¿Influye el entorno social y profesional en las pérdidas de memoria?

Los fallos de memoria afectan a todas las categorías profesionales. Pero hay oficios que exigen desarrollar determinadas formas de memoria. Un camarero, por ejemplo, puede llegar a memorizar decenas de veces al día, sin equivocarse, las consumiciones de una docena de clientes. En cualquier caso, prolongar una actividad el mayor tiempo posible es la mejor garantía contra los lapsus de memoria. Esa actividad puede ser profesional: es la ventaja que tienen determinadas profesiones, en las que no hay jubilación forzosa: los actores, abogados, músicos, pintores, políticos, etc., parecen estar a salvo de este tipo de dificultades. Por el contrario, estar en el paro o prejubilado sin desearlo multiplica los riesgos, sobre todo cuando hasta ese momento no se ha ejercitado más que la memoria profesional.

Ejercicios para la memoria

La situación se agrava aún más si dejamos que la memoria «privada» en su conjunto tampoco trabaje: es el caso de un alto ejecutivo de empresa que podía dar sin equivocarse los nombres de todos los clientes de la misma, sus números de expediente y hasta sus pedidos, y que dejaba en manos de su esposa todo lo concerniente a las fiestas familiares, las fechas de los cumpleaños o las cuentas domésticas. Una vez jubilado, ya no necesita trabajar su memoria profesional, pero, a la vez, le falla la memoria familiar. Poner en marcha los «circuitos oxidados» por falta de uso de esta última probablemente le exigirá bastante esfuerzo. La actividad puede provenir también de una afición, del entusiasmo por algo que nos interese. En general, cuanto más curiosidad intelectual tiene una persona y más deseos de aprender, de salir, de buscar el contacto con los demás, menos se quejará de su memoria.