El cuidado del enfermo encamado: atención personal II

El cuidado del enfermo encamado: atención personal II

El encamamiento es un fenómeno que se produce cuando un paciente permanece postrado en la cama debido a una enfermedad o una discapacidad. Y naturalmente, cuando se da este hecho, su actividad física es prácticamente nula, por lo que a corto y largo plazo tendrá lugar una serie de patologías tanto a nivel físico como psicológico.

[Continuación de El cuidado del enfermo encamado: atención personal I]

Como hemos mencionado en el anterior artículo, lo primero que tenemos que hacer es conocer a nuestro paciente y saber qué patologías actuales presenta por causa del encamamiento. Y una vez sabido esto, establecer prioridades. Por supuesto, no estamos queriendo escribir un dogma de intervención, pero sí que queremos hacer nuestra exposición de prioridades basándonos en nuestra propia experiencia laboral. Así pues, comenzamos.

1) Úlceras por presión

A priori, lo más típico es comenzar por esta área. Si el paciente encamado no presenta úlceras por presión, nuestro objetivo va a ser movilizarlo lo más que se pueda para así evitar la aparición de estas. Para realizarlo, deberemos ejecutar cambios posturales de derecha a izquierda durante varios momentos del día. Si el paciente tuviese sobrepeso y no fuese posible realizar este movimiento sin más, podremos utilizar ayudas técnicas como la grúa. Eso sí, siempre y cuando se disponga de ella. Si no fuese posible, se podría hacer uso de almohadas a modo de cuña para así realizar el cambio postural. Por el contrario, si nuestro paciente ya presenta úlceras, dependiendo del grado de profundidad, nuestro objetivo va a ser acelerar su proceso de curación mediante la movilización del paciente y la realización de las correspondientes curas establecidas a nivel médico. Para ello, deberemos darles nosotros un apoyo físico similar a lo expuesto al principio, pero evitando rozar la zona afectada. En este sentido, tenemos que buscar que la úlcera no se encuentre presionada, sino que esté al descubierto el mayor tiempo posible, pues así aceleraremos su cicatrización.

2) Movilidad

Antes hemos mencionado la importancia de movilizar al paciente para trabajar las úlceras por presión. Sin embargo, en este punto queremos profundizar todavía más en la importancia de realizar ejercicios de movilidad que ayuden a evitar la pérdida de masa muscular, y al mismo tiempo, evitar las patologías derivadas de la inmovilidad, especialmente los que son de origen pulmonar y cardiovascular.

Cada dos horas deberemos realizar un cambio postural, es decir, deberemos ponerle hacia el lado izquierdo, hacia el derecho y boca arriba. No importa por donde se empiece, pero sí es importante que se haga incluso por la noche. Además, deberemos realizar masajes en las extremidades superiores e inferiores para estimular la circulación sanguínea. Dichos masajes han de hacerse en una sola dirección, pudiendo comenzarse de arriba a abajo, y a los pocos minutos, al revés, de abajo a arriba.

3) Control de esfínteres y evacuación 

Los pacientes encamados suelen tener dificultad en el control de esfínteres y en la evacuación. Por ello, es habitual que sea necesario en varios momentos utilizar enemas y estímulos externos, incluso realización de masajes a nivel abdominal. Eso sí, siempre es recomendable que haya un asesoramiento médico previo para la realización de estos ejercicios y estímulos.

4) Higiene personal

Debido a la dificultad de movimiento del paciente, en la mayoría de casos nos encontraremos que la persona encamada necesita realizar su higiene personal en su propia cama. Entonces, es importante saber realizar correctamente los cambios posturales para poder trabajar esta área. Desde nuestra experiencia, solemos hacer hincapié en la higiene de las axilas y los genitales. Y para realizar el aseo en estas áreas, lo primero que tenemos que hacer es colocar una toalla o empapador debajo del paciente. Y una vez hecho esto, con ayuda de un barreño y una esponja mojada con jabón, más los cambios posturales, ejecutar la limpieza de estas zonas del cuerpo. Una vez hecho esto, deberemos secar con otra toalla las zonas aseadas y retirar la toalla o el empapador que hemos usado.

NOTA: Es muy importante asegurarse que el secado se ha realizado correctamente, ya que cuando se queda una parte húmeda, dicha zona es muy susceptible de coger hongos o de que aparezcan úlceras o rozaduras en la piel.

5) Vestido

A la hora de vestir a un paciente encamado, el cuidador se expone con mucha facilidad a poder sufrir lesiones relacionadas con la espalda o los músculos, y a la aparición de contracturas y esguinces. Por ello, insistimos en la importancia de saber movilizar correctamente a un paciente encamado, porque los cambios posturales van a ser necesarios para vestirlo.

Un error muy frecuente es el intentar sentar al paciente, pues hacerlo, además de que supondrá una sobrecarga muscular para el cuidador, nos arriesgaremos a que el propio paciente resulte lesionado o se maree si lo hacemos muy bruscamente. Por ello, y aunque se disponga de una cama articulada incluso, es mucho mejor hacerlo moviendo a la persona encamada de lado a lado, tanto las prendas superiores como las inferiores. 

6) Alimentación

Si se dispone de cama articulada, podremos alimentar a nuestro paciente incorporando la cama muy lentamente, para así evitar mareos. Y una vez realizada la incorporación, realizar el proceso de alimentación. Sin embargo, en caso de no disponer de una cama articulada, podremos recurrir al cambio postural para incorporarlo. Nunca deberemos hacerlo cuando el paciente esté boca arriba, sino de lado. Al ponerlo así, deberemos movilizarlo un poco hacia delante. Si el paciente no se queja de mareos, entonces podremos, muy poco a poco, incorporarlo hasta que esté sentado. Si por el contrario, el paciente se queja de mareo al principio, entonces deberemos dejarlo un poco hasta que se acostumbre a la postura lateral.

7) Ejercicios de estimulación cognitiva 

Dependiendo del estado del paciente, podremos realizar con él ejercicios de estimulación cognitiva de carácter básico (por ejemplo, ejercicios de orientación temporal y espacial), o algunos más complejos, como la lectura de un periódico, escuchar música, ver la televisión, o lo que interese al propio paciente. Por ello, volvemos a remarcar que es muy importante conocer a la persona con la que vamos a trabajar.  

8) Ejercicios respiratorios

Dependiendo del estado en el que se encuentre el paciente a nivel pulmonar, también es recomendable que haga ejercicios de respiración para tener activa la caja torácica, y hacer que se expanda para así evitar que el paciente se fatigue. Naturalmente, necesitaremos antes unas pautas médicas, pero siempre podremos recurrir a ejercicios eficaces y sencillos como el de inflar globos o el de levitar una pelota de ping-pong mediante el soplido. Todo es cuestión de echarle imaginación y de al mismo tiempo sacar la creatividad a relucir.              

Conclusiones

No hay fórmula matemática para trabajar con personas encamadas, pero sí consideramos que es muy importante crear un espacio de empatía, de escucha y de atención. De hecho, esto ayuda muchísimo a la mejora del estado de ánimo del paciente. Y si esto es así, indirectamente se va a provocar que su deterioro se ralentice si el encamamiento es irreversible, o que el paciente mejore en todos los aspectos si es temporal. 

Salvador Alexander
Terapeuta ocupacional y actor

BIBLIOGRAFÍA: 

Apuntes de Afecciones Médicas y Quirúrgicas. Unidad didáctica. Blanca Moro Peralta (2008). Universidad Castilla-La Mancha

 

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