siempre dependerá de las características del paciente, de las necesidades que tendrá tras la caída y de las recomendaciones dadas por los profesionales.

Conclusiones

Además de todo lo descrito anteriormente, lo más importante es que no olvidemos que tenemos que trabajar e intervenir siempre a favor del paciente que tratemos. Por lo tanto, hay que enfocarse mucho en incrementar su autoestima, y que sea el propio paciente el que tome la decisión de salir adelante a pesar de las adversidades.

BIBLIOGRAFÍA: 

- Terapia Ocupacional en Geriatría: 15 Casos Prácticos. Begoña Polonio López, Pilar durante Molina y Pilar Pedro Tarrés. Editorial Médica Panamericana.

- Apuntes de Geriatría. Unidad didáctica. Javier Gómez Pavón (2008). Universidad Castilla-La Mancha.

Salvador Alexander.
Terapeuta ocupacional y actor

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