¿Tropezarás en la vejez? Así se descubre quién corre riesgo de caídas


Publicado por Patricia Fernández, periodista
Creado: 3 de septiembre de 2025 12:30 | Modificado: 3 de septiembre de 2025 12:51


¿Tropezarás en la vejez? Así se descubre quién corre riesgo de caídas

¿Alguna vez te has fijado en cómo caminas? Más allá de la velocidad o de si arrastras un poco los pies, tu manera de andar puede ser una pista sobre tu futuro equilibrio. Un grupo de investigadores asegura que los pasos esconden secretos capaces de anticipar si, con los años, tendremos más riesgo de caídas.

Caminar es algo tan cotidiano que apenas pensamos en ello: nos levantamos, echamos un pie delante del otro y listo. Pero resulta que la manera en la que lo hacemos puede ser una especie de bola de cristal de nuestro equilibrio futuro. Investigadores de la Universidad de Stanford han descubierto que ciertos detalles en la forma de andar, casi invisibles al ojo común, son capaces de anticipar si tenemos más papeletas de sufrir caídas en la vejez. Y ojo, que hablamos de algo serio: las caídas son una de las principales causas de lesiones graves en personas mayores.

El paso que revela más de lo que crees

El estudio, publicado en la revista Journal of Experimental Biology, puso a un grupo de adultos jóvenes en una cinta de caminar mientras un sistema de cámaras y sensores seguía cada movimiento. Los científicos no buscaban si caminaban rápido o lento, ni si eran más de "andar con las manos en los bolsillos" o "marchar como en desfile militar". Lo que querían era medir la precisión con la que cada pie tocaba el suelo, la regularidad del tiempo entre un paso y otro y la anchura de la zancada.

Tres parámetros resultaron ser clave para predecir problemas de equilibrio:

  • La variabilidad en la anchura de los pasos (ese pequeño "abrirse y cerrarse" al caminar).
  • La diferencia en el tiempo de cada paso (el compás de la marcha).
  • La posición exacta de los pies (si se colocan de forma estable o más bien imprevisible).

Cada uno de estos indicadores fue eficaz en más de un 86 % de los casos a la hora de señalar quién podría tener más dificultades para mantener el equilibrio en condiciones adversas.

Del experimento al día a día

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Los voluntarios caminaron primero de forma natural y después con obstáculos añadidos: tobilleras que limitaban la movilidad, antifaces que bloqueaban la vista o arneses que complicaban la estabilidad. Era una manera de simular lo que nos pasa con el paso del tiempo: músculos que ya no responden igual, vista menos precisa y articulaciones menos flexibles.

El resultado fue claro: cuanto más irregular se volvía la pisada, más difícil era anticipar el siguiente paso. Y ahí está la clave: lo imprevisible en la marcha es un aviso temprano de riesgo de caída.

Por qué las caídas son un asunto serio

Podría parecer un problema menor, pero las caídas en la vejez no son una anécdota. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen alrededor de 37 millones de caídas con atención médica en el mundo, y más del 30 % de los mayores de 65 años sufrirá al menos una caída al año. En España, datos del Ministerio de Sanidad señalan que las caídas son la causa más frecuente de lesiones en personas mayores y representan cerca del 70 % de los accidentes domésticos en este grupo de edad.

Las consecuencias van desde fracturas de cadera, que requieren cirugía y largos periodos de rehabilitación, hasta traumatismos craneales. Pero más allá de lo físico, está el impacto psicológico: tras una caída, muchas personas desarrollan miedo a volver a moverse con normalidad, lo que puede derivar en aislamiento social, pérdida de independencia y deterioro de la salud en general.

Qué hacemos, cómo lo hacemos y dónde lo hacemos

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Como bien apunta Jiaen Wu, autora principal del estudio, no solo importa el cuerpo que tenemos, sino cómo y dónde lo utilizamos. Subir escaleras, caminar por una acera helada o simplemente tropezar con una alfombra mal colocada pueden convertirse en riesgos serios según nuestro nivel de equilibrio.

Y aquí es donde entra en juego nuestra capacidad intrínseca de mantenernos firmes. Algunas personas con un equilibrio justo logran evitar caídas porque se mueven con más cautela, mientras que otras, con un buen equilibrio de base, pueden caerse más si son imprudentes.

En otras palabras: la prevención es tanto cuestión de actitud como de aptitud.

Prevenir antes que curar a la hora de andar

El gran mensaje de este estudio es que deberíamos prestar atención a la forma en la que caminamos mucho antes de que lleguen los problemas. En la práctica, eso significa realizar evaluaciones periódicas del equilibrio y la marcha, incluso con tecnologías accesibles como sensores en zapatos o pulseras inteligentes.

Estos dispositivos ya no son ciencia ficción: hoy en día existen dispositivos ponibles capaces de medir desde el ritmo cardíaco hasta la postura corporal. No sería raro que en pocos años tengamos apps que nos avisen con un mensaje tipo: "Tus pasos de esta semana muestran más irregularidad, sería bueno consultar con tu médico". Algo así como el "chivato" que todos querríamos tener antes de dar un traspié serio.

Consejos para no tropezar con el futuro

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Mientras tanto, hay medidas sencillas que todos podemos adoptar para reducir riesgos:

  • Ejercicio regular: caminar, nadar, practicar yoga o tai chi ayudan a mantener la fuerza y el equilibrio.
  • Entorno seguro: eliminar alfombras sueltas, asegurar buena iluminación y colocar barandillas donde sea necesario.
  • Calzado adecuado: zapatos cómodos, con suela antideslizante, nada de chanclas resbaladizas.
  • Revisiones de salud: controlar la visión y la audición, ya que influyen directamente en la estabilidad.

Y, sobre todo, ser conscientes de que la manera en que caminamos hoy dice mucho de cómo caminaremos mañana.

Caminar con estilo y seguridad

La noticia quizá nos saque una sonrisa: que alguien estudie la anchura de nuestros pasos parece un detalle menor, casi una extravagancia científica. Pero no lo es. Detrás de esta investigación está la posibilidad de adelantarnos a un problema que cada año cuesta miles de vidas y millones en tratamientos.

Así que, la próxima vez que te veas reflejado en un escaparate, fíjate en cómo caminas. ¿Tus pasos son regulares? ¿Vas recto o te inclinas un poco a un lado? Tal vez tu marcha esté revelando secretos sobre tu futuro equilibrio.

Y quién sabe, quizá dentro de unos años, cuando vayamos al médico, en lugar de pedirnos análisis de sangre, nos pongan a dar unas vueltas por el pasillo para ver qué tal andamos. Al fin y al cabo, como dice el refrán, quien tropieza y no cae, adelanta terreno.

 

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