Pautas de alimentación en pacientes con COVID persistente

Pautas de alimentación en pacientes con COVID persistente

La Sra. María del Mar Silva Rivera, reputada especialista en Nutrición y Dietética, señala que en pacientes con COVID persistente se detectan deficiencias de micronutrientes como pueden ser las vitaminas, minerales, ácidos grasos y aminoácidos, así como un exceso de estrés oxidativo.

Por esa razón, aconseja una alimentación rica en antioxidantes (presentes en vegetales) y con una disminución o eliminación puntual de lactosa y gluten, ya que pueden favorecer la inflamación de bajo grado. Del mismo modo, se deberá tratar, si existe, la obesidad en el paciente.

Por tanto, una dieta rica en vegetales, con lácteos sin lactosa y cereales integrales controlando el gluten es la de elección durante un período de al menos 3 meses. Posteriormente, se vuelve poco a poco a la dieta habitual de la persona, que deberá cuidar su peso y mantener un peso saludable. 

Además, en este período de long COVID sabemos que pueden tener aumentadas las necesidades de micronutrientes como las vitaminas B1, B2, B3, B5, B6, B12, folatos, selenio y magnesio (que contribuyen a la reducción de cansancio y la fatiga), ácidos grasos omega 3 (que son mediadores de inflamación), aminoácidos y otros factores como triptófano, tirosina, fenilalanina, colina, mio-inositol, glutatión (que está relacionado con la deficiencia de vitamina D), etc.

Así pues, en ocasiones suele ser necesario suplementar estos nutrientes, ya que solo con la alimentación habitual podemos no estar llegando a cubrir las necesidades diarias de la persona en el proceso de enfermedad. En algunos casos la suplementación de vitamina D y B12 es conveniente establecerla tras pedir una analítica en la que veamos que, efectivamente, están en niveles de insuficiencia.

Dieta pro-inmunitaria: ¿qué ventajas presenta?

Una dieta pro-inmunitaria es aquella que facilita que el sistema inmune tenga todos los elementos necesarios para poder ejercer su función correctamente. Muchos estudios indican que las deficiencias de macro y micronutrientes influyen en la respuesta inmune y en el desarrollo de la enfermedad por los virus, de forma que un virus que normalmente es benigno o que solo produce una enfermedad ligera puede comportarse en un patógeno muy virulento debido a que las deficiencias nutricionales del huésped pueden alterar el genoma del virus.

La dieta pro-inmunidad favorece el consumo de alimentos como frutas, verduras, hortalizas, legumbres, pescados blancos y azules, carnes blancas, huevos, lácteos sin lactosa (aunque sí se consumen fermentados como el yogur) y, en ocasiones, es necesario retirar también el gluten, sustituyendo los cereales que lo contienen por otros cuyo contenido de gluten es menor o sin gluten. No se busca que la persona elimine el gluten por completo de su dieta, pero sí que reduzca su consumo y elija otros cereales o pseudocereales integrales. 

En esta dieta no se favorece el consumo de alimentos ultraprocesados, dulces, bollería (incluso la casera), alcohol, grasas saturadas (embutidos, fiambres grasos, mantequilla)... y se priorizan grasas insaturadas como el ácido oleico (en aceite de oliva virgen extra) en cantidad razonable.

En realidad, es muy similar a una dieta mediterránea bien hecha con control en la ingesta de lácteos y priorizando pescados frente a carnes, con porciones pequeñas de cereales integrales y aceite de oliva.

María del Mar Silva Rivera
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