La fibra y el colesterol

La fibra y el colesterol

Las dieta ricas en fibra soluble juegan un importante papel en la prevención de la diabetes, de la obesidad y, por supuesto, en los altos niveles de colesterol (hipercolesterolemia).

Existen dos tipos de fibra:
• La fibra insoluble, como las cáscaras de las frutas, el salvado y los vegetales, que tienen como función principal la de corregir el tránsito intestinal.

• La fibra soluble, presente en la avena, cebada, pulpa de frutas y legumbres secas. Esta fibra tiene efecto fisiológico positivo en el organismo y en la prevención de las enfermedades relacionadas con el corazón como hipercolesterolemia, dislipidemias.

La fibra soluble, además de ayudar a perder peso y a disminuir la enfermedad cardiovascular, reduce el colesterol en sangre por varios motivos. Por un lado, la fibra secuestra los ácidos biliares y el colesterol en el intestino y favorece su eliminación con las heces, lo que evita la absorción de grasas saturadas y colesterol, y su llegada a hígado y sangre. La fibra es degradada en el intestino grueso por las bacterias que hay allí, lo que produce ácidos grasos de cadena corta (acetato y propionato) que llegan al hígado e inhiben la síntesis de colesterol. Además, la fibra forma geles viscosos en el intestino junto con el alimento; este gel actúa a modo de barrera física para la absorción de ácidos biliares, colesterol y grasas saturadas.

Aunque disminuye el colesterol total y el colesterol de las LDL, la fibra soluble no disminuiría las cifras de colesterol de las HDL y de triglicéridos. Y parece ser que el efecto de bajar el colesterol es mayor en los pacientes que presentan unas cifras de colesterol en sangre mayores.

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