7 claves para vivir más sano
Los alimentos influyen en la capacidad de frenar el envejecimiento.
Percibimos a través de los sentidos y esta percepción, ya tamizada, es la que queda en nuestra memoria, ¿cómo influyen, por tanto los sentidos en nuestra vida?
Cada una de nuestras percepciones provoca sensaciones que analizamos y frente a las cuales reaccionamos de una u otra forma. En principio, todos tenemos las mismas posibilidades sensoriales, pero cada uno, según lo que haya percibido y sentido, construye una imagen de sí mismo que le va a acompañar en la memoria durante toda la existencia y que determinará sus actitudes y relaciones con el mundo exterior.
Por ejemplo, el olor de las rosas nos puede gustar o desagradar; los pimientos nos pueden entusiasmar o producir alergia; el sonido del clavecín, relajarnos o irritarnos; el tacto de un melocotón, producirnos placer o darnos dentera; la imagen de una serpiente, fascinarnos o aterrorizarnos... De hecho, la memoria de los sentidos maneja nuestras impresiones, nuestros actos y decisiones cotidianas. Lo inquietante es que no siempre somos conscientes de ello, debido a que hemos olvidado la percepción inicial: imaginemos que un día, en nuestra primera infancia, alguien nos obligó a subir a lo alto de una escalinata muy empinada; tal vez ya no nos acordemos de aquel episodio, pero es muy posible que, durante toda la vida, sin saber por qué, sintamos una aprensión pasajera cuando estemos en lo alto de una escalera.
Imprime y pon en práctica estos sencillos ejercicios de memoria para mantener en forma tu cerebro.
Llega una edad en la que hablar de problemas de memoria nos puede resultar complicado porque parece un signo de envejecimiento pero, ¿realmente es así?
Psicólogos, psiquiatras, neurólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales... Son muchos los profesionales que pueden hacer una evaluación sobre tu memoria. Pero tú también puedes ayudar a orientar y a tranquilizar a una persona que haya sufrido un lapsus de memoria.
"Qué cabeza la mía. Qué despiste. Soy un desastre. No tengo cabeza." Seguramente todos hemos utilizado alguna de estas expresiones en alguna ocasión, pero ¿cuándo deja de ser algo anecdótico para convertirse en un problema?
Hay multitud de síntomas que nos llevan a preocuparnos por nuestra memoria. Puede ser dejarse la llave del gas abierta. U olvidar coger las llaves. O no ser capaz de recordar dónde hemos guardado el móvil. O salir a la calle y, de pronto, no saber hacia dónde nos dirigíamos...
¿Son las mujeres las más despistadas? ¿O quizá son los hombres los que siempre se olvidan de todo? ¿Hay diferencias de género en los olvidos?
Al sufrir el primer olvido se enciende la señal de alarma, que se dispara cuando los olvidos se repiten. El mayor temor de todos es que esos olvidos sean el primer paso de una enfermedad neurodegenerativa.