Compartir piso alarga la vida de las personas mayores

Compartir piso alarga la vida de las personas mayores

En España, los programas de convivencia intergeneracional, como el compartir piso entre jóvenes y personas mayores, han cobrado relevancia. Estas iniciativas no solo abordan la dificultad de acceso a la vivienda, sino que también promueven beneficios psicológicos y sanitarios.

Compartir piso para las personas mayores es un acto que va más allá de la simple división de gastos o la optimización del espacio. Es una experiencia que, en la mayoría de los casos, moldea nuestra vida y nos enseña a convivir con personas distintas a nosotros. Sin embargo, ¿qué sucede cuando esta convivencia se establece entre personas de generaciones diferentes, como un joven y un adulto mayor? ¿Acaso puede existir una simbiosis enriquecedora en este escenario? La respuesta, según diversos programas de convivencia intergeneracional, es un rotundo sí.

Ventajas de compartir piso a partir de los 70 años

En España, compartir piso a partir de los 7o años ha cobrado relevancia en los últimos años. La creciente dificultad de acceso a la vivienda para los jóvenes y la problemática de la soledad no deseada entre las personas mayores han desembocado en la creación de programas que buscan unir estas dos realidades aparentemente alejadas. 

La investigación en psicología y salud ha comenzado a destacar los múltiples beneficios de compartir piso para las personas mayores y  para los jóvenes. Estudios recientes han revelado que los programas intergeneracionales reducen el edadismo entre los jóvenes, disminuyen la fragilidad y el riesgo de caídas en los adultos mayores, y contribuyen a una menor tasa de depresión en ambos grupos. Estos hallazgos evidencian que la convivencia entre generaciones, no solo es gratificante a nivel personal, sino que también puede tener un impacto positivo en la salud física y mental de quienes participan en ella.

Estos programas intergeneracionales son una evolución de la antigua familia extensa, donde abuelos y nietos compartían techo y experiencias. Aunque la sociedad moderna ha tendido hacia la familia nuclear y la independencia individual, nuestra naturaleza social sigue anclada en la convivencia intergeneracional. La soledad no deseada, un problema cada vez más acuciante en la sociedad contemporánea, encuentra en estos programas un remedio efectivo.

Impacto en la salud de las personas mayores de compartir piso

El impacto de la soledad en la salud de los adultos mayores es alarmante. Un estudio reciente publicado en BMC Medicine reveló que las personas mayores que carecen de contactos sociales tienen un 39% más de posibilidades de morir prematuramente. Las conexiones humanas, por tanto, no solo son un antídoto contra la soledad, sino también un factor crucial para una vida más larga y saludable.

Los programas de convivencia intergeneracional actúan como un puente que une a personas de diferentes edades y les brinda la oportunidad de compartir experiencias, conocimientos y afecto. En España, estos programas han experimentado un notable crecimiento en las últimas décadas. Iniciativas como Convive, que lleva más de 25 años facilitando la convivencia entre jóvenes y personas mayores, han demostrado el valor de estas relaciones intergeneracionales.

Es importante superar los prejuicios sociales y los estereotipos relacionados con el envejecimiento. Los adultos mayores son individuos con una riqueza de experiencias y conocimientos que merecen ser valorados y respetados. La convivencia intergeneracional nos brinda la oportunidad de derribar barreras y aprender unos de otros, creando un entorno en el que todas las personas se sientan reconocidas y valoradas por igual.

Beneficios de la convivencia intergeneracional

Pero, ¿qué otros beneficios conlleva la convivencia intergeneracional? Compartir piso a partir de los 70 años, además de tener compañía, mejora de la salud física y mental, la interacción entre jóvenes y mayores puede tener efectos positivos en diversas áreas de la vida cotidiana. Por ejemplo, la transmisión de conocimientos y habilidades entre generaciones es una parte fundamental de este proceso. Las personas mayores pueden compartir sus experiencias y sabiduría acumulada a lo largo de los años, mientras que los jóvenes aportan una perspectiva fresca y nuevas ideas. Esta colaboración mutua no solo enriquece la vida de los involucrados, sino que también contribuye al desarrollo personal y social de ambas partes.

Además, la convivencia intergeneracional fomenta la solidaridad y el apoyo mutuo. En un mundo cada vez más individualista, es importante cultivar relaciones basadas en el cuidado y la colaboración. Los jóvenes pueden ofrecer ayuda con tareas domésticas o tecnológicas, mientras que los mayores brindan orientación y apoyo emocional. Esta reciprocidad fortalece los lazos comunitarios y promueve un sentido de pertenencia y cooperación.

Por otro lado, la convivencia intergeneracional también puede contribuir al desarrollo de habilidades sociales y emocionales en ambas generaciones. El compartir el espacio y tiempo con personas de diferentes edades y experiencias promueve la empatía, la tolerancia y la comprensión. Aprender a comunicarse y resolver conflictos de manera constructiva es fundamental para una convivencia armoniosa y satisfactoria.

Los beneficios de la convivencia intergeneracional son múltiples y significativos. Desde mejorar la salud y el bienestar hasta fomentar el aprendizaje y la solidaridad, este tipo de experiencias enriquece la vida de todos los involucrados. En un mundo cada vez más diverso y complejo, la compartir piso entre generaciones distintas se presenta como una oportunidad única para construir comunidades más inclusivas, resilientes y humanas.

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