Pérdida de memoria: entre la edad y la enfermedad

Pérdida de memoria: entre la edad y la enfermedad

A medida que transcurren los años todos empezamos a tener pequeños olvidos cotidianos.

A medida que transcurren los años todos empezamos a tener pequeños olvidos cotidianos. Nos lleva más tiempo aprender algo, no encontramos el nombre de un actor, perdemos más fácilmente las gafas o no recordamos dónde aparcamos el coche el día anterior.

En general, son problemas leves de mala memoria más que problemas serios, como el Alzheimer. De hecho, según datos aportados por el Grupo de Trabajo de Demencias de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), cerca del 40% de personas sanas mayores de 65 años sufren olvidos cotidianos, en lo que se conoce como "Pérdida o alteración de la Memoria Asociada a la Edad".

Tan sólo un reducido porcentaje de estas personas padecerá en un futuro alguna forma de demencia, donde ya se verá afectada la memoria de forma más grave, y donde se alterarán otras funciones corticales superiores: el lenguaje, el juicio, el cálculo, la orientación, el control emocional, etc.

Por todo ello, la pérdida leve de memoria asociada a la edad no debe preocuparnos más que otros signos habituales del envejecimiento, no tan diferentes de la presbicia o de la presbiacusia. Aun así, podemos acudir al especialista para salir de dudas.

5 consejos para preservar la memoria

Hay diferentes maneras de prevenir los trastornos de memoria:

  1. Fomentar un estilo de vida sana: realizando ejercicio, disminuyendo el estrés y evitando el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.
  2. Higiene de sueño: una cantidad adecuada de sueño resulta fundamental para la adecuada consolidación de los recuerdos.
  3. Mantener la actividad mental y cognitiva: leer o plantearse retos intelectuales, aprender idiomas, hacer crucigramas y puzzles...
  4. Fomentar los vínculos sociales.
  5. Mantener contacto regular con tu médico de cabecera o especialista neurofisiólogo para controlar y reducir los factores de riesgo cardiovascular, incluida la hipertensión arterial.

Es importante recordar que el cerebro es como un músculo, y como tal, hay que utilizarlo para mantenerlo en forma.

Dr. Juan Antonio Barios Heredero
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