¿Tienes problemas intestinales? La culpa puede ser del estrés y la soledad no deseada
Publicado por Patricia Fernández, periodista
Creado: 10 de diciembre de 2025 12:59
| Modificado: 10 de diciembre de 2025 13:12

En la tercera edad el cuerpo habla, a veces demasiado. Y uno de los altavoces más escandalosos es el intestino. Muchas personas mayores conviven con dolor abdominal, gases, diarrea o estreñimiento alternante sin una causa “orgánica” clara. Lo llaman colon irritable, pero detrás de ese diagnóstico tan poco glamuroso suele haber algo más: estrés, soledad, duelos, cuidados interminables y cambios vitales que se somatizan en el intestino.
Índice
1. Dolor abdominal, gases, hinchazón puede ser la respuesta del cuerpo al estrés2. El intestino y cerebro es una autopista de doble sentido
3. Soledad, duelos y cuidado del otro y su relación con el colon
4. Estrategias para calmar el eje intestino-cerebro en la tercera edad
5. Una invitación a la familia y al sistema sanitario
6. Bibliografía básica
Dolor abdominal, gases, hinchazón puede ser la respuesta del cuerpo al estrés
El síndrome de intestino irritable (SII) es un trastorno digestivo funcional: no hay úlceras ni tumores, pero sí dolor, distensión y alteraciones del ritmo intestinal que se repiten durante meses. Su prevalencia en población general se estima entre el 10 % y el 20 %, con cifras en España en torno al 14 %, y un claro predominio femenino. En mayores de 65 años el porcentaje parece algo menor, en torno al 1,7 % según ciertos estudios con criterios estrictos, pero suficiente para convertirse en un motivo muy frecuente de consulta y de malestar cotidiano.
Al mismo tiempo, la soledad no deseada se ha convertido en un problema de salud pública. En España, se calcula que alrededor de una de cada cinco personas siente soledad no deseada, y estudios recientes sitúan esa cifra en torno al 13-14 % de la población general, con especial impacto en mayores. A escala mundial, la OMS advierte de que casi una de cada seis personas declara sentirse sola y de que la soledad se asocia a mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, deterioro cognitivo y muerte prematura.
Si ponemos las piezas juntas, el cuadro es fácil de intuir: una persona mayor, a menudo mujer, con intestino sensible, que ha perdido a su pareja o vive sola, que arrastra preocupaciones económicas o de salud, y cuyo intestino se convierte en termómetro de todo ese ruido emocional.
El intestino y cerebro es una autopista de doble sentido
Durante años se habló del colon irritable como de un problema "de nervios" o "de cabeza", con cierto tono despectivo. Hoy sabemos que la cosa es bastante más compleja. La literatura científica describe el SII como un trastorno de la eje intestino-cerebro: una red de comunicación bidireccional en la que influyen la motilidad intestinal, la sensibilidad de las terminaciones nerviosas, el sistema inmunitario, la microbiota y el propio sistema nervioso central.
Cuando una persona vive sometida a estrés crónico -por soledad, duelo, conflictos familiares o el cuidado de un cónyuge enfermo- su cuerpo produce más hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina. Ese cóctel altera la manera en que el intestino se contrae, procesa el dolor y maneja la inflamación. El resultado puede ser un aumento de la sensibilidad (lo que antes era una ligera molestia ahora duele de verdad), cambios de ritmo (episodios de diarrea o estreñimiento) y una sensación constante de "intestino en alerta".
No se trata de decir "todo está en tu cabeza", sino casi lo contrario: lo que pasa en la cabeza se nota en el intestino, y viceversa. El malestar digestivo sostenido también empeora el ánimo, el sueño y la ansiedad. Un círculo vicioso perfecto... pero muy poco agradable.
Soledad, duelos y cuidado del otro y su relación con el colon
En la tercera edad, el estrés no suele venir de jefes tiranos ni de exámenes finales, sino de otras fuentes. La pérdida de amigos y parejas, los cambios de domicilio, la jubilación forzada, la sensación de ser "una carga", los miedos económicos, la propia fragilidad física o el rol de cuidador de un cónyuge dependiente son factores que los mayores describen una y otra vez en consulta.
La OMS estima que alrededor del 14 % de las personas de 70 años o más vive con algún trastorno mental, siendo la ansiedad y la depresión los problemas más frecuentes. En paralelo, la soledad no deseada puede prolongarse durante años: en España, dos de cada tres personas que se sienten solas llevan así más de dos años.
No es extraño que, en ese contexto, el intestino se convierta en escenario de todo lo que no se dice en voz alta. El duelo por la pareja fallecida, la preocupación por un hijo en paro, el agotamiento por cuidar a alguien con demencia, la sensación de no tener con quién compartir el día... todo eso se metaboliza a veces en forma de retortijones, carreras al baño o una pesada sensación de hinchazón que no se va.
