TUMORES

Cáncer e inflamación crónica: más allá de los genes

Cáncer e inflamación crónica: más allá de los genes

La Medicina supo ya hace tiempo que los tumores cancerosos se desarrollan en zonas de inflamación crónica. Luego, la investigación se centró en las mutaciones genéticas, capaces de desencadenar alteraciones celulares. Conoce más sobre su vinculación y variables.

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La teoría actual es que inflamación y mutaciones genéticas se refuerzan mutuamente potenciando un proceso que, de no controlarse, puede transformar células normales en cancerosas.

¿Cómo suceden las cosas?
Una de las armas más potentes producidas por las células inflamatorias son los radicales libres, moléculas que destruyen prácticamente todo lo que encuentran en su camino, especialmente el ADN (que contiene toda la información genética de una persona). El problema es cuando, en lugar de destruir una célula, los radicales libres la deterioran y producen en ella una mutación que hace que esa célula siga creciendo y dividiéndose continuamente, es decir, se convierta en cancerosa. A veces, no es difícil establecer la causa que da comienzo al proceso inflamatorio. Por ejemplo, la acidez estomacal crónica aumenta el riesgo de cáncer de esófago en las personas que la padecen. Igualmente, la inflamación crónica producida por el humo del tabaco explica por qué los fumadores concentran casi todos los casos de cáncer de pulmón. Sin embargo, en otras ocasiones la relación entre inflamación y cáncer es menos evidente. Los investigadores están fijándose mucho en el papel que tiene una enzima llamada COX-2 en el desarrollo del cáncer de colon. A estas alturas, no debería extrañar al lector saber que la COX-2 es otra proteína implicada en los procesos inflamatorios.

Justamente, la aspirina combate la inflamación porque bloquea la COX-2. Los científicos saben también que las personas que toman dosis diarias de aspirina tienen menor riesgo de desarrollar pólipos intestinales capaces de convertirse en tumores. El problema de la aspirina es que tiene también un efecto anticoagulante -por ello se utiliza para prevenir la formación de trombos- y aumenta el riesgo de hemorragias intestinales. Hace cinco años, los médicos demostraron que Celebrex -otro inhibidor de la COX-2 de la familia de los «coxibs», desarrollados como alternativa a la aspirina, por su menor riesgo de hemorragias- también reduce el número de pólipos intestinales. El problema: que, muy recientemente, se ha asociado el consumo de los «coxibs» a mayor riesgo cardiovascular, por lo que se ha restringido de manera considerable su uso y se desaconseja su empleo preventivo.

Sea como sea, una cosa ha quedado clara. Que la COX-2 está detrás del cáncer de colon. De hecho, otro antiinflamatorio de la famillia de la aspirina, el ibuprofeno, ha demostrado reducir el riesgo de cáncer de mama.

Marisol Guisasola

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