8 Trucos de la abuela para combatir la ansiedad

Cuando la cabeza va más rápido que la vida

La ansiedad no avisa. A veces llega cuando estás tranquilo en el sofá, otras, en mitad de una reunión o cuando vas en el metro. Esa sensación de nudo en el pecho, manos sudorosas, pensamientos que no se apagan. A todos nos ha pasado alguna vez, y lo cierto es que no siempre hace falta correr al botiquín. La naturaleza, la sabiduría popular y esos trucos de la abuela de toda la vida tienen mucho que ofrecer cuando se trata de tranquilizar cuerpo y mente.

Aquí te dejo algunos trucos caseros sencillos, naturales y muy eficaces para esos días en los que necesitas bajarle el volumen a la mente y subirle el ritmo a la calma.

Trucos de la abuela caseros contra la ansiedad

1. Té de jazmín

Empezamos con una joya aromática: el jazmín, esa flor blanca tan delicada como poderosa. Según las abuelas, no hay mejor remedio para la ansiedad que una buena taza de té de jazmín al final del día. Y lo cierto es que tienen razón.

¿Cómo se prepara?

Muy sencillo. Toma nota de este remedio casero:

• Calienta 250 ml de agua hasta que hierva.
• Retírala del fuego y añade 3 gramos de flores secas de jazmín (Jasminum officinale).
• Tapa y deja reposar durante 10 minutos.
• Cuela y bébelo tranquilamente, como si no tuvieras prisa.

Puedes tomarlo una o dos veces al día, preferiblemente lejos de las comidas principales. El aroma del jazmín y sus compuestos naturales tienen un efecto sedante suave, perfecto para esos días en los que estás "con la cabeza como un bombo".

Consejo de la abuela: Las flores de jazmín puedes encontrarlas en herbolarios, algunas farmacias o por Internet. Y si tu ansiedad es muy intensa o frecuente, no dudes en consultar con tu médico o farmacéutico. No hay truco casero que sustituya un buen diagnóstico.

2. Respiración profunda, el truco que siempre llevas contigo

No hay nada más sencillo, barato y eficaz que respirar hondo. Pero hacerlo bien. Cuando notes que los nervios empiezan a apretar, para lo que estés haciendo y respira. Inhala por la nariz contando hasta 4, retén el aire 2 segundos, y exhala por la boca lentamente contando hasta 6. Hazlo cinco veces. Te aseguro que baja las revoluciones más rápido que un café con leche en invierno.

Puedes repetir este ejercicio en cualquier parte: en casa, en el trabajo, incluso en el baño si necesitas un momento de paz.

3. Baños tibios con aceites esenciales

Después de un día duro, nada como un buen baño. Pero no cualquier baño: un baño con aroma a lavanda, manzanilla o naranja dulce. Llena la bañera con agua tibia (nunca muy caliente), añade unas gotas de aceite esencial, apaga la luz y pon una vela o música suave.

El vapor ayuda a que los aceites hagan su efecto y te envuelvan en una nube de tranquilidad. Si no tienes bañera, puedes usar una palangana y hacer un baño de pies. ¡Mano de santo para dormir mejor!

4. Paseos sin prisa, con los cinco sentidos

Salir a caminar sin mirar el reloj, sin móvil, sin prisa. Solo tú, tus pasos y lo que te rodea. Es uno de los trucos de la abuela más antiguos y efectivos. Pasear por el campo, por un parque o simplemente por tu barrio, observando los árboles, los olores, el viento. No subestimes el poder de lo sencillo. La ansiedad baja cuando el cuerpo se mueve despacio y la mente se centra en el presente.

5. Música suave y sonidos de la naturaleza

¿Sabías que ciertos sonidos ayudan al cerebro a entrar en modo descanso? Las abuelas no tenían Spotify, pero sí ponían la radio suave por la tarde. Hoy puedes buscar listas con "sonidos bionaturales", "lluvia suave" o incluso "cantos de ballenas". Ponte unos auriculares y siéntate unos minutos. Cierra los ojos y deja que el sonido te lleve lejos del ruido mental.

6. Almohadilla de hierbas bajo la almohada

Otro clásico que ha pasado de generación en generación: la almohadilla de hierbas. Puedes hacerla tú misma con un saquito de tela y llenarla con flores secas de lavanda, manzanilla y menta. Métela dentro de la funda de la almohada o colócala cerca. El olor suave y natural ayuda a conciliar el sueño y a reducir el nivel de estrés.

Un truco extra: si la calientas un poco (sin quemarla) antes de irte a la cama, el efecto calmante es todavía mayor.

7. Diario de pensamientos

A veces, lo que más ansiedad genera es lo que no decimos. Escribir lo que sientes, lo que piensas o lo que te preocupa puede ser una forma de soltar lastre. No necesitas hacer poesía ni contarle tu vida a nadie. Solo escribe. Puedes tener una libreta en la mesilla o incluso en el bolso. El simple acto de poner palabras a lo que nos come por dentro ya tiene algo de liberador.

8. Alimentos que calman, la cocina también cuida

No todo está en la cabeza. El estómago también manda señales, y ciertos alimentos ayudan a mantener la calma. Aumenta el consumo de:

• Plátano (rico en triptófano).
• Avena (libera serotonina poco a poco).
• Frutos secos (especialmente nueces y almendras).
• Infusiones de melisa, valeriana o tila.

Y por favor, evita los estimulantes como el café o el alcohol si estás nervioso. No son amigos de la calma.

Calma, que no estás solo

La ansiedad es como ese vecino molesto que llama sin avisar. Pero con estos trucos caseros contra la ansiedad, puedes aprender a abrirle la puerta e invitarle a marcharse.

Y si un día te puede más que tú, no te sientas débil ni culpable. Pide ayuda, habla con alguien o consulta a un profesional. Porque sí, los remedios de la abuela son sabios, pero a veces también hay que sumarles ciencia y escucha.