Muchas personas mayores cuentan que sus síntomas empeoran cuando se acercan fechas señaladas (Navidad, aniversarios de fallecimientos, cumpleaños) o tras discusiones familiares. El intestino, en ese sentido, es un cronista bastante fiel de la biografía emocional.
Estrategias para calmar el eje intestino-cerebro en la tercera edad
La buena noticia es que, igual que el estrés y la soledad pueden desajustar el eje intestino-cerebro, pequeños cambios en el día a día pueden ayudar a reconducirlo. No hablamos de recetas milagrosas, sino de ajustes realistas, pensados para mayores, que complementan la medicación y las recomendaciones del digestivo o del médico de familia.
Las rutinas son un aliado poderoso. Levantarse y acostarse a horas similares, comer más o menos a las mismas horas, reservar un rato fijo al día para un paseo o una actividad placentera (leer, coser, ver una serie, cuidar plantas) da previsibilidad al cuerpo y al intestino. El colon irritable suele llevarse mal con los cambios bruscos; la regularidad le sienta sorprendentemente bien.
El ejercicio suave es otro pilar. No hace falta apuntarse a un maratón: caminar a buen paso, hacer gimnasia de mayores, algo de estiramientos o incluso bailar en casa mejora la motilidad intestinal y ayuda a descargar tensión. Para muchas personas mayores, ese paseo diario es también una excusa para ver gente, saludar al vecino o cruzarse con otros en el parque: intestino y cabeza lo agradecen a la vez.
El apoyo social merece capítulo aparte. Asociaciones de mayores, centros de día, grupos de duelo, talleres de memoria, voluntariados, parroquias, clubes de lectura... cualquier espacio donde la persona pueda sentir que forma parte de algo más que de sus cuatro paredes actúa como amortiguador del estrés. La OMS subraya que la conexión social se asocia a mejor salud y menor riesgo de muerte prematura, mientras que la soledad aumenta el riesgo de depresión, deterioro cognitivo y enfermedades cardiovasculares.
En algunos casos, puede ser útil la psicoterapia adaptada a personas mayores: no para "curar el colon" directamente, sino para aprender a manejar preocupaciones, duelos, miedos y cambios. Las terapias centradas en la relación mente-cuerpo, como ciertas formas de relajación, mindfulness suave o entrenamiento en respiración, han mostrado beneficios en el colon irritable y pueden adaptarse a la realidad de la tercera edad.
Una invitación a la familia y al sistema sanitario
Detrás de una persona mayor con colon irritable suele haber mucho más que un intestino caprichoso. A menudo hay habitaciones silenciosas, sobremesas con una silla vacía, años de cuidados no remunerados, miedos que nadie ha preguntado y agendas con más citas médicas que planes sociales.
Para la familia, el reto es pasar de "otra vez con la tripa" a preguntarse qué está pasando alrededor de esa tripa: ¿está muy sola?, ¿ha cambiado algo en casa?, ¿lleva meses cuidando a alguien sin descanso?, ¿se ha quedado viuda hace poco?, ¿ha dejado de salir? Escuchar esa historia y acompañarla -no solo ofrecer infusiones- puede ser tan terapéutico como el mejor probiótico.
Para los profesionales sanitarios, el colon irritable en la tercera edad es una oportunidad: la de abrir la puerta a temas como la soledad, el duelo o la sobrecarga del cuidador. Preguntar por el estado de ánimo, por la red de apoyo o por la situación en casa no es salirse del guion digestivo; es entenderlo mejor.
El intestino irritable no se va de vacaciones a los 65 años. Pero, si tomamos en serio el papel del estrés y la soledad, quizá podamos conseguir que, al menos, deje de ser la única voz que se escucha. A veces, el primer paso para que la tripa se relaje es que la vida se llene un poco más de compañía, de rutinas amables y de espacios donde hablar de todo esto sin vergüenza y sin necesidad de salir corriendo al baño.
Bibliografía básica
- Amieva-Balmori M. Introducción y epidemiología del síndrome de intestino irritable.
- Saludigestivo.es. Síndrome del intestino irritable: prevalencia y características en España.
- Organización Mundial de la Salud. Salud mental de los adultos mayores. 2025.
- OMS. Loneliness and isolation: the hidden threat to global health we can no longer ignore. 2025.
- Red SoledadES. Barómetro de la soledad no deseada en España 2024.
- Chen M. Focus on the Microbiota-Gut-Brain Axis in Irritable Bowel Syndrome. Frontiers in Endocrinology, 2022.
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