7 claves para vivir más sano
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Si usted se plantea la compra de un coche, un mueble o cualquier otro bien o servicio, quizás precise de un préstamo personal, que le permita recibir una determinada cantidad de dinero a cambio del compromiso de devolver esa cantidad y los intereses correspondiente mediante pagos periódicos. Entre los préstamos personales, existen los llamados créditos al consumo, cuyo importe está comprendido entre 150 y 20.000 euros.
Debe saber que este tipo de financiación suele ser más fácil de obtener pero resulta más cara, puesto que el tipo de interés es más alto que en los créditos hipotecarios. La entidad de crédito estudiará su capacidad de pago (le pedirá justificante de sus ingresos y declaración de bienes) y normalmente no le exigirá una garantía específica, pero tendrá que responder del pago del crédito con sus bienes presentes y futuros.
Este tipo de crédito lleva aparejado el mismo número de comisiones que las correspondientes a los créditos hipotecarios: Comisión de estudio, comisión de apertura; comisiones por servicios específicos, comisión por modificación de condiciones o por cambio de garantías y comisión por amortización parcial anticipada.
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Solicitar un crédito hipotecario o de consumo, mantener abierta una cuenta corriente o de ahorro, extraer dinero del cajero automático, disponer de una tarjeta de crédito, realizar transferencias o cobrar un cheque cuesta dinero.
“Me han robado la tarjeta”. Miles de personas repiten cada día la misma frase. Conviene tomar medidas para evitar el robo y, si no es posible, minimizar los efectos del hurto, procurando que el ladrón no pueda hacer un uso fraudulento de nuestra tarjeta bancaria.
Llenan nuestro billetero y son de lo más variadas. Las hay de débito, de crédito, monedero..., con distintas denominaciones comerciales (Visa, Mastercard...), con distintas categorías (clásica, plata, oro, platinum). Pero, además de las tarjetas bancarias, tenemos guardadas las emitidas por empresas de servicios o comercios.