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La diferente forma de escribir los nombres a lo largo de los siglos y la repetición de un nombre dentro de la misma familia pueden llevarnos a errores en nuestra investigación genealógica.
Tanto en el caso de los nombres como en el de los apellidos hemos de tener presente que la forma que actualmente tenemos por correcta de escribirlos no se estabiliza hasta finales del siglo XIX.
Por citar algún ejemplo, Isabel aparecía, comúnmente, escrita con “Y”. Estefanía, en el siglo XVII, puede parecer como “Estevenía”, Juan como “Iván” (de ahí el apellido patronímico “Ibáñez”, es decir, hijo de Ibán. Pueden aparecer nombres escritos con v o b (Iván o Ibán), o con j y g (Mejía o Megía), y con j o s (Mejía o Mexía).
La grafía mutable de los nombres se convierte en problema mayor, dada la práctica habitual de las parroquias españolas durante siglos. Cuando elaboraban índices de los libros con las partidas sacramentales de bautismo, matrimonio y enterramiento, la clasificación de los sujetos se hacía por el orden alfabético del nombre de pila, no de los apellidos, lo que puede dificultar en no poca medida la localización de la partida correspondiente.
Otro problema frecuente es la repetición de un nombre en una familia. Si tenemos una partida de nacimiento que nos dice que el padre de su protagonista se llama Pedro López García, natural de León, y que era hijo de Pedro y Julia, no nos ha de resultar muy difícil rastrear en el Registro Civil de la capital castellana para encontrar la fecha exacta del nacimiento. Pero puede ocurrir que los padres tuviesen un hijo al que llamaran Pedro, nacido en enero de un año y fallecido quince días después, y que en diciembre de ese mismo año naciese un segundo hijo, al que pusieron el mismo nombre. Si no hacemos correctamente el “barrido” de los registros correspondientes podremos adjudicar equivocadamente la fecha de nacimiento correspondiente al primogénito fallecido a su hermano homónimo, lo que nos lleva a un error.
Nuestro sistema de apellidar a las personas se adoptó legalmente en 1870, siguiendo la tradición existente de usar dos apellidos: el de la familia del padre, en primer lugar, y el de la familia de la madre, en segundo.
Algunos apellidos revelan oficios o cargos de nuestros antepasados. Pero, a veces, no es tan evidente. Las lenguas vernáculas pueden haber modificado la denominación inicial.
La inmigración es un fenómeno común en la Historia. Primero las invasiones y posteriormente la pujanza de los reinos peninsulares, las campañas militares y el comercio. Otras culturas y pueblos asentados en España nos han dejado sus apellidos a lo largo y con el paso de los años.
Hay apellidos con origen geográfico, pero en otras ocasiones no es tan fácil su localización y es imprescindible la realización de un estudio genealógico pormenorizado por familias.
Internet es un medio eficaz para conseguir resultados en la búsqueda de datos sobre nuestros apellidos y para localizar a familiares desconocidos. En Plusesmas.com tenemos una base de datos de más de 200 millones de referencias.
Los apellidos que toman su denominación de la de un lugar, sea una región o una comarca, un poblado o un paraje, suelen corresponder a familias que abandonaron su lugar de origen y cambiaron su lugar de residencia.
Jessica
02 septiembre 2017 01:59
Busco el apellido timbal.
ana
11 marzo 2017 20:37
mi apellido es rouco kisiera saber de donde es
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