Cuando la experiencia se convierte en obstáculo para encontrar trabajo
Publicado por Patricia Fernández, periodista
Creado: 14 de mayo de 2025 13:22
| Modificado: 14 de mayo de 2025 13:46
España presume de crear empleo, pero más de tres millones de trabajadores mayores de 45 años siguen en paro. Esta crisis silenciosa revela una discriminación laboral que margina al talento sénior, desperdiciando décadas de experiencia justo cuando más se necesitan.
Índice
1. Un mercado laboral que da la espalda a la experiencia2. El edadismo y prejuicios que arruinan carreras
3. Las mujeres mayores están doblemente discriminadas
4. Iniciativas que marcan el camino: el Programa 45+
5. Una llamada urgente a cambiar el paradigma
6. La experiencia sénior como inversión estratégica
7. Un futuro que debe contar con todos
Un mercado laboral que da la espalda a la experiencia
España enfrenta una paradoja preocupante: pese a los buenos resultados generales en la reducción del desempleo, el colectivo sénior permanece notablemente rezagado. Según datos recientes del SEPE, abril marcó la cifra más baja en ocho meses de contratos firmados por personas mayores de 45 años. Esto refleja una tendencia inquietante que se prolonga en el tiempo, demostrando que la discriminación por edad no es una percepción, sino una realidad evidente.
Este fenómeno afecta directamente a más de 3,1 millones de profesionales sénior registrados como demandantes de empleo. Más de la mitad, 1,6 millones, superan los 50 años. No se trata simplemente de cifras, sino de vidas laborales truncadas, economías domésticas debilitadas y talentos desperdiciados, en un país donde el envejecimiento demográfico debería impulsar la incorporación de estos profesionales, en lugar de marginarlos.
El edadismo y prejuicios que arruinan carreras
Detrás del desempleo sénior se encuentra un prejuicio arraigado y difícil de desmontar: la idea errónea de que la edad es sinónimo de obsolescencia profesional. Muchos empleadores asocian equivocadamente madurez con falta de adaptación a las nuevas tecnologías o resistencia al cambio. La realidad, respaldada por múltiples estudios, es muy distinta: los profesionales mayores de 45 años aportan estabilidad, conocimiento profundo del negocio, resiliencia ante las crisis y un compromiso notablemente mayor que sus homólogos más jóvenes.
Sin embargo, esta discriminación estructural les condena frecuentemente a contratos precarios, temporales o a tiempo parcial, que además suelen ser insuficientes para garantizar una estabilidad económica a largo plazo. La precarización del empleo sénior es, además de injusta, profundamente ineficiente desde un punto de vista económico.
Las mujeres mayores están doblemente discriminadas
El impacto del paro sénior es aún más devastador para las mujeres, quienes enfrentan una doble discriminación: por edad y por género. Las cifras revelan que alrededor del 60% del desempleo sénior recae sobre ellas, complicando todavía más sus perspectivas laborales y económicas.
Muchas mujeres mayores ven interrumpida su trayectoria profesional por motivos familiares, y al intentar reincorporarse encuentran un mercado que les cierra sistemáticamente las puertas. La brecha de género se ensancha aún más en esta franja de edad, revelando profundas carencias en las políticas laborales que deberían proteger y fomentar la igualdad de oportunidades.
Iniciativas que marcan el camino: el Programa 45+
Afortunadamente, no todo es sombrío. Existen iniciativas relevantes que están luchando activamente contra esta situación, como el Programa 45+ de la Cámara de Comercio de España. Este proyecto promueve la recualificación laboral de los mayores mediante formación específica, asesoría personalizada y contactos directos con las empresas.
Una llamada urgente a cambiar el paradigma
El paro sénior no puede seguir siendo abordado con medidas parciales o improvisadas. Requiere una solución estructural que implique a todos los actores sociales: empresas, administraciones públicas y sociedad civil. Son necesarias políticas que ofrezcan incentivos reales a las empresas para contratar talento sénior, junto con programas sólidos de reciclaje profesional adaptados a las demandas actuales del mercado laboral.
También es imprescindible una campaña potente de sensibilización y comunicación que desmonte prejuicios arraigados en la cultura empresarial española. Reconocer el valor del talento sénior no debe ser visto como una concesión o acto de caridad, sino como una estrategia de inteligencia económica.
La experiencia sénior como inversión estratégica
En un país que enfrenta una crisis demográfica sin precedentes, marginar a quienes tienen décadas de experiencia laboral es, cuanto menos, irresponsable. Los profesionales sénior poseen un profundo conocimiento de sectores clave, habilidades interpersonales desarrolladas durante años y una capacidad única para gestionar equipos y crisis con prudencia y eficacia.
Numerosas investigaciones confirman que equipos diversos en edad, donde conviven jóvenes talentos con profesionales sénior, logran resultados más innovadores y sólidos. La combinación generacional en las empresas no solo aumenta la productividad, sino que también mejora notablemente el clima laboral, incrementando la satisfacción general de los empleados.
Un futuro que debe contar con todos
Es tiempo de cambiar radicalmente el enfoque hacia el empleo sénior en España. La realidad nos indica claramente que el futuro económico y social del país depende, en gran medida, de aprovechar todo el capital humano disponible, incluyendo especialmente a aquellos profesionales que acumulan décadas de experiencia.
La crisis silenciosa del paro sénior es una llamada urgente para repensar nuestras estrategias laborales y sociales. Apostar decididamente por la inclusión del talento maduro no solo es justo, es estratégico. El talento no caduca; lo que sí está caducando es la visión cortoplacista de un mercado laboral que margina a los más experimentados justo cuando más necesarios son.
España no puede permitirse seguir desperdiciando uno de sus recursos más valiosos: la experiencia. Reconocer, valorar e integrar plenamente a los trabajadores sénior debe ser una prioridad nacional. Porque cuando la experiencia se convierte en un obstáculo, es señal de que el problema no está en los trabajadores, sino en un sistema que necesita una urgente renovación.
